Sthenolagnia; ChenMin

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Jongdae nunca olvidará la primera impresión que tuvo de Minseok. «¡Es demasiado adorable!», fue lo primero que pensó en cuanto aquellos ojos gatunos lo miraron.

Dio gracias a Chanyeol por haberle invitado a esa ridícula cita a ciegas porque si no fuera por él no lo habría conocido.

Ambos conectaron enseguida. Se pusieron a hablar hasta que llegaron a un punto en el que creían que eran los únicos en la sala. Cuando todo acabó se dieron los números con la promesa de que volverían a quedar otro día, solo que esta vez lo harían solo ellos dos.

En su primera cita Minseok llevó un jersey de rayas amarillas y negras muy olgado, acompañado de unos ricitos en su cabellera negra. Jongdae se vio en la obligación de pedirle su carnet para asegurarse de que realmente era mayor que él y sí, sí que lo era.

El primer beso no se lo dieron hasta la tercera, aquel día en cuanto el de sonrisa gatuna entró a su casa se fue corriendo como una adolescente a su habitación para enterrar su cara en la almohada y soltar el gritito que había estado acumulando.

Los meses pasaron para la pareja y llegó San Valentín, época dorada para muchas parejas y no iba a ser menos para ellos dos.

Jongdae había hablado muy seriamente con su novio, preguntándole sí quizás era el momento para tomar el siguiente paso y este, con sus grandes mejillas todas sonrojadas, contestó con un sí.

Los dos tortolitos, viendo imposible el hacer nada en su casa, decidieron que lo mejor sería coger habitación en un hotel para esa noche y así lo hicieron. Ya tenían todo preparado para cuando llegase el día.

La tarde previa tuvieron una maravillosa cita, fueron al parque de atracciones y terminaron cenando en un lugar de comida rápida, para muchos eso podía sonar poco romántico pero es que para ellos cualquier lugar estaba bien mientras estuvieran acompañados.

Llegaron por media noche al hotel, donde Jongdae casi se muere de la ternura que le dio ver a Minseok escondiendo su rostro en su hombro.

La habitación era espaciosa, acorde a la descripción que daban de ella en la página web. Nada podía ir mejor.

El menor se sentó en el borde de la cama y esperó a que su lindo novio se pusiera sobre su regazo para empezar a besarlo, tan suave y lento como lo era él.

Cuando ya el beso se tornó algo más húmedo y obsceno Jongdae se atrevió a avanzar, colando sus dedos por debajo del holgado suéter que llevaba Minseok.

—Oh dios mío —soltó inconscientemente en cuanto tocó el abdomen de su novio.

Jongdae se vio en la obligación de asegurarse de que lo que acaba de tocar no era imaginación suya. Empezó a contar uno, dos, tres hasta llegar a seis. No estaba loco.

La prueba final y la definitiva llegaba ahora. Hizo a Minseok levantar sus brazos para quitarle todo lo que cubriera su torso y cuando lo consiguió el menor casi se desmaya.

—¡Oh dios mío! —soltó, mucho más alto que antes y llamando la atención del de ojos gatunos.

—¿Q-qué pasa?

Pero por mucho que preguntara Jongdae ahora mismo era incapaz de pronunciar palabra coherente porque, aún después de tanto tiempo saliendo con su «Minino», su «Bebito lindo», su «Peluchín apachuchable», ¡aún acababa de descubrir que este poseía el cuerpo de un Dios griego!

—Ay señor —seguía hablando incoherencias mientras era hipnotizado por aquellos bellos músculos, brillando por la fuerte de luz de las lámparas.

—¿Hay algo mal?

El tono de preocupación con el que dijo Minseok eso consiguió sacarlo finalmente de su hipnotismo.

—Más que mal bebé, —respondió al fin— y es que cada día me tienes más loco.

El mayor no pudo evitar reír ante las ocurrencias que su pareja podía llegar a tener.

—Entonces...¿seguimos con lo que estábamos?

Y a Jongdae no había que decírselo dos veces.

Con Minseok ahora tumbado se aseguró de pasar su lengua por todos y cada uno de los recovecos de ese gran formado torso. Deslizándose con suavidad entre las líneas que separaban los abdominales y parándose unos segundos para dejar un beso en su ombligo.

Cuando subió a los pectorales, esos benditos pectorales moldeados por el mismísimo Hefesto, no tuvo compasión ninguna. Con una de sus manos empezó a presionar uno de estos, gozando plenamente de la sensación que le producía el tacto y como el amable novio que era no dudó en darle la atención que también merecía, absorbiendo de vez en cuando para dejar un morado en la piel que indicara que había estado ahí.

—J-jongdae, —si había algo más bonito que la voz de Minseok eran sus gemidos— por favor.

—Solo un poco más —porque el de sonrisa gatuna quería disfrutar lo máximo posible de todo aquello.

Besó todos y cada uno de los lunares que adornaban la suave piel de su pareja, suspirando en cada uno. Marcó todo lo que creía necesario marcar, llegando incluso a zonas demasiado visibles del cuello que seguramente le harían ganarse una bronca más tarde. No pudo detenerse mucho más ya que su pobre y adorable novio ya estaba al borde de la locura.

Decidió quitarse la camiseta y los pantalones para estar a la par con su Minseok ya que ahora mismo procedía a deshacerse por fin de lo que le cubría las piernas y cuando lo hizo, ay cuando lo hizo, Jongdae casi se corre del gusto con los muslos de su adorable novio.

Y eso que aún no le había visto la espalda.

Kinktober; EXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora