Capítulo 32.

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-¡Ey Candy! Buenos días, ¿cómo estuvo tu noche?- Preguntó Harry caminando a un lado de Candy. Se mostraba ansioso.

-Supongo que bien, aunque tengo una compañera de cuarto que ronca demasiado. ¡Tengo que taparme los oídos si quiero dormir bien!-. Exclamó riendo y mirando de manera tierna al otro.

-Vaya, eso sí que es mala suerte. Al menos tú puedes dormir, yo necesito esperar a que Archie termine de hablar consigo mismo. Hace eso todas las noches sin darse cuenta.

Ese día habían decidido tomar un paseo, ambos riéndose de sus noches a la vez que platicaban sobre sus tareas o trabajos en clase. Curiosamente, ambos la estaban pasando más que bien con la compañía del otro. Candy miraba de reojo a Harry, y viceversa cada vez que el otro volteaba hacia el frente o a un lado. Se acercaron a una heladería puesto que el sol pegaba fuertemente al medio día en un domingo. La rubia optó por un sencillo y el Miller por un agua fresca. Una vez dejando todo pagado, decidieron retomar su caminata por la ciudad.

-El miércoles la escuela nos dará dos semanas libres. Podríamos ir a recorrer otros lugares de España.- Comentó Candy llevándose con la pequeña cuchara un poco de helado a la boca saboreándolo.

-No estaría mal, después de todo son agotadoras las clases. ¿Qué te gustaría visitar Candy?

La rubia quedó pensativa. Ella sabía perfectamente que adora conocer nuevos lugares y fascinarse con el entorno que tiene, sin embargo nunca se había hecho esa pregunta. Nunca se había detenido a pensar en otros lugares que no fueran más allá de la Colina de Pony. En ese instante, llegó a su cabeza la carta que le había mandado su mejor amiga Annie Britter, comunicando que pronto estaría en España.

-Tendremos que esperar un poco, acabo de acordarme de algo. Mi mejor amiga, Annie, vendrá aquí por lo que el viaje tendrá que ser dentro de una semana.-Pausó sonriendo al imaginarse a su amiga abrazándola de nuevo después de meses de no verla.- Quiero que venga con nosotros, ¡Un viaje con Annie será increíble!

El Miller asintió varias veces y sorbiendo de su agua. El clima parecía amenazador con la tremenda onda de calor que se sentía en el aire por lo que sugirió llevarla a un lugar con sombra. No quería que le fuera a dar algo a su amada, -aunque todavía no lo era-. Al principio tomó nerviosamente la mano de Candy pensando en su reacción, y aquello lo presintió ella. Su mano temblaba ligeramente al contacto con la suya además que había un rastro de ligero sudor en ella ocasionado por el calor y la idea de acercarse a ella con un gesto tierno.

Ella sonrío ampliamente.

Correspondió sin pensarlo mucho la mano de Harry entrelazando sus dedos con los de él. En el rostro blanco de la chica, se apreciaba un patrón de color rojizo indicando que Candy estaba nerviosa y a la vez ansiosa. Totalmente nuevo para los dos. Se miraron entre ellos con los ojos abiertos y la misma expresión de vergüenza pintaba sus rostros. Al percatarse del encuentro entre sus ojos, dispersaron la mirada hacia otro lado aún manteniendo el agarre entre sus manos.

-V-Vamos antes que pegue más fuerte el calor.- Añadió Harry rápidamente al momento antes de quemarse de vergüenza en medio de la calle. Su acompañante asintió.

Sin dudarlo, ambos corrieron sincronizados dejándose llevar por el cuerpo de Harry guiándolos hacia una zona segura. Al llegar a un lugar con sombra, deshicieron su agarre y respiraron agitadamente; sus corazones latían al compás del otro pues estaban inundados de pena y un amor secreto por el otro.

-H-Harry...

Sus sentidos se establecieron al escuchar a Candy suspirar nerviosamente. No tardó en fijar su mirada en ella y para cuando se dio cuenta, era muy tarde: se encontraban en un pequeño callejón que daba hacia algunas residencias en una calle cerrada. Candy estaba enfrente de él, casi pegada al cuerpo del chico. A escasos centímetros. Juraba que la rubia escuchaba fuertemente los latidos de su amigo.

|| Renacer || Candy & AnthonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora