Striptease; KaiXing

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Esa noche Jongin terminó siendo arrastrado por sus amigos hacia aquel club nocturno, era el cumpleaños de uno de ellos y no paraba de decir que quería celebrarlo a lo grande.

El hombre había entrado eufórico al establecimiento, ya medio borracho, exigiendo la mejor mesa. El sistema en esos lugares era fácil, si tenías dinero tendrías todo lo que quisieras, y como él lo tenía no hubo problema en ver sus peticiones hechas.

Jongin iba el último en su grupo de amigos, analizando constantemente la situación para ver cuando encontraba el momento adecuado para escapar.

Una vez sentados y con sus bebidas en mano tocó el momento de que vinieran, citando las palabras del cumpleañero, unas buenas bailarinas para animar el lugar.

Jongin le dio un sorbo a su vaso mientras observaba como cada uno de sus amigos disfrutaba de aquellas mujeres de exuberantes curvas. Una se le intentó pero enseguida se negó, no era secreto para nadie su sexualidad.

Unos minutos después llegó su oportunidad de oro, los veía lo suficientemente borrachos y distraídos como para que no se dieran cuenta de que se iba. Dio un último trago, dejó el vaso en la mesa y se levantó de su sitio, dispuesto a irse.

De repente las luces del local se volvieron mucho más brillantes y de muchos más colores, la música aumentó su volumen y los gritos de varios hombres eufóricos empezaron a resonar por las gruesas paredes de ese establecimiento.

Su natural curiosidad humana lo dominó y le hizo buscar la causa de toda esa emoción. Fue fácil ya que las miradas estaban dirigidas hacia el escenario, y con razón.

Jongin siempre había visto como algo bulgar la danza con barra que realizaban siempre en esos clubes, o así fue hasta hoy. Aquella figura que tenía delante era majestuosa, elegante, más grácil que muchas de las bailarinas de su academia y lo más sorprendente de todo, era un hombre.

El moreno no dudó luchar y hacerse paso entre el gentío hasta llegar a la primera fila para poder verlo de cerca. Las luces hacían brillar su piel, haciéndolo ver mucho más hermoso de lo que era. Tan embelesado estaba Jongin admirándolo que casi se perdió el momento en el que este lo miró directamente a sus ojos, marcando así su sentencia.

Después de esa noche el joven volvió, solo que esta vez fue solo. Preguntó por el bailarín de la noche pasada y le dejaron muy claro que sus precios estaban más que fuera de su alcance. Durante unos meses no tuvo otra opción que admirarlo de lejos en sus espectáculos públicos, así hasta que consiguió ahorrar lo suficientemente como para poder pagarse un baile privado del tal Lay.

El cuerpo del moreno temblaba mientras esperaba sentado en una de las camas que había en los cuartos del piso superior del local, no eran lo mejor pero no estaba ahí por los lujos.

—¿Es tu primera vez?

Aquellas palabras captaron su atención, no solo por lo dulce del tono sino también por lo hermoso que se veía su dueño.

—N-no —intentó mentir, pero su tartamudeo lo delató.

Lay rió ante la inocencia del joven, luciendo aquel hoyuelo que casi hizo que el moreno se olvidara por unos instantes que no estaba lidiando con un ángel.

—Sólo déjate llevar.

Y así lo hizo.

Sentado sobre su cama se centró en los suaves movimientos que empezaba a realizar el stripper. Su cintura se balanceaba como las olas del mar y la escasa ropa que lo cubría empezó a desaparecer hasta que solo le quedaron unos muy ajustados boxers puestos.

Jongin se sorprendió excitandose solo con verlo, y no era de extrañar porque sinceramente el joven sabía como tentar a la gente. Era casi pecaminosa la forma en la que se tocaba.

Lo peor llegó más tarde, cuando Lay se sentó sobre su regazo, con una pierna a cada lado, y empezó a menear su cintura y a rozar con el ya duro pene del moreno.

—Qué lindo —soltó Lay a la vez que posaba sus manos sobre los hombros ajenos.

La vergüenza le dijo que apartase la mirada, pero sería casi pecado hacerlo teniendo las vistas que tenían.

Un fuerte impulso de tocar el cuerpo delgado que bailaba sobre él lo domino. Posó su diestra sobre el desnudo vientre y, al ver que el otro no se quejaba, la subió hasta llegar a su pecho, sin separar en ningún momento los dedos de su piel.

Esos pezones estaban clamando por algo de atención y Jongin estaba dispuesto a ser un amable samaritano y darles lo que estaban pidiendo.

Lay gimió en cuanto los rozó, incentivando al menor en seguir abusando de sus botones, aunque no duró demasiado ya que rápidamente esas manos fueron a parar a su trasero.

—¿Sabes? —dijo Lay, levantándose del regazo de Jongin con la misma gracilidad con la que lo hacía todo— Sé que no viene en la oferta, pero hoy me siento generoso.

Y tras decir eso enganchó sus dedos sobre su ropa interior y la fue bajando con una lentitud casi tortuosa, haciendo a su espectador disfrutar.

Cuando volvió a sentarse sobre su regazo Jongin volvió a admirar su rostro de cerca, dándose cuenta de algo muy importante.

—Yixing.

Nada más pronunciar aquel nombre el mencionado se abalanzó sobre sus labios a robarle un beso.

Aquella noche Yixing se la reservó totalmente a Jongin. Todo su cuerpo y alma se halló al servicio del moreno, quién no dudó en aprovechar la oportunidad a pesar de que sabía que se iban a ver dentro de muy pocas horas ya que, después de todo, ambos iban a la misma academia de baile.



Kinktober; EXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora