El aburrimiento atacaba de nuevo, miraba a mi alrededor mientras caminaba por los pasillos y miraba la luz de las lámparas. Era de día y la mansión solo era iluminada por focos. Desde siempre me había sentido débil, cansado y enfermo. De nuevo sentía frío y no podía salir en busca de unos rayos de sol.-no Jack, te lastimaras si sales. Esas palabras de nuevo, siempre debían ser esas palabras. No.
Me aleje de mi madre y fui a mi cuarto, al menos ahí obtendría un poco de calor. En los pasillos resonaban mis pasos y los murmullos de los criados.
-buenos días joven Jack. Decía cada uno de los criados con los que me cruzaba.
-Buenos días- contestaba desganado y sin mirar a la persona.
Siempre era lo mismo, tenemos casi un batallón de trabajadores; sirvientes, sirvientas, cocineros, jardineros, guardias y un mayordomo. Pero la mayoría del batallón me trata de la peor forma en la que me pueden tratar. Como enfermo. Odio que siempre me traten como si no pudiera hacer nada por mi cuenta, o que en cualquier momento me fuera a morir.
Suspire con cansancio mientras pasaba por una espantosa pintura vanguardista. Nunca me han gustado las pinturas de mis padres, ni las estatuas, alfombras, floreros y en general la decoración, me recuerda siempre lo pálido y blanco que soy.
-Jack - susurró una voz que conozco a la perfección.
Busqué la voz de inmediato, hasta que vi una mano indicándome a que cuarto entrar. Corrí a pesar de que mis padres me lo tienen prohibido. Mire de con atención el pasillo, si recordaba bien no había un cuarto o puerta. Entre al cuarto mientras me aseguraba que ningún sirviente me viera. La puerta se cerró de inmediato, lo único que iluminaba la habitación eran las lámparas y focos.
La mayoría de las ventanas en la casa estaban cubiertas. Mientras que las ventanas que aún funcionaban permanecían alejadas de mi o con alguien que evite que entre.
Fije mi mirada a la única persona que pude ver en aquella habitación.
-no deberías de correr - dijo con voz sería y mirándome con desaprobación.
-lo siento abuela- conteste de inmediato por costumbre y con tono arrepentido.
Sus ojos verdes se quedaron fijos en mi, parecía que me regañaría en cualquier momento, que me explicaría como todos que no puedo ser normal.
Pero no lo hizo, mi abuela comenzó a reír con fuerza mientras abría las cortinas. Se comenzó a ver todo tipo de postres, bocadillos y golosinas en la mesa de aquel cuarto.
-mi querido Jack, no deseo privar te de los placeres de la vida y la niñez. Por eso he preparado este santuario para ti- dijo con alegría y mostrando su mejor sonrisa, con aquellos labios finos y un poco arrugados por la edad.
-pero, abuela creí que. Creí que me regañarías- conteste confuso y alejándome de los rayos del sol que entraban por la ventana.
Las risas comenzaron de nuevo y su mano se extendió en forma de invitación, mientras que la otra regresaba a su lugar un mechón canoso.
-no querido, nunca te regañaría por querer vivir, por querer disfrutar o tomar un rato el sol. No te preocupes por el sol, por la luz, los dulces o todo lo que tiene este cuarto. Yo misma lo diseñe para que puedas disfrutar de todo lo que te es negado por tu condición- su voz quería quebrarse en sus últimas palabras, pero ella no lo permitió.
Sus ojos derramaban una que otra lágrima, su sonrisa se esforzaba por mantenerse en su rostro y su mano mostraba un pequeño temblor. Siempre que me encontraba con ella algo sucedía entre nosotros, algún secreto o conversación. No hablaba mucho de mi condición y hoy en especial estaba tocando el tema apropósito.
ESTÁS LEYENDO
Unidos por un wu
Fanfiction¿Qué pasa cuando decides renunciar? Jack Spice genio del mal...ex genio del mal, decide liberarse de aquel ciclo sin fin de humillaciones, dolor, desdén y gran depresión. una nueva vida, un Wu misterioso y por completo desconocido, un emperador del...