Regalo sorpresa el día de reyes
El cinco de enero fuimos a ver la cabalgata de reyes. A Ethan no le hacía especial ilusión, pero a mí sí. ¡Cogí un montón de caramelos gracias a Ethan! Yo recogía los que iban cayendo al suelo cerca de mí, y Ethan pillaba algunos al vuelo. La noche de reyes apenas dormí. Me hacía mucha ilusión porque a la mañana siguiente no solo recibiría regalos, sino que le podría dar los míos a Ethan.
En cuanto me desperté, a las ocho y cuarto de la mañana, arrastré a Ethan hasta el comedor, donde yacían más de doce regalos. Tom y Amy se habían ido a pasar dos noches a un hotel de lujo, así que no debíamos esperarlos. Estaba abriendo mi último regalo cuando picaron a la puerta. Miré a Ethan mientras hacía un puchero y se levantó a abrir. Pocos segundos después entró a casa con una mujer de mediana edad que me miraba de forma extraña, no sabría decir si era una mirada triste, compasiva o de ternura.
—Dice que es tu tía —Ethan frunció los labios—. Sé que no tienes ninguna tía, pero ha insistido en verte.
Fruncí el ceño y me levanté del suelo. Si era una broma no tenía gracia.
—Nerea, me llamo Alba, soy la hermana menor de tu madre.
—Mi madre nunca mencionó que tuviera una hermana —dije desconfiada mientras la observaba, vestía demasiado moderna para su edad y llevaba el pelo teñido de rubio.
—Sí, bueno... Nos enfadamos cuando teníamos unos diecinueve años —me entregó una fotografía en la que salían mi madre y esa mujer de jóvenes—. Digamos que el chico del que ella estaba enamorada se enamoró de mí, al principio no hice caso del asunto, pero luego me empezó a gustar y decidí salir con él, tu madre dejó de hablarme poco después.
La miré desconfiada y volví a mirar la fotografía.
—Esta foto no demuestra que seáis hermanas, podríais ser amigas.
—Tu hermano me conoce —dijo mirando al suelo—. Llevo en contacto con él desde poco después de que fallecieran vuestros padres, encontró mi número en la agenda de vuestra madre y quiso saber quién era. Supongo que si has vivido pensando que no tienes una tía, y de repente encuentras un número de teléfono en la agenda de tu madre marcado como «hermana», te llama la atención... Nunca me dio tu número de teléfono o vuestra dirección, así que no pude contactar contigo.
—¿Y cómo me has encontrado?
—Me llamó para que interfiriera en vuestra relación —se mordió el labio inferior y me miró—. Alegó que tú eras menor y tu novio no... Pero me parece que aquí pasa algo más.
—No voy a dejar a Ethan por nada ni por nadie, así que, si has venido por eso, ya puedes irte.
Mi voz era firme y seria, tal vez demasiado, porque ella se echó a reír.
—Eso mismo le dije a tu madre cuando quiso que cortara con mi novio —se acercó y me acarició el pelo—. No voy a meterme en vuestra relación, no he venido por eso. Pero quisiera que me explicaras qué está pasando realmente. Odiaría que mis sobrinos acabasen como nosotras. No sabes lo mucho que me arrepiento de no haber hecho las paces con tu madre, ojalá pudiera volver atrás... Seguramente tú no quieres estar así con tu hermano —me acarició la mejilla—, déjame ayudar.
Ethan me miró con una sonrisa y me guiñó un ojo. Al final suspiré vencida y me encogí de hombros.
—Íbamos a comer canelones... Si te apetece puedes quedarte.
Mi tía me sonrió y dejó el abrigo y el bolso a un lado del sofá, se sentó y nos miró esperando a que dijéramos algo.
—Entonces, ¿vas a contarme qué pasa en realidad?
—Ethan es el mejor amigo de Derek, al menos lo era antes de que empezáramos a salir...
—¿Y se ha enfadado por eso?
—En realidad hace un par de años que estamos enamorados —Ethan habló con voz calmada—. Pero Derek me hizo prometer que no haría nada con su hermana.
—¿Por qué? —Ethan se encogió de hombros—. ¿Y tú le hiciste caso?
—Lo sé, fui un estúpido... Intenté olvidar a Nerea con otras chicas, lo que me convirtió en un mujeriego, y ahora Derek cree que voy a tratar a Nerea igual que a las otras. Piensa que la engañaré o la dejaré en cualquier momento.
—Pero él no es así —agarré la mano de Ethan y sonreí—, conmigo es diferente. Es el chico más amable y tierno que puedas imaginar.
Ethan se encogió de hombros y se acercó para besarme.
—Eres con quien siempre he querido estar... La única que de verdad me importa.
Le miré a los ojos y me mordí el labio inferior, tenía muchas ganas de besarle. Era un amor.
—Veo que os queréis mucho —la voz de mi tía tenía un deje de tristeza, igual que su expresión—. No dejéis que os influencien nunca. Yo no lo hice, y pasé los mejores años de mi vida. Al final acabamos divorciados, pero nunca negaré que estar con él fue lo mejor que me ha pasado. Amarle me cambió la vida.
Nos miraba con una sonrisa triste. Nunca se me habían dado bien estas situaciones, de hecho las odiaba, pero debía decir algo.
—Siento mucho lo de tu divorcio.
—No importa, ya han pasado seis años.
—¿No podríais arreglarlo?
Mi tía contuvo el aire por unos segundos y se frotó las piernas con nerviosismo.
—Lo dudo mucho. Cuando me dijeron que nunca podría tener hijos las cosas empezaron a torcerse. Poco a poco las risas se convirtieron en gritos, y al final todo eran peleas por cualquier cosa —se encogió de hombros—. Era mejor separarnos y guardar como un tesoro los buenos momentos. De haber seguido así solo hubiéramos tenido malos