Capítulo 28.

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Las clases tardaron en acabar, de algún modo parecían interminables. El reloj de la pared del salón no ayudaba mucho, mas bien infundía desesperación e inquietud en los alumnos que lo miraban fijamente en vez de poner atención a la clase. Candy de vez en cuando fijaba sus ojos a ese objeto. Al igual que a muchos ella también quería terminar el día y descansar un poco con su amigo quien la estaba esperando afuera. Volvió su mirada hacia el frente. La cabeza le daba vueltas con tanta información instantánea pronunciada por su maestra. Abrió su cuaderno y con un lápiz comenzó a realizar pequeños trazos circulares en la parte superior de su cuaderno.

-Ey, Candy. Préstame una goma-. Susurró Katia esperando impaciente-. Es sólo que me equivoqué y necesito la goma con urgencia.

-Vale, Katia. No armes tanto escándalo por algo pequeño. Ten.

Agradeció y Katia volvió su atención hacia la clase. A veces esa chica era tan despistada que olvidaba sus útiles en el dormitorio de las chicas.

Le era difícil concentrarse ya que tenía en mente el compromiso con Harry. Aquello la distraía de sus estudios. Apoyó sus brazos en la mesa, y volteó hacia la ventana donde encontraría solamente un gran árbol estorbando levemente la vista hacia el patio y el azulado cielo despejado. No habían nubes. Fijó sus ojos hacia los detalles del árbol, siempre le maravillaba ver sus colores verdosos y marrones; lo llenaban de vida.

Aquel árbol le recordó al suyo en el Hogar de Pony donde pasaba la mayoría del tiempo arriba. Todos sus pensamientos la llevaron a recordar a su hogar en Estados Unidos. Ya había pasado tiempo desde que llegaron a España; y aquello no solamente le trae nostalgia sino que también un fuerte deseo de ver a todos sus seres queridos como Albert, Annie, la señorita Pony y la hermana María, Tom, incluso la tía-abuela Elroy.

Quería volver pronto para verlos otra vez. Aquello hizo que se formara una sonrisa en sus labios al igual que una pequeña lágrima rebelde cayera por sus mejillas. Le había ganado el sentimiento.

-Señorita White Andrew, ¿qué es lo que sucede con el árbol? Ahí se va a quedar. No le pasara nada, por favor, deje de pensar en el prometido y vuelva su atención a la clase-. Sorprendió la maestra a Candy sacándola de su nube nostálgica y alegre. Toda la clase se le quedó viendo de una forma curiosa.

Se limitó a asentir y posicionó su vista al frente. Quería que la tierra la tragara pues ahora sería posiblemente el inicio de rumores entre sus compañeras, o peor aún, su amiga Katia preguntara. Aunque quisiera mentir, no se le daba muy bien por lo que la mayoría de las ocasiones siempre era pillada. Respiró hondo e ignoró las acusadoras y chismosas miradas a su alrededor. En el fondo ella hubiera dado todo para que la maestra no se hubiera expresado de esa manera.

...

Después que tocó la campana que dio final a las clases del día, gracias a la suerte que tuvo Candy, ninguna chica se le acercó a sacarle las "noticias". Colocó sus libros, lápiz y bolígrafo dentro de su pequeña bolsa y se dirigió hacia su habitación para cambiarse. Con un paso apresurado no le tomó demasiado tiempo para entrar al dormitorio. No había nadie. Aprovechó el momento para colocarse otro conjunto más sencillo al que traía y se abrigó con su bufanda azul claro que combinaba con su gorro del mismo color. A pesar de tener sol, el viento estaba helado por lo que tenía que ser precavida y no enfermarse. Agarró del armario su paraguas blanco.

Cerró con seguro el cuarto y se dirigió corriendo escaleras abajo hacia la entrada de la academia. Viendo con cuidado para que nadie la viera, se relajo y decidió salir hacia los jardines donde un guapo caballero la esperaba con un ramo de jazmines blancos. Le dedicó una sonrisa al chico recibiendo de parte de él otra. Se acercaron ambos al otro; una para avisar su llegada y el otro para ofrecerle un lindo ramo de flores. Llevó las flores cerca de su nariz para olerlas, tenían una fragancia dulce y calmante. Por fin había llegado el momento que la chica de cabellos de oro estaba esperando desde que las clases iniciaron; y por lo visto, también el Miller. No dejaba de proyectar esa sonrisa encantadora que le resultaba atrayente a Candy.

|| Renacer || Candy & AnthonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora