Foodplay; XiuHan

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Luhan conoce a Minseok desde que tiene memoria, y desde que tiene memoria ha estado enamorado de él. Aquellas mejillas tan esponjosas y rositas han sido siempre algo digno de adoración, eran tan gorditas que daban ganas de morderlas, de ahí que terminara llamando a su querido amigo de la infancia de Baozi ya que estas le recordaban mucho a esos bollitos.

Luhan no tardó en declarar su amor y no dudó en hacer que todo el instituto se enterase de que le había dicho que sí. El pobre Minseok jamás había sentido tanta vergüenza.

Eran la pareja perfecta ya que se notaba lo mucho que se querían. A Luhan le daba igual lo que le dijeran sus amigos, para él su novio era el máximo ejemplo de perfección. Adoraba que estuviera algo rechonchito, adoraba tumbarse sobre él y usar sus muslos o su tripita de almohada mientras masajeaba sus lindas mejillas como si fueran panecillos. Siempre que Minseok sentía vergüenza por ir en bañador ahí estaba Luhan para consolarle y decirle lo bonito que era, que lo amaba tal y como era, con sus lindos rollitos.

Todo era perfecto hasta que llegó el fatídico día, aquel en el que unas simples palabras casi consiguieron que el joven se desmayase.

—Creo que me voy a poner a dieta.

Y Minseok cumplió plenamente con eso. Dejó te lado toda la comida basura y en lugar de pasarse las tardes acurrucado junto a Luhan se iba a hacer ejercicio. Al principio bajó tanto que el chino llegó a asustarse, ahora ya no había rollitos sino un abdomen bien tonificado al igual que el resto de su cuerpo, lo único que pudo sobrevivir fueron sus abultadas mejillas.

A pesar de ya estar en un peso ideal Minseok insistía en seguir comiendo poco, no probaba ni el más mínimo dulce y a Luhan le dolía verlo así porque sabía que la razón de su dieta era porque habían empezado a insultarle en su nuevo curso, ni siquiera se permitía tomarse sus dulces cafés de la mañana.

—Venga Minseok, vamos a tomar algo.

—No, no quiero salirme de mi dieta.

Por mucho que suplicara Luhan no lograba que cediera, pero jamás se rendiría. Iba a hacer que Minseok comiese sí o sí.

Su inspiración llegó gracias a internet, era verdad que ese lugar tenía la respuesta a todo. Ahora lo único que iba a necesitar era nata y algunos arándanos, esto último era su fruta favorita.

Aprovechó que Minseok iba a pasarse unas horas al gimnasio para prepararlo todo, tenía que ser perfecto. Lo primero era trazar un camino de rosas con unos pétalos que había comprado aquella mañana, tras eso se aseguró de darse una buena ducha y ahora solo quedaba lo más vergonzoso, pero todo por volver a ver a su Baozi comer las cosas que le gustaban.

Llegó la hora de que su novio llegara, puntual como siempre. El mayor se sorprendió al ver el camino rojo que por su innata curiosidad no dudó en seguirlo. El camino paraba justo en la puerta de su dormitorio. La abrió con mucho cuidado pero no pudo ver nada ya que las luces estaban apagadas y las persianas bajadas. Como ya conocía su cuarto se pudo mover fácilmente hacia donde estaba, encendiéndolo al momento.

—Bienvenido a casa.

El mayor giró rápidamente su rostro hacia el lugar del que vinieron aquellas palabras, su cama; y casi le dio algo cuando lo vio.

—¿Luhan?

Su novio se hallaba ocupando toda su cama, pero no de una forma cualquiera. A parte de estar tumbado completamente desnudo tanto su torso como parte de sus piernas se encontraban cubiertos con una gran capa de lo que pudo identificar como nata, a parte de una de sus frutas favoritas dándole un toque de color a aquel lienzo blanco.

La mochila del gimnasio que estaba cargando cayó al suelo. Minseok se dirigió como si estuviera hipnotizado hacia su cama y se quitó los zapatos antes de subirse completamente en ella para situarse entre las piernas de Luhan.

—¿Qué te parece? —le preguntó el chino, olvidando la vergüenza que había sentido hacía unos minutos.

Minseok se ahorró el responderle con palabras porque sinceramente, en aquel momento tenía ganas de todo menos hablar, se lo dejaría todo a sus acciones. 

Separó con sus manos las piernas de su novio para poder estar más cerca. Bajó su rostro y donde juraba que se encontraba su clavícula dio el primer lametazo. Luhan gimió por el gusto que le causó no solo la sensación de la lengua de Minseok sobre su piel sino también por la satisfacción que le provocó ver que su plan había funcionado.

El mayor siguió catando todo rincón del torso de su novio, tragando cada tramo de nata que había y parándose en los arándanos para poder saborearlos. Le daba más que igual mancharse la boca o el pelo, ahora solo podía pensar en deshacerse de todo eso para poder finalmente admirar a su novio en su máxima desnudez.

En cuanto descubrió los pezones decidió pausarse un rato para darles atención a pesar de que ya andaban completamente limpios mientras Luhan seguía totalmente sumiso y tumbado en la cama, lo único que hacía era soltar improperios por la boca de lo mucho que le gustaba la lengua del mayor.

—Gracias por la comida —dijo Minseok una vez consiguió tragárselo todo.

Cuando miró a Luhan a los ojos pudo notar el brillo de felicidad que relucía en sus brillantes iris lo que provocó que Minseok sintiera un ligero dolor en el pecho porque le preocupaba su actual obsesión con la comida. 

Había tomado una decisión, iba a dejar la dieta, pero ya se encargaría de comunicárselo más tarde, después de todo aún tenía que tomarse el postre.

Kinktober; EXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora