La primera víctima

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El sonido suave de la maquina estaba por completo en aquella habitación, la maquina había estado trabajando 24 horas seguidas, sin duda era una monstruosidad al ser diseñada, cada método de enfriamiento, recarga de materiales y producción era de la categoría de una maquina industrial, sin duda la velocidad también era rápida para algo normal, no le tomo mucho tiempo mejorar ese aspecto en la máquina.

El albino continuaba con las pruebas, había pasado al menos dos días desde su regreso y sentía con mayor fuerza una voz que le susurraba que procesos seguir y cuales mejor abandonar, gracias al cielo los que termino abandonando eran exactamente los que tomaban mucha preparación de cada pieza con alguna temperatura o liquido diferente a la construcción. Ahora se dedicaba a mirar las piezas con detalle, en busca de algún indicio mayor que marcara el inicio o fin del armado, para fortuna del menor, su progreso fue reconocido con comidas suficientes para él y tres veces al día.

La compañía de los felinos aumento en esos días, al parecer aún estaba la posibilidad alta de que el albino aprovechara la debilidad del inmortal para poder librarse de aquella tarea, los único que no consideraban vigilar con seriedad eran dos felinos en específico y padres del felino que no se separaba del menor. Pasaron algunos días y en lo único que se podía concentrar el hindi era en cómo había terminado sumergido en aquel contrato de esclavitud, incluso las pesadillas que se habían desvanecido hace años, regresaban tan frescas como al principio.

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El día era soleado, la pequeña aldea estaba alegre y con todo lo necesario para que la gente disfrutara la vida que tenían, los niños jugaban, los ancianos miraban con alegría la vida que los rodeaba, mientras los guerreros regresaban a sus casas para entregar los regalos del soberano de la India. Un joven guerrero regresaba con dicha y orgullo a su hogar, deseaba mostrarle a su familia lo que había logrado y ganado la gracia del sultán. El moreno regresaba a ver a sus queridos hermanos y hermanas, a encontrarse de nuevo con la familia que amaba más que a nada en el mundo.
El sueño siempre empezaba así, con un recuerdo hermoso, con sentimientos alegres y llenos de esperanza ante todo lo que podía pasar. Samir miraba el cielo con agradecimiento, a un Dios o a todos, a cualquiera que fuera responsable de lo afortunado que era en poder brindar a todo un pueblo una vida digna y prospera.
Pero este sueño, no era eso, era una pesadilla que empezaba de la manera más cruel, mientras poco a poco mostraba su verdadera naturaleza. Los gritos comenzaron a extenderse en el pueblo, algo sin duda estaba mal, había dos opciones unos enemigos o la llegada de unos tigres muy hambrientos. El guerrero salió de inmediato de su casa, con su armadura puesta y su arma en su mano, mientras con una sonrisa gentil pedía a su familia refugiarse.


-Samir, ve con mucho cuidado- pidió con gran preocupación su madre mientras le entregaba una pulsera con cuentas cafés y dos de color celeste.


-lo tendré madre- respondió con cariño mientras besaba la frente de su madre y salía en busca del enemigo.


La sensación que le dio en ese momento no había cambiado a la que se enfrentaba todos los días desde que conoció al inmortal.
Lo primero que se encontró fue a un hombre alto, de piel clara, cabello negro con destellos verdes, usando una armadura de color cobre. El caminar de aquel hombre era elegante, seguro y lleno de confianza en cada paso, mientras se encargaba de dejar inconscientes a cada guerrero con el que se topaba.


-detesto repetir las cosas, les dije que solo vine a hablar con el guerrero al que le dicen hijo de Kartikeia- dijo con fuerza mientras sus ojos dorados buscaban como un depredador hambriento.


En ese momento Chase encontró a su presa en un vistazo, analizo por completo el cuerpo y acciones del moreno, la fuerza, sus músculos, la armadura que tenía puesta y la manera tan hábil de ponerse en guardia apenas lo miro.


“te encontré” pensó victorioso mientras lanzaba a otro guerrero al suelo y caminaba con gran determinación hacia el guerrero que quedaba de aquella aldea.


-hijo de Kartikeia- dijo con cierta emoción el emperador del mal al estar frente a él.


Samir se mantuvo atento a cualquier movimiento, aquel forastero no era normal en ninguno de los sentidos, su velocidad, sus reflejos y la fuerza, sin duda era un monstruo el que se había presentado en su aldea.


-mi nombre es Samir, dime que es lo que quieres- hablo con fuerza mientras controlaba el escalofrío que le recorría la espalda y la sensación de peligro en su cuerpo. El sudor frio había pasado por la nuca del moreno mientras con todas sus fuerzas se controlaba de no ser traicionado por su propio instinto de sobrevivencia.


-he venido a reclutarte como uno de mis guerreros- soltó con normalidad mientras el dragón olivo miraba la aldea, todos los guerreros que lo enfrentaron querían defenderla con fervor.


La mirada en los otros estaba sumergida por el terror y la desesperación, pero el guerrero que estaba enfrente del emperador del mal, lo miraba con calma, con determinación y mucho cuidado. No hacia movimientos innecesarios, no dejaba un punto abierto como sus otros compañeros y en definitiva no le dejaría las cosas fáciles. El pelinegro lo sabía, no había pasado tanto tiempo esperando el nacimiento de un guerrero de ese calibre, ahora que lo tenía enfrente podía sentir la emoción de tener al fin un combate verdadero, después de su transformación.
Samir lo miro con desconfianza, reclutarlo como un guerrero por un extranjero, era sin duda una de las cosas que nadie esperaba que sucediera, en especial por la gran diferencia que había en apariencias.


-por tu cara y tono de voz, puedo entender que no es una invitación- respondió con cuidado al mantener su distancia y después de analizar al emperador del mal.


-lo entendiste bien, Samir hay dos opciones, si me derrotas estarás libre de hacer de tu vida lo que quieras pero si pierdes debes unirte a mis líneas- explico con completa confianza y con una pose relajada, sin duda parecía que el dragón olivo se preocupaba poco sobre el enfrentamiento que estaba teniendo, pero no era así, su guardia estaba por completo arriba, sus ojos analizaban el terreno con discreción y en especial al guerrero que estaba enfrente de él.


-¿qué pasa si me niego?- respondió con muchas dudas en su ser, su voz había salido calmada y sin muestra de alguna debilidad, pero sin duda la respuesta sería lo que le diera un camino a seguir.


-ganas o pierdes, no hay más opciones- contesto cortante mientras se preparaba para el combate con el moreno.


La sensación de ser cazado por una bestia creció aún más mientras se mentalizaba para el combate, de una manera irreal el guerrero sentía que ya había sido derrotado solo con la presencia que tenía enfrente de él. Su instinto de sobrevir le gritaba que corriera y se llevara a todos los que le importaban, mientras que su lado guerrero le exigía hacer frente al enemigo que se le puso enfrente.


-soy alguien muy paciente, pero ya esperé mucho por este encuentro, lo único que me interesa es este duelo entre tu y yo, eso es todo- declaro algo fastidiado mientras se preparaba a atacar el dragón olivo.


Lo que sucedió en ese momento fue por completo inolvidable para ambos, el primer ataque del emperador del mal fue de gran magnitud y por completo bloqueado por el guerrero. El estruendo se extendió en todo el pueblo, siendo la clara señal que sabían abandonar aquel lugar en ese momento o terminarían como los guerreros que se enfrentaron al extranjero.


-buena defensa- alago con cierta hostilidad mientras preparaba una patada hacia el costado del moreno.


-y lo es- respondió bloqueando y soltando un golpe contra el pelinegro.


El impacto fue lo que hizo sonreír a Chase, aquel golpe que recibió en su rostro, sin duda era el primero desde hace muchos años, lo cual solo hizo que la emoción creciera en su ser y deseara aún más dominar a aquel guerrero.
Ambos se alejaron mientras se miraban a los ojos, se analizaban e intentaban leer cual sería el próximo movimiento de su adversario, pero ninguno lograba adivinar. La defensa de ambos era buena, mientras que la fuerza de ambos era brutal.
Los movimientos continuaron con velocidad y precisión, el golpe que había logrado dar el hindi, ahora lo recibía en su rostro, mientras bloqueaba otro golpe del inmortal. El impacto en los cuerpos de ambos resonaba con fuerza, como si dejara un eco el cual se extendía en ambas naturalezas de los guerreros.
Los aldeanos no esperaron a una señal más clara que ver a su salvador pelear con todas sus fuerzas, por un acto desesperado se llevaron a la familia del moreno, mientras dejaban en aquel lugar todas sus cosas, no era la primera vez que tenían que correr por sus vidas y si podían salvar a la familia que siempre les ayudaba ya era una victoria.

Unidos por un wuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora