Capítulo 15

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Aquella mañana me desperté atontada, parecía que seguía soñando y que en cualquier momento iba a despertar. Bajé a la cocina para desayunar con el pelo revuelto y sin maquillar, era lunes, así que supuse que no habría nadie en casa, pero me equivoqué.

—Buenos días, dulzura —me susurró Ethan muy cerca de mi oído, provocando que se me erizase toda la piel.

Me puse muy nerviosa al notar sus labios rozar el lóbulo de mi oreja. Él se percató, sonrió y me besó con ternura.

—Buenos días —dije completamente colorada—. ¿No tienes clases hoy?

Maldecía una y otra vez por no haberme maquillado antes de bajar, o al menos haberme recogido el pelo.

—Solo tenía una hora y media de clase, así que paso —se sentó en la mesa y me sonrió—. ¿Qué te apetece hacer hoy?

Besarle, me apetecía besarle hasta perder el conocimiento. Mis mejillas ardieron y tuve que contener la respiración por un momento.

—¿Se puede saber qué acaba de pasar por tu mente?

Ethan me miraba con una sonrisa torcida, parecía divertirse con la situación.

—Nada —me apresuré a decir mientras preparaba una tostada con chocolate y me sentaba frente a Ethan—. Hoy dan partido, ¿no?

—¿Te gusta el fútbol?

—Claro —me encogí de hombros, obviamente prefería tener una cita con Ethan, como por ejemplo ir al parque de atracciones, pero mi pierna no me daba muchas opciones—. Podemos preparar palomitas y verlo.

Le di un mordisco a mi tostada y sonreí, me encantaba el chocolate. Vi que no me había preparado nada para beber, así que me levanté para prepararme un vaso de leche.

—Me gusta la idea.

Se levantó de la silla, se acercó a mí para besarme de forma demandante, me fui apoyando en la mesa hasta sentarme en ella y enrosqué mis piernas en su cadera.

—Para, nena —noté su sonrisa contra mis labios—. Al final perderé el control.

Pero yo no quería parar, quería tenerlo todo de él.

—Pues piérdelo —susurré contra sus labios.

Su mirada estaba totalmente fuera de control, y yo también. Volvimos a besarnos con necesidad mientras mis manos investigaban bajo su camiseta. Me cogió la nuca para profundizar el beso mientras un suspiro escapaba de mis labios.

—¡Hola! ¿Hay alguien en casa?

Nos separamos de golpe al escuchar la voz de mi hermano. Nuestras caras lo decían todo: no debía enterarse por ahora. Ethan me ayudó a bajar de la mesa y fingí seguir preparando el vaso de leche.

—¿No me escucháis o qué? —protestó entrando en la cocina.

Me giré hacia él con cara de sorprendida.

—¡Derek! ¿Cómo es que estás aquí?

Mi hermano entró en la cocina, seguido de Jenny.

—He venido a pasar un par de días, quería ver cómo estabas —tenía esa sonrisa que tanto me recordaba a nuestro padre—. La verdad es que me quedé muy preocupado cuando Jenny me contó lo que había pasado.

—Estoy bien, tranquilo —dije encogiéndome de hombros.

—Menudo golpe, mira tu pierna —puse los ojos en blanco, mi costilla estaba peor aunque no lo pareciera—. ¿También te golpeaste en la cara? Tienes los labios algo hinchados.

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora