Latex; SeSoo

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Aquella mañana Sehun decidió pasar el descanso del almuerzo lejos de la clase, buscando un buen lugar entre las gradas del patio. Comprobó que no hubiera nadie pululando por los alrededores antes de sentarse y abrir la pequeña cajita que le había preparado su madre.

—Pero mira a quién tenemos aquí.

Su ansiada paz se vio interrumpida al momento y como no, se trataba del mismo grupito de siempre, aquel al que tanto le gustaba meterse con él. Su característico seseo y sus grandes gafas se habían convertido en suficiente razón para ser acosado.

Rápidamente se vio rodeado ya que estos tomaron asiento a sus lados. Para su desgracia su caja del almuerzo no pasó desapercibida ante los ojos de sus acosadores, quienes no dudaron en meter sus manazas en la comida y empezar a acabar con ella. Sehun intentó apartarla, pero ese acto de valentía terminó empeorando las cosas.

El grupito se levantó mientras se quejaban de lo egoísta que era. Los insultos no le afectaban, pero lo que si le dolió fue cuando el mayor de ellos terminó agarrando su comida para tirársela toda por encima, haciendo que los demás estallaran a risas.

Sintiendo que ya habían terminado ahí decidieron que era hora de dejarlo en paz. Todos se movieron dispuestos a seguir con su camino y con ya unos metros andados el que había tirado la comida se giró, topándose con la fija mirada de Sehun sobre él.

—Nos vemos en casa, Kyungsoo —dijo el joven lo suficientemente bajo como para que solo su acosador entendiera lo que acababa de decir. 

Acto seguido se fue de ahí, tenía que limpiar su uniforme antes de que terminara su hora libre.

Al acabar las clases Sehun fue directo a casa, solo que no era la suya. Tenía llaves, sí, pero aquel pequeño apartamento realmente le pertenecía a Kyungsoo. Como el mayor era el capitán del club de Judo iba a tardar en llegar, por lo que se quedó esperando en el sofá hasta que finalmente sus oídos percibieron el repiquiteo de unas llaves.

El menor se quitó las gafas y las colocó en la mesilla que tenía a su lado, junto con su móvil. Segundos después el pequeño cuerpo de Kyungsoo apareció delante suya.

—Sehun...—soltó el pelinegro, rompiendo con el silencio que había en el salón.

—¿Te lo pasaste bien hoy?

El mayor tragó saliva, sabía perfectamente a que se estaba refiriendo Sehun. Se puso sobre sus rodillas y bajó la mirada, notando como Sehun se levantaba de su sitio y se acercaba hacia donde él estaba.

—No tengas miedo, —dijo el menor, casi en un susurro. No le gustaba que no le miraran a los ojos cuando hablaba así que se puso de cuclillas frente al más bajo y agarró su mentón— Ahora dime, ¿te lo pasaste bien?

—No —respondió.

—Oh, —Sehun fingió decepción— ¿y eso?

—Es incómodo.

—¿El qué es incómodo?

Kyungsoo se mordió el labio inferior, le daba mucha vergüenza responder pero sabía que Sehun lo castigaría si no lo hiciera.

—Lo que llevo puesto.

En el rostro del menor se formó una sonrisa orgullosa. Ahora que tenía lo que quería se levantó y regresó a su lugar en el sofá. Kyungsoo se quedó donde estaba esperando recibir la siguiente orden, que no tardó en llegar.

—Desvístete.

En silencio acató con las órdenes de Sehun. Empezó por la camisa de su uniforme para luego seguir con sus zapatos y calcetines. Tomó una leve pausa cuando tocó deshacerse de sus pantalones ya que era lo único que cubría las vergonzosas prendas que le habían ordenado llevar aquel día a clase.

—Lucen muy bien en ti, —le dijo Sehun en cuanto lució aquella linda prenda— sabía que era una gran compra. Ven aquí.

Sus ojos recorrieron la silueta de esa linda cintura, cubierta casi en su totalidad con una pequeña prenda de látex negro que no dejaba absolutamente nada a la imaginación. El solo pensar la molestia que le debió causar aquella prenda a Kyungsoo hizo a Sehun reír, sobretodo por el hecho de que aparte de ser tremendamente ajustada no le cubría su lindo culo.

Palmeó sus rodillas para indicarle que se sentara sobre ellas. Los pasos que daba Kyungsoo eran cortitos y sus manos no se movían de su espalda, seguramente porque se andaban tapando aquella zona que la ropa interior no llegaba a cubrir.

El más bajo terminó sentándose sobre su regazo, donde se vio obligado a apartar sus manos para poder sentarse. Su piel se estremeció en cuanto la fría diestra del Sehun se posó sobre su pecho.

—Te quedarían muy bien unas perforaciones aquí, —dijo mientras rozaba sus pezones— que pena que no te los puedas hacer aún.

Kyungsoo posó su cabeza sobre el hombro del menor mientras este se quedaba acariciándole. De vez en cuando se le escapaba algún suspiro entre sus labios pero no podía negarlo, las manos de Sehun eran maravillosas.

—Date la vuelta.

Tragó saliva, le había ordenado justo lo que menos quería hacer en ese momento, una pena que no tuviera opción. Se giró y se tumbó como se lo ordenó, dejando su descubierto trasero sobre las piernas del más alto.

—Tan redondo y grande, —sin vergüenza ninguna se dispuso a toquetear la piel descubierta, apretándola de vez en cuando entre sus manos como si fuera una masa hasta que finalmente dejó caer con fuerza su mano sobre una de estas, dejando una gran marca roja— esto es por lo de la comida.

—¡A-amo! —gimió Kyungsoo.

Sehun ya podía sentir el miembro del mayor presionar contra la apretada tela, pero ya llegaría el momento de calmarlo. Ahora le tocaba castigarlo por haber sido malo, como llevaba haciendo desde que empezaron con su secreta relación.



Kinktober; EXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora