El despertar

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El tiempo transcurría diferente, la noción de este se fue al carajo una vez que el infierno se desato para el inmortal. Su propio inframundo era diferente en esta ocasión, callado, sin imágenes ni voces. Todo estaba tan silencioso que le causaba cierta inquietud al emperador del mal. Ahora sabia de cierta forma porque siempre trataba como basura al menor, la razón de su desprecio y negación a aceptar que es una mente maestra. El tiempo en donde todo estaba callado lo uso para meditar, concentrar la verdad que se ocultaba en su maldición. Ahora que estaba viendo parte de la verdad no tenía un camino a elegir, no tenia opciones viables que fueran beneficiosas para él. Si el desprecio por el gusano era causado por su inmortalidad, no había nada que hacer, después de todo la vida del menor terminaría en un parpadeo para él.

Sabía que el albino ya no lo miraba como antes, de eso se encargo de mostrarle sus recuerdos, logro comparar la mirada del pelirrojo anterior con la de ahora y sin encontrar otra palabra, lo odiaba. Ahora sabia que había significado aquella mirada boba que tenia siempre, sabia de la orientación del joven genio hace unos días y había visto como una posibilidad, pero después de saber que se estaba dejando manipular parecía difícil, de cierta forma algo impedía que se diera por vencido por completo con el menor.

Una parte de su conciencia le decía que siguiera con su desprecio y desdén para destruir al menor, pero su parte humana aún le decía que peleara, que no se dejara vencer, hace cientos de años que estaba luchando una pelea con un pequeño apoyo del verdadero Chase Young y ahora la misma parte estaba dudando si continuar con aquella mentira a la que estaba sometido. Todo estaba terminando, el temor más grande de la parte humana del inmortal estaba en peligro, los cientos de años en los que había peleado con la maldad pura se estaban terminando.

-vamos Chase no me dejes solo- le suplico su otra parte mientras le mostraba los recuerdos más humanos que ha tenido, en ninguno de ellos estaba el albino. Una jugada buena por parte de la maldición, separar el enfoque de odio para poder manipularlo a su antojo. Debía encontrar una forma debía hacer que se aferrara a su lado bueno.

El recuerdo de la debilidad del dragón olivo sobre el joven genio llego, lo habían visto tan diferente a lo que recordaban ambos, tanto que ni la maldición logro impedir ese momento. El lado bueno del emperador malvado vio hacia donde se dirigía la mano del inmortal, su mirada y como recordaba el sentimiento que se negó a sentir en su inmortalidad.

Lanzo el recuerdo con fuerza, esperando que el dragón olivo reaccionara y recordara el sentimiento de esos momentos. La paz regreso, no había visto a un inútil, había visto a un joven que había realizado un buen trabajo, un muchacho que termino cansado y gracias a eso termino adornado con felinos feroces, durmiendo cálidamente con ellos. También se coló el aroma del menor, su rostro dormido, el rostro que pone siempre que se concentra y cuando se pierde en su trabajo.  Algo reacciono de nuevo en su mente, el susurro que había comenzado por el Chase bueno se había convertido en gritos de alegría, había conseguido que su lado humano despertara.

La pelea apenas había comenzado, entre la maldición y el lado humano, ambos tenían un objetivo y esa meta no estaba dispuesta a cooperar con ninguno de los dos.

El cosquilleo estaba comenzando en la punta de sus dedos, sentía de manera placentera como la cola regresaba a su cuerpo, como su piel regresaba a ser humana y dejaba de tener aquellas escamas tan duras como el acero, las garras regresaban a ser uñas y dedos, los dientes afilados regresaban a su habitual forma perfecta, las escamas que estaban en su espalda desaparecían y su cabello negro regresaba a su forma habitual. Su rasgo más distintivo, aquellos ojos dorados que hacían temblar a cualquiera habían regresado sin los párpados de reptil.

Su cuerpo humano estaba de vuelta, sentía el aíre fresco en su piel desnuda, sentía la humedad de su sudor recorriéndole la frente y la espalda. Apenas si podía mover un dedo con su propia fuerza, si alguien quería eliminarlo ese era el momento perfecto después de todo era como un recién nacido. Las sensaciones estaban empezando a surgir de nuevo, aún podía detectar aromas como una bestia, un efecto secundario que debía lidiar por unos días.

Unidos por un wuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora