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Nueva York
Camila

-Deja de dar vueltas Camila.
Se quejó Mariza.

-No puedo, estoy...dios, es que no puedo creer que se vaya a casar ¿Porque deja que la traten así? Y luego todo eso que me dijo, ella esta muy estupida como para creer que me quedare sin hacer nada.

-¿Puedes detenerte de pensar eso? Lauren te dejo claro que no quería que hicieras algo, no sabes que clase de personas son la familia de Marie, piénsalo, saben que tu y Lauren, pues...

Mordí mi labio por recordarlo. Extrañaba a Lauren alrededor mío. En mi departamento sonriendo, huyendo de su novia.
Besándome, haciendo el amor conmigo. Dios no. Amor no. Me negaba a creer que había caído por ella.
La insoportable no podía gustarme como me gustaba ahora. Me negaba a verla casada con esa mujer.

-Bueno pues Lauren no se que quería que pasara, estuvo conmigo ¿Entiendes Mariza? Engaño a Marie y...no puede pedirme que me aleje.

Necesitaba hablar con ella de nuevo. Le envié un mensaje.

~Necesitamos hablar~
Tuve que esperar unos minutos por la respuesta pero me llenaba de ansiedad esperar. Mariza me miró seriamente.
Sabía que lo que hacía no era simplemente por mi orgullo o por curiosidad como lo había dicho tiempo antes.
Lauren me importaba.

~Por favor, ya no lo hagas más~
Será idiota. Estaba decidida a cruzar el pasillo y buscarla.

~Necesitamos hablar Lauren, si no quieres entonces iré a buscarte~ contesté.

~Intentare verte, mantén tu puerta abierta~

-¿Que te ha dicho?
Mariza intentaba cuidarme de hacer una tontería.
Incluso hace años me había ayudado a superar esa experiencia de peder a Lauren sin haberla tenido.

-Mariza se que esto suena demasiado raro y...no sé, necesito quitarme esta sensación en mi pecho.

Jacob regresaba mañana a la ciudad, el esperaba que saliera a cenar que reiniciáramos lo que dejamos pendiente antes de que se fuera.
La realidad era que no ansiaba verlo a el, incluso después de salir e intentar acostarnos.
Él había terminado dormido en el sofá del departamento.

Estuve despierta pasada la media noche esperando a que Lauren apareciera.
Di vueltas en la cama. Demasiado. Mejor decidí mirar un poco de televisión. Me serví un poco de vino y me recosté en el sofá. Mariza se había ido aún preocupada, pero ella debía regresar con su esposo y dejarme a mí ocuparme de mis asuntos. Bueno de uno en especial.
El sonido en la puerta llamó mi atención.
Lauren caminó a prisa hasta la sala y justo cuando iba a hablar. Me atrapó en un abrazo.

-Esto es demasiado arriesgado y no entiendo.
Yo la besé con dulzura necesitaba hacerlo. Sus manos sujetaron mi cintura y nos dejamos caer en el sofá.

-Espera no, no. Lauren se alejó de inmediato y me miró angustiada.
-No puedo hacer esto.
Sonreí y de lado. Ella iba a ponerse difícil y yo estaba dispuesta a descubrir lo que estaba pasando.
Puse una mirada seductora y me acerqué a su cuerpo otra vez. Ella me miró, tensa.
Sus ojos me decían que siguiera mientras toda su postura gritaban aléjate.
Mordí mi labio. Ella retrocedía cada paso que yo me acercaba.

-Te extrañé mucho ahora.
Coloqué mi dedo índice en su abdomen y lo fui arrastrando hasta en medio de sus pechos.
Estando ahí con su pijama corta me provocaba tan solo con sus ojos verdes.

-Camz.

-Extrañaba besarte y que me besarás, tener tus manos en mi cuerpo.
Coloque las manos de Lauren sobre mis pechos.
Ella estaba estática. Con la respiración acelerada.
Arrastre una hasta mi culo y la ayudé a apretarme.

-No, no lo hagas.
Mordí su labio inferior. Mi cuerpo ahora estaba pegado al suyo.
De un momento a otro me tenía contra la pared y besando mi cuello.

-Estas volviéndome loca, Camz, pienso en ti todo el tiempo y...
Susurró en mi oído.

-No te cases y comencemos algo, solo ahorita no pienses en nada más.
Me enganche en su cintura y ella me llevó hasta el mueble lleno de fotografías. Las lanzó al piso para sentarme ahí. Estábamos haciendo mucho ruido.

-Espera.

-Marie toma pastillas para dormir, no va a venir, no me buscara al menos por tres horas más.
Se adaptó a mis brazos y pego sus labios con los míos. Cuarenta minutos más tarde, me ayudó a bajarme del mueble y recogimos nuestra ropa de alrededor para dejarla sobre el sofá. Había tomado mi mano para guiarnos al baño.

-Marie va a darse cuenta que estuve contigo, ella es...
No la dejé hablar. Pensé que había quedado claro esto de olvidarse de todo.
La besé con ansiedad y nos metimos en la ducha. Algo que también se alargo.
Me sentía exhausta y deseaba dormir abrazada a Lauren lo que faltaba para que amaneciera.
Me ayudó a secarme.

-Debo irme. Iba salir a la sala por su ropa y marcharse.

-¿Porque haces esto? ¿Puedes decirme al menos por que tienes tanta culpa al dejar a Marie?
No te creo que solo es por su enfermedad, confía en mi Lauren.
Se sentó en la cama y yo a su lado. Suspiró profundamente. Dejó un beso en mis labios. Uno con demasiado anhelo.

-No es por culpa y de verdad temo que algo malo pase, quiero que tu estés bien y Marie es capaz de hacerte daño solo para obligarme a casarme con ella, es parte de su enfermedad, no sé, quizás me ama y no quiere dejarme marchar, es complicado.
Eso ya lo sabía. Ella era una loca.

-Mira Lauren. Me senté en su regazo y la hice mirarme.
-Jamás me imaginé estar en tu brazos como ahora, quiero decir, me gustas y disfruto mucho estar contigo. Ella sonrió.
-No quiero enamorarme de ti, pero es que...
Su mano acarició mi barbilla.

-Me han amenazado con hacerte daño.
Confesó. No imaginaba que tan grave era eso.
-A diferencia de lo que dices yo estoy muy segura de estar enamorada de ti Camz...por eso quiero que te alejes de mi.
Negué de inmediato.

-¿Quien te amenazo?

-No importa quien lo hizo.
Se quejó. Ella comenzaba a estresarse. Y realmente estaba preocupada.

-Bien, estoy dispuesta a escapar contigo Lauren, no sé, vamos a Miami o algún otro lugar donde tu quieras, anda, ve conmigo.
Nos besamos por minutos.
Sabía que no se iba a negar.
-No quiero que te cases con ella.

La insoportable Jauregui Donde viven las historias. Descúbrelo ahora