Xenophilia; LuMin

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Minseok adoraba la ciencia ficción desde que era un niño, siempre que podía se sentaba en el regazo de su padre y veía con él aquellas películas del espacio o de super héroes que a ambos tanto le gustaban. Cuando le daban algo de dinero lo primero que hacía era gastarlo en algún cómic o ahorrar para alguna figura de su personaje favorito, y a pesar de haber crecido y de estar casi en sus treinta no había dejado nunca aquella afición suya de lado.

El joven de gafas redondas y pelo rizo salía feliz de su tienda favorita con varias bolsas en sus manos. Mientras paseaba por las ya oscuras calles podía apreciar como jóvenes parejas reían y se divertían en las iluminadas terrazas que había a lo largo de la calle y, aunque le doliera admitirlo, realmente las envidiaba.

Se alejó de la zona concurrida y decidió atacar por un callejón. En medio de su caminata empezó a escuchar sonidos extraños provenir de una de las calles paralelas y él, guiándose por su mundana curiosidad; decidió seguir aquel ruido.

—¡Oh dios santo! —gritó Minseok en cuanto se percató del hombre que yacía junto a los contenedores de basura.

Sus bolsas cayeron al suelo, las cuales no dudó en ignorar para poder agarrar así al joven para cargarlo consigo hacia su piso, sin medir las consecuencias que podría acarrear llevárselo.

En cuanto llegó a su morada pudo apreciar de mejor manera al hombre, sorprendiéndose con lo hermoso que era su rostro y con las numerosas heridas que tenía.

Al final Minseok lo dejó descansando en su cama y se fue al sofá, ansiando que mañana estuviera despierto para poder hablar con él. Lo que sí no se esperó fue que, cuando fuera a revisarlo a la mañana siguiente, se lo encontrara ya despierto mientras que gran parte de los muebles se encontraba flotando alrededor de su cuarto.

Minseok maldecía y gritaba de la emoción, ignorando a su inquilino. Se acercó de manera brusca al joven y le preguntó: «¿Eres tú quién hace esto?». Su forma de responder fue moviendo sus manos y haciendo que el resto de objetos siguieran los movimientos que estas realizaban.

—¡No me lo puedo creer!

Se podía percibir perfectamente la ilusión en sus ojos y, aunque en estos casos era lo contrario de lo que se debería hacer, Minseok decidió que estaría encantado de acoger a aquel desconocido con poderes sobrenaturales en su casa.

Gracias a que trabajaba programando pudo permitirse el lujo de estar todo el día con él joven. Los primeros días fueron excesivamente tranquilos ya que aún no se dignaba a decir palabra ninguna, y así estuvo hasta su primer fin de semana.

—Minseok.

El moreno casi se puso a llorar solo por eso. Abrazó a Lu Han, nombre que le había dado, y no se soltó de él en prácticamente todo el día. 

Ahora se hallaban sentados en el gran sofá del salón viendo una película. En medio de esta vino una escena bastante subidita de tono que hizo al mayor sonrojarse y apartar la mirada, aunque seguía escuchando los gemidos de los actores. 

—Minseok, —dijo Lu Han para llamar su atención. Andaba muy hablador últimamente y eso le encantaba, no iba a negarlo— quiero hacer eso.

Y Minseok casi se atraganta al ver que estaba señalando el televisor.

—¿Estás seguro?

Lu Han asintió con una emoción rara en él. Como Minseok aún no estaba muy seguro de su respuesta decidió comenzar con un simple beso, un mero contacto de labios del que no se pudo separar porque rápidamente se vio atrapado por las fuertes manos de su inquilino, quién al parecer había aprendido demasiado rápido de la televisión porque ya estaba jugando con su lengua.

Por mucho que estuviera disfrutando de aquello se vio en la obligación de separarse para coger aire. En cuanto abrió los ojos lo primero que llamó su atención fue lo mucho que brillaban los ya grandes ojos del joven. Se vio inmerso admirándolos durante unos hasta que se percató de algo muy importante y es que su sofá andaba flotando ahora mismo.

—¡Bájame, bájame! —gritaba Minseok, sintiéndose mareado al verse tan lejos del suelo.

Al instante se pudo escuchar el fuerte sonido del sofá y otros varios muebles caer. Al dueño de la casa casi le dio un infarto al ver todo el estropicio pero le quitó importancia al ver la cara de Lu Han, odiaba que fuera tan lindo.

Decidieron trasladarse hacia el cuarto en el que ambos dormían, donde no dudaron en continuar con lo de antes y seguir lo que habían dejado antes. 

Minseok estaba tan concentrado en disfrutar de la boca del contrario que tardó en darse cuenta de que su ropa empezaba a ser tirada pero lo curioso era que Lu Han tenía las manos ocupadas.

—¿En serio estás usando tus poderes para esto? —rió. Nunca en la vida pensó que podría llegar a toparse en una situación como la que estaba viviendo.

—¿Es algo malo?

—No, —contestó sin duda— es más, me encanta.

A Minseok le daba igual que Lu Han no tuviera recuerdos de antes de conocerlo o de que poseyera poderes extraños que aún no podía entender, ya se encargaría él crear y enseñarle nuevas experiencias y si algún día pasaba algo, que no dudaba que ese día llegaría, al menos no tendría que afrontarlos solo.

Kinktober; EXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora