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Miami
Lauren

Di los pasos necesarios para mirarlos. Estaban frente a nosotros como a 10 metros.
Mi cuerpo estaba demasiado tenso y miré a Camila fijar su mirada en alguien. Se habían visto por que de inmediato emprendimos el camino. Muy angustiante para mi. Mi corazón casi salía.

-Camila. Gritó la pequeña hermana de mi novia. Sus padres vinieron detrás con una sonrisa extensa que desde luego terminó cuando me vieron.

-Hola papá, mamá. La abrazaron con entusiasmo y dejó un beso en su mejilla.
Camila se dió la vuelta hacía mi. Debía lucir muy asustada por que su hermana soltó un risita graciosa.
-Quiero presentarles a Lauren Jauregui ¿La recuerdan?

-Hola Lauren, yo soy Sofia.
La linda hermana de Camila extendió su mano hacía la mía de forma amable y se ofreció a ayudar con una de las maletas de viaje. Yo sonreí. Cuando ninguno de los dos se acercaron a mi, yo decidí hacerlo.

-Hola. Su padre extendió su mano de forma brusca y me miró fijamente.

-Alejandro Cabello y mi esposa Sinuhe.
Luego ella simplemente me dió la mano y tomó por un abrazo a su hija.
¿Esto podía ser más terrible? Era obvio que no iba a ser muy esperada en el lugar. Camila tal vez me había mentido sobre la invitación para ambas. Intenté sonreír un poco más pero no pude.

-Lauren se quedará con nosotros para pasar navidad.
Abrí los ojos de golpe y luego ella vino a mi. Su mano se entrelazó con la mía.
Sus padres y hermana asintieron para caminar a la salida del aeropuerto. Yo me sentía demasiado ofendida. Ella me había traído aquí con mentiras. Era bastante obvio que nadie me esperaba ahí y creo que si tomaba mi mano la acababa de joder. Por dios.
Apreté su mano obligándola a verme y yo me acerqué a su oído.
-¿Que es esto?
Se separó un poco par leer mi expresión. Simplemente negó y siguió caminando. Yo en cambio me solté de forma brusca de su mano.
Ella estaba un poco inquieta mirando a todas partes y buscando una buena excusa. Mierda ni siquiera me había presentado como su novia y no creo que hiciera falta preguntar si me recordaban. Gracias a mi y mi infidelidad su preciosa hija había sido sometida a un cirugía para arreglar su brazo, herido por una bala que justamente había disparado mi ex, quien murió.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y traté de distraerme. No necesitaban verme llorar ahora, de tristeza o rabia. Estaba tan enfadada con Camila y a la vez triste por todo.
Salí y respiré el aire de Miami.

-El auto esta por acá.
Alejandro mencionó.
Camila tomó ligeramente mi mano y yo la aparté. Tal vez era un buen momento para fingir que ya tenía el plan de irme a un hotel o con un amiga.
Demonios. Apreté mi maleta.

-¿Pueden adelantarse? Lauren y yo debemos hacer una llamada.
Su padre asintió y tomó mi maleta.

-Yo me encargo de esta. Dijo y simplemente me dejó con Camila a medio estacionamiento.

-¿Que mierda es esta?
Pregunté entre dientes.

-Mi amor tranquila.

-No me digas así ¿O quieres que te escuchen tus papás?
Reclamé.

-Lauren, mis padres sabían que estaba contigo, simplemente actúan así por que tienen una imagen incorrecta de ti ¿Ok? Estoy segura que en estos días se van a enamorar de ti por completo y entenderán cómo somos en realidad...esperaba que tú aclararas que somos en realidad, anda vamos a decirles.
Tomó mis hombros con seguridad y mientras yo seguía quejándome ella me besó en los labios.
Busque inquieta si alguien nos había visto, y así fue. Sus padres fingieron no verlo y subieron al auto.
Pronto estuvimos las dos adentro.
Sofia me regalo una dulce sonrisa.

-Eres muy guapa Lauren.
Soltó y Camila rió a mi lado. Yo enrojecí.

-Gracias Sofia, eres linda también, tu hermana me habla de ti muy seguido.
Ella no se sonrojó. Me sorprendió la seguridad con la que me miró y luego le guiñó a Camila.
Los dedos de mi novia buscaron mi pierna y por fin pude soltar el aire. Al menos a uno de ellos le agradaba.
Seguimos el viaje con Alejandro conduciendo, se miraba molesto o demasiado a la defensiva, mi presencia no le agradaba para nada.

Mi corazón se detuvo cuando entramos a la calle de la casa. Lo miré.
Mi antigua casa parecía ocupada, con el jardín bien cuidado. Apreté sin pensar la mano de Camila y ella besó mi mejilla enternecida.
Recordé el recorrido que hacía a diario por esa calle, observaba la casa de Camila y luego caminaba hasta la mía. Cuando mi madre estaba en mejores condiciones solía besar mi mejilla y preguntarme por la escuela.
Sonreí nostálgica.
Finalmente entramos a la casa.
Algunos de los empleados metieron nuestro equipaje. Nos quedamos en la estancia sin saber que decir.

-Lauren y yo iremos al dormitorio, los vemos en la cena.
Camz dijo. Apreté su mano y luego sonrió levemente antes de llevarme por las escaleras hacía su dormitorio. Cuando entramos ella respiro profundo y se quedó mirándome fijamente.
-Ya soy mayor como para meterte en mí habitación deja esa cara.
Fue imposible no comenzar a reír. Sus padre querían asesinarme con la mirada.

Me di la vuelta para observar ese templo sagrado. Vaya, observar la habitación de Camz era una agradable experiencia.
Estaba dentro como tantas veces lo había deseado. Era muy grande y tenía esa cama enorme en el centro todo alrededor en colores claros y muebles preciosos. Justo en la esquina un mural enorme lleno de fotografías de todo tipo. Me acerqué para verlas.
Me dolió un poco cuando mi cara no aparecía en ninguna y luego una donde besaba a un chico, tal vez en la universidad. Jamás habíamos podido hablar sobre eso de forma profunda.

-Yo moría por tener una fotografía tuya justo en el centro y ¿Sabes que?
Sonrió colocando un beso en mi mejilla.
-La más importante de nosotras dos va a estar de un tamaño mucho más grande.
Me di la vuelta para atraparla contra mi.

-Cuando nos casemos. Ella rió pero asintió con seguridad. Demonios ahora solo debía convencer a su familia de que amaba con todo mi corazón a esta hermosa mujer.

La insoportable Jauregui Donde viven las historias. Descúbrelo ahora