🐆Capítulo 27🐈

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Pov

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Pov. Omnisciente.
[...]


Eren comía alegremente una rebanada de pastel y un batido de fresa.

Su alfa estaba trabajando, por eso ahora él había salido para comer su antojo mañanero. Se había vestido casual, unos jeans ajustados color mezclilla y una playera de tono magenta, sus Vans blancos y un gorrito de lana con estampado de una huellita de gato.

El Omega embarazado lucía radiante, sus hebras castañas (ya un poco más largo) brillaban e incluída su pie], estaba tersa, suave y humectada, pero esos ojos. Eran un lindo lucero de felicidad.

El embarazo le sentaba de maravilla.

Revisa en su celular la hora, 11:57, tan sólo tres minutos para marcar la tarde.

Mira como Crista atendía las mesas. Era muy linda.
La rubia le había dicho que su trabajo era para entretenerse en algo y poder servir y cocinar sus postres, por qué si, Crista era
la dueña del local y a la vez empleada y cocinera.
Sin duda un gran ejemplo a seguir. Por que a pesar de que era de familia adinerada, le gustaba salir adelante de una forma humilde, trabajando por ella misma.

Eren estaba considerando pedirle trabajo, para que él también pudiera cocinar pasteles y no sólo andar de holgazán. Aparte de que la rubia necesitaba más empleados.

Observa su pastel— o lo que quedaba de el— toma el tenedor y lo ensarta en el último trozo de pastel de chocolate.

Ya iba a entrar a su boca, cuando...

Se le cayó.

"Todo se derrumbó dentro de mi, dentro de mi".– dramatizó el Omega.

Eren hizo un puchero y sus ojitos contenieron lágrimas.

Crista había visto eso e intento no reírse, y lo que mejor hizo fué adentro y le trajo otra rebanada de su amado pastel.

El minino le agradeció con una radiante sonrisa y se dispuso a devorarlo, esta vez con cuidado para que no se le cayera.

La Omega terminó de atender las mesas y se sienta frente al chico, apoyando su codo en la mesa y recargando su mano en la barbilla.— nee, Eren.– llamó la oijiazul, obteniendo la atención del gatito que ya se acababa su rebanada.— muchos alfas se te quedan viendo.

Y era cierto, el Omega embarazado era el centro de atención, su aroma era dulce y atrayente, era como atraer abejas a la miel(debido al aroma del bebé no nato). Sólo que de no ser por ese fuerte y picante olor a alfa puro, muchos se le hubieran acercado. El aroma de Levi era como un repelente de mosquitos.

El menor levantó los hombros en señal de que no le importaba y le mostró una sonrisa furtiva a la Omega. Quería otra rebanada.

— no Eren, ya has comido mucho dulce y no es bueno.– dijo Crista, obteniendo un puchero del gatito.— no es no.

© ᝨႮ ℳⅈ ⌾ℳℰℊᗅ Ⓨⓞ Ⓣⓤ ⒶⓛⓕⓐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora