Capítulo 36.

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Días atrás...
-Después de la visita del Grandchester al dormitorio de Archie y Harry-

Al llegar de trabajar, Harry se veía cansado. Sin duda el trabajo le estaba cobrando energía suya por lo que decidió echarse a la cama y simplemente mirar el techo. No sólo el trabajo le estaba haciendo mal, sino que también el haberse encontrado con el amor del pasado de Candy le hizo sentir peor. Los celos le inundaban los pensamientos, al igual que la duda lo devoraba lentamente.

Ya había platicado de esto con Anthony, quien le había aconsejado que creyera en Candy. Que no perdiese la confianza en su amada rubia. Y eso hizo, más todavía le atormentaba la imagen de verlos juntos alguna vez. Bastó con una mirada para que Harry se sintiese decaído. Derivado de estos sentimientos, el trabajo comenzó a parecerle pesado. Cerró los ojos intentando no ver a través de ellos a una Candy abrazada con el Grandchester, no obstante cayó en un sueño al instante en que vio todo oscuro.

Ahora se encontraba en el jardín habitual que comparten Anthony y él. Esta vez Anthony estaba sentado en una silla de jardín admirando el Sol. Parece que estaba descansando también después de un arduo trabajo.

-¿Te has preguntado qué es lo que hace que brille tan radiante el Sol?-. Preguntó Anthony cerrando sus ojos y dejando que los rayos de luz golpearan su rostro.

-No, nunca. Siempre he estado ocupado observando otras maravillas-

-Pero nunca me di cuenta de lo hermoso que puede ser la luz-. Finalizó Anthony-. Es algo que has dicho antes.

-Pero... nunca te lo he dicho.

-Harry, estamos más conectados de lo que tú crees. Candy, es el lazo que nos conecta a ti y a mí. Siento tu dolor, como tú comprendes el mío-. Comentó Anthony volviéndose a poner su sombrero-. Así como puedo permitirte ver mis recuerdos, tú también puedes hacer lo mismo conmigo.

Eso había sorprendido bastante a Anthony, quien aún intentaba descifrar el por qué él sabía sobre aquella frase cuando nunca la pronunció anteriormente. Sin embargo, si eso que dijo era verdadero, sólo pudo significar una cosa. Ambos pueden compartir sus memorias. Esto era algo bastante extraordinario, al igual que extraño. ¿Cómo era posible todo esto de leer las memorias del otro? ¿Y por qué Harry no podía hacer lo mismo que hace Anthony? ¿Anthony tendría experiencia en esto?

-¿Podrías decirme la verdad? ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué me resultas tan familiar?-. Preguntó Harry dudoso.

-No puedo decirte nada de eso, lo tienes que averiguar por ti mismo. Sólo puedo decirte que yo... sólo soy una imagen, un producto de tu memoria-. Respondió-. Una imagen que puede moverse, sentir y vivir los momentos por los que estás pasando. No por nada hice que volvieras a este lugar.

-¿Cómo? No entiendo qué quieres decir Anthony...

-Siento tu dolor ahora mismo. ¿No sirvió de nada la conversación que tuvimos, cierto? Sigues dudando de Candy-. Añadió-. Puedo sentir cuánto te apuñala el corazón el haber visto a Terry. Lo sé, a mí también me duele.

Harry movió su cabeza varias veces para tratar de procesar las palabras del ojiazul. ¿Si fuera una imagen, por qué tendría la capacidad de sentir su dolor, sus celos, su desconfianza? En su propio racinio pareció fuera de lo común. Por otro lado, Anthony estaba en lo correcto. Harry le pesaba el corazón sentir que Terry pudiera llevarse a Candy.

-Quizás... ojalá no lo hubiera conocido o siquiera visto. No quiero sentirme así cuando estoy con Candy. No es de caballeros mostrarle a su dama estos míseros celos-. Apretó los puños el ojiverde y maldiciéndose a sí mismo.

Anthony, en cambio, se acercó lentamente hacia él hasta estar frente a frente. Se quitó sus guantes de jardinería y llevó una de sus manos hacia la mejilla de Harry quien estaba a punto de derramar lágrimas. Éste sintió el tacto de Anthony; el calor que emanaba de su mano era real. Se sintió tan real así como sentir cada roce en su rostro.

Anthony sonrió. Harry calló.

-¿Quieres olvidarlo?

-¿Olvidarlo...?

Anthony asiente.

