[015]

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Cafuné



Ref/: Pasar los dedos cariñosamente por el cabello de la persona amada.


     Llegaron a casa increíblemente rápido, o al menos eso pensaba Alex, quien un tanto ansiosa manejaba con cuidado por las serenas calles de la ciudad. Esta vez no hubo música, pero si miradas, sobre todo por parte de la adolescente que la miraba intentando descifrarle el rostro.

Había suspirado unas 4 o 5 veces ya.

Que presión estaba ejerciendo en ella.


Habiendo llegado a casa, aparcó el BMW gris en la entrada, se desabrochó el cinturón y esperó a que Lucy hiciera lo mismo para bajar con ella, le dio la vuelta al carro y continuó el angosto camino hasta la puerta, la cual abrió con tanta ansiedad que sentía que al otro lado iba a encontrarse con lo peor.

Dejó pasar a la menor y la siguió hasta el sofá, la chica carecía de expresiones –por fuera-, pero eso Alex no lo sabía, la de ojos grises pensaba que Luz simplemente quería respuestas.

Cuan equivocada estaba.


– ¿Puedes sentarte a mi lado? – Fue más una petición que una pregunta, la mayor de las dos contempló su rostro sereno un momento y sintiendo calma, cumplió su pedido. – Ahora sí, dime qué fue lo que pasó. –

– Lucy, yo... – Tragó saliva. – yo... – No le salían para nada las palabras.

– ¿No quiere decirme? – La rubia no lo notaba, pero Luz conforme hablaba se iba acercando.

– No, es decir... no quiero que pienses mal de mí. – Cuando levantó su mirada, similar a una Cumulonimbos, se percató de la cercanía de sus rostros. Absurdos eran los centímetros que las separaban.

– ¿Por qué? – Su voz salió aterciopelada.

– Yo... – Se sentía intimidada, pero ahora, esa no era palabra correcta, sería más bien 'Cautivada'.

– ¿Por qué quiere enamorarme? –

– ¿Qué? –

– Su mirada, su voz, su sonrisa... su manera terca de actuar, su tacto. – La frustración yacía en aquellos ojos verdes, que se apreciaban profundos ahora, bañados de oscuridad. – Desde el primer momento en que la conocí, toda usted ha representado un peligro para mí. Uno inalcanzable. – Parecía querer llorar.

– Luz... – Susurró perdiendo la noción del espacio, olvidando que sus labios estaban a nada de tocarse.

– Usted es inalcanzable para mí. – Su voz sonaba enojada. – ¿No lo ve? – Silencio. – Usted ni siquiera parece querer corresponderme algún día, solo hace lo que hace por... –

– ¿Por qué? Según tú. –

– Por compasión. – Exhaló, el viento caliente dándole de lleno en los labios.


Y como nunca pensó actuar, actuó.

Tomó a la menor por los hombros, su mirada era seria, faltante de cordura; con delicadeza y sin usar mucha fuerza, la fue recostando en el sofá, la otra solo se dejó hacer hipnotizada por aquella tormenta que yacía en sus ojos.

Un amor -indebido- incomprendidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora