Sehun odiaba a Tao, no podía ni verlo. Odiaba su cara, su forma de vestir, su forma de ser, su voz, todo. Lo odió desde el día que su madre le presentó a su nuevo marido y le dijo: «A partir de ahora seréis hermanos».
Siempre que podía evitaba hablar con él, cuando no estaban sus padres lo ignoraba y le trataba mal. Le daba igual la de veces que le echasen la bronca y le dijera que estaba actuando como un bebé, él jamás dejaría de odiarlo.
Aquella semana sus padres habían decidido irse de viaje y decidieron dejarlos solos en casa, alegando que ya eran lo suficientemente mayorcitos como para portarse bien en su ausencia y obviamente ninguno se atrevió a quejarse, y eso que a Sehun no le faltaban ganas.
El matrimonio se despidió de sus hijos, justo en el momento en el que cruzaron con las maletas el umbral de la puerta Tao se fue corriendo a su habitación, donde se encerró gracias al pestillo que tenía.
Durante la semana se ignoraron completamente, hacían como si el otro no existiera, Sehun por desprecio y Tao simplemente porque ya se conocía el resentimiento que tenía el menor hacia él.
La tarde del sábado el joven chino salió, dejándole a Sehun la casa entera para él solo. «No sabía que este idiota tenía amigos», fue lo que pensó cuando lo vio irse.
En un principio pensó en llamar también a sus amistades para entretenerse y aprovechar la presencia de cualquier figura paterna pero estos ya tenían planes aquella tarde y a Sehun no le apetecía nada salir de casa. Dispuesto a ingresar nuevamente a su cuarto para entretenerse jugando a cualquier cosa pero antes de abrir su puerta sus pies se pararon en seco ante la del su hermano.
—Oh —dijo en alto antes de dejarse guiar por aquella característica curiosidad suya hacia el interior de la habitación.
Todo estaba tan pulcramente ordenado que daba hasta asco, o así pensaba él. La decoración le resultó aburrida, no sabía que era lo que esperaba encontrar al entrar ahí. Sintiéndose bastante estúpido decidió salir de ahí y volver a lo suyo pero entonces se dio cuenta de una pequeña caja rosa que asomaba por debajo de la cama.
Miró hacia ambos lados por miedo a de que de repente saliera alguien de algún lado pero difícil era. Tras comprobar que seguía estando solo se agachó y la agarró con delicadeza para no dejar rastro de su crimen. Finalmente la abrió y cuando vio su contenido tachó lo de que su hermano era un aburrido.
La caja estaba llena, pero llena, de lencería femenina, de todos los tipos, tamaños, colores, encaje. Sehun se aseguró de examinar cada una de las prendas y de toquetearlas, tan ensimismado en su tarea que no se dio cuenta del entrar de otra persona a la casa.
—¿Sehun? ¿Qué estás haciendo?
Al oír su nombre rápidamente dejó lo que estaba haciendo para ver a quién acababa de pillarle que era, como no, Tao. El joven chino parecía haber perdido el color, incluso se notaba como sus manos temblaban.
—¿Es esto de tu novia? —preguntó el menor, ignorando la pregunta que le había hecho el contrario.
—No.
—¿Entonces de quién es? —exigió aunque realmente no estaba en el derecho de hacerlo.
—E-es mío.
Por un momento juró haber escuchado mal, muy mal, y si no fuera porque Tao se había sonrojado y había apartado la mirada avergonzado no se lo habría querido.
—¿Te pones esto? —Sehun empezó a reírse delante de él, haciéndole sentir aún peor con su burla. El joven chino se había encogido en su sitio— ¿La llevas puesta ahora? Déjame ver.
—¿Qué? Espera, ¡no! —Pero daba igual lo que dijera ahora, nada acabaría con la determinación de Sehun.
Tao intentó volver por el camino por el que había venido pero estaba tan nervioso que sus pies le fallaron en el peor momento y se terminó precipitando contra el suelo. Poco tardó en notar unas manos conocidas tirar de su pantalón, intentó agarrarlo y evitar que la tragedia sucediera pero sus fuerzas también le habían dejado de lado.
Fue justo en ese instante que Sehun pudo confirmar sus sospechas, a Tao le gustaba llevar lencería y no iba a negar que esa ajustada y transparente tela de encaje negro le quedaba bastante bien.
—¡No mires! —gritó Tao mientras se removía debajo de él pero solo incentivó a que lo inmovilizara con más fuerza.
Mientras Sehun se hallaba admirando descaradamente como el contorno del trasero de su hermano se apreciaba a la perfección, perfecto y tentador. Tanto que no pudo evitar apoyar su cara en medio de las dos mejillas, casi olvidó por completo todo el odio que le supuestamente le tenía.
El cuerpo del de ojeras pronunciadas se tensó, no se creía lo que estaba presenciando. Casi le da un infarto por culpa del mordisco que recibió en su trasero, el cual le consiguió traer un poco de vuelta a la realidad, pero lo peor fue cuando el menor lo liberó para empezar a tocar aquella zona escasamente cubierta por una fina tela porque aún con las manos sueltas ya no quiso intentar liberarse.
Ahora mismo Sehun sentía que se encontraba en el paraíso, estaba disfrutando mucho de aquello, demasiado para su sorpresa. No podía dejar de tocar el culo de su propio hermano y, viéndose ansioso por rozar directamente la piel no dudó en coger y partir en dos aquella pieza de lencería, recibiendo como respuesta un pequeño grito similar a un gemido.
Al final se cansó de estar en el duro suelo así que, aprovechando que este no pesaba nada, agarró a Tao y se lo llevó consigo hacia la cama del cuarto.
Sus padres iban a llegar en unos días y aún quedaba mucha lencería que querría verle puesto.

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Kinktober; EXO
Fiksi PenggemarSerie de drabbles, cada uno con una pareja y un kink diferente. Basado en el Kinktober de lordsantiagoaz.tumblr.com