-Olvidar aquel dolor del que sufres ahora mismo. Puedo hacer que dejes de lamentarte por aquello-. Respondió dándole su sombrero habitual para protegerse del Sol-. No puedo dejar que sufras, porque yo también sufriré. Y ambos nos vemos mejor cuando sonreímos que cuando nos lamentamos.

Harry asintió finalmente, derramando una lágrima traicionera. Anthony, con su sonrisa natural, acercó la frente del Miller hacia la de él para chocarse suavemente y ambos cerrar los ojos. De repente todo el peso que sintió el Miller se fue desvaneciendo como si tratase de la evaporación. Aquello fue inesperadamente aliviador para Harry. Éste abrió los ojos al mismo tiempo que el Brower. No tenía idea de qué había ocurrido, pero lo único que tuvo asegurado fue que aquel dolor había desaparecido.

-¿Cómo fue que...? Ya me... siento mejor-. Balbuceó por un momento y se detuvo a ver si algo había cambiado.

-¿Ya no te duele, no? Todo está aliviado ahora. Eso es lo único que importa Harry.

Lo que realmente no supo Harry fue que Anthony había sellado aquel recuerdo en donde intercambiaron miradas de rivalidad, el Grandchester y él. Ahora todo el peso que sintió había desaparecido junto con el conocimiento de ésta memoria. Por lo que una vez apartándose de la cercanía del Brower, Harry despertó exhausto y con la respiración acelerada.

¿Qué había ocurrido?

...

Candy y Annie se encontraban yendo a las últimas tiendas de ropa de la cuadra. Annie estaba dispuesta a comprar algunas prendas europeas de primera calidad, ya que se sabía que la mayoría de éstas llegaban con una calidad un tanto inferior a comparación de las vendidas en Europa o siquiera eran una copia pirata.

Una vez terminadas las compras en las tiendas de ropa, se dispusieron a entrar a una joyería que estaba paralela a la última tienda a la que habían entrado. Ahí encontraron distintas pulseras, anillos, collares, aretes y por supuesto, piedras preciosas por separado. A lo largo de la visita a la joyería, Annie encontró un perfecto juego de pulseras y de dijes. Éstos llevaban una amatista en forma de rombo, mientras que las pulseras estaban adornadas de perlas pequeñas junto con algunas figuras disimuladas.

-Hey, Candy. ¿No te gustaría este par de pulseras? Podría comprar este juego para Archie y yo. Sería un lindo regalo para cuando sea su cumpleaños. ¿No crees?-. Pregunta Annie pensando en su novio.

-Yo creo que le encantará, y más si viene el detallo de parte tuya. Sabes que le hará feliz, mientras seas tú quien se le dé.

Annie asintió poniéndolos en el mostrador, al igual que le señaló los dijes a su amiga.

-¿Qué te parece si le regalas este dije a Harry? ¡Le encantará!-. Exclamó la Britter animada y pidiéndole a la vendedora que envolviera éste también.

-No lo sé, quizás no sea muy de Harry portar un dije.

Rieron ambas. Únicamente Annie compró algo para su pareja y ella. Al salir de la tienda, se encontraron a un Archie totalmente ido ya que no reaccionó en ningun momento a su vuelta. Éste mismo se llevó a su novia lejos dejando a una Candy confundida atrás.

Annie lo miró extrañada ya que no era el estilo de su novio irse de un lugar. Ya estando lejos de Candy, al otro extremo de la calle, Archie se calmó limpiando un poco de su sudor con un pañuelo de bolsillo.

-Querida Annie, ¿ves a ese chico de allá? -le pregunto a su novia, dirigiendo su vista hacia las ventanas de una cafetería donde se situaban Harry y Terry. Annie asiente.- Es Harry con Terry, el chico que Candy antes amaba. Presiento que algo está mal... Harry nunca se vería alegre yendo de la mano con su rival.

-Ahora que lo dices... sí es extraño. Espero que no suceda nada entre los dos. O algo peor... ¿crees que están acordando irse a pelear?

-¡Cómo crees Annie! Sabes que Harry no es de meterse en peleas, aunque... Terry ese sí que se metía en líos y ambos lo sabemos.

-¡Oh claro! Los días en el Colegio San Pablo. Cómo olvidarlos.

Ambos quedaron observando hacia aquellos dos que parecían conversar libremente, parecía que se estaban llevando bien. Además, les infundía curiosidad saber de qué estaban hablando. ¿De Candy quizás? ¿El amor que ambos sienten por la rubia?

|| Renacer || Candy & AnthonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora