Capítulo 40

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Tiempo

Habían pasado dos semanas desde que mi hermano había regresado. Dos semanas en las que él había decidido encerrarse en su habitación prácticamente todo el día. Dos semanas en las que Jenny volvió a dejar de hablarnos tras saber lo ocurrido con mi hermano. Dos semanas en las que Fer había dejado a Carol.

Estaba sentada en el sofá viendo una película mientras Ethan me acariciaba suavemente el brazo derecho. Estaba realmente agotada psicológicamente.

—Buenos días.

Me giré un poco y vi a mi hermano hecho un harapo. Inmediatamente arrugué la nariz.

¡Qué horror!

Iba con el pelo todo revuelto, la barba de hace días y el pijama sucio. Ethan me miró y me dio un beso en la frente antes de susurrarme:

—Yo me ocupo, dulzura.

Observé cómo entraba en la cocina y hablaba con mi hermano, aunque no llegué a escuchar el qué. Y, de pronto, una idea genial apareció en mi mente. Salí corriendo hacia mi habitación, cogí el teléfono y marqué a Carol. Al principio se hizo de rogar, pero al final accedió a venir: no podía resistirse a ir de compras. Mi hermano necesitaba ropa, y ambos precisaban distraerse con urgencia.

Le expliqué mi plan a Ethan y aceptó acompañarme. Los tres nos duchamos lo más rápido que pudimos y subimos al coche, pasamos a buscar a Carol y nos fuimos al centro comercial.

Pasamos más de dos horas de tienda en tienda buscando ropa. Me estaba empezando a cansar de comprar, y Ethan también, así que decidimos ir a tomar algo mientras Carol acababa de arrasar el centro comercial.

—Carol tiene mucho carácter, ha conseguido llevarse a Derek con ella.

—Sí, cuando quiere es muy persuasiva. Ya le va bien a mi hermano tener a alguien como Carol cerca, últimamente estaba demasiado deprimido.

—¿Y qué esperabas?

—No lo sé —me encogí de hombros y le di un sorbo a mi refresco—. Supongo que es normal, pero no me gusta verle así.

—Tu amiga sí que no es normal. ¿No está demasiado animada para acabar de romper con Fer? La dejó él, ¿no?

—Sí, pero Carol es así...

No pude evitar negar con la cabeza al verla a lo lejos con una sonrisa de oreja a oreja y dos bolsas en cada mano, mi hermano llevaba otras seis, y suponía que la mayoría eran de ella.

—¡Qué a gusto me he quedado!

Se dejó caer en una de las sillas y soltó las bolsas sin importarle cómo cayesen al suelo.

—Eres una derrochadora, hay ropa que ni siquiera te convence y te la has comprado igual.

Derek se acercó y se sentó con nosotros mientras protestaba.

—Por si acaso.

—¿Por si acaso qué?

Carol se encogió de hombros.

En cuanto llegó el camarero le pidieron una cerveza, un refresco y algo para picar.

—Podríamos dar una fiesta —propone Ethan.

—¿Otra fiesta en casa? —pregunto de mala gana.

—Sí —se encoge de hombros—. ¿Por qué no?

Alcé las cejas como queriendo decir «es obvio por qué no». Miré de reojo a mi hermano mientras recordaba lo que pasó en la última fiesta que hubo en casa. Sé que ahora no sería capaz de hacer lo mismo, pero eso no quita que aquella noche acabé con un ataque de ansiedad y Jenny cortó con mi hermano.

—Por mi genial.

Carol obviamente no tardó ni cinco segundos en apuntarse y empezar a rebuscar en las bolsas para enseñarme el conjunto que se pondría.

—Podría estar bien —dijo mi hermano mientras le daba un trago a su cerveza.

—Ethan...

—Tranquila —me cortó y pasó su brazo por mis hombros—. Todo irá bien.

—¿Seguro?

—Sí —Ethan besó mi mejilla—. Ya verás, entre los cuatro escogeremos a quién invitar, y a quién no, así nos ahorraremos problemas.

—Siempre acaba viniendo gente que no invitamos...

—Pues no les dejamos entrar y ya está.

—Venga Nerea, no seas aguafiestas —Carol interrumpió mi conversación con Ethan.

¿Es que nadie recordaba lo mal que salió la última fiesta en casa?

—El viernes a mí me va bien —dijo mi hermano mientras miraba a su amigo.

—¡A mí también! —se apresuró a exclamar mi amiga.

Menudos dos se han juntado... No sé si ha sido buena idea hacer que Carol y mi hermano se conocieran más.

—Va, dulzura, lo pasaremos bien.

Suspiré derrotada. Todos querían hacer la fiesta, no iba a ser yo quien fastidiase el plan. Aunque no me hacía ninguna gracia. Tenía un mal presentimiento.

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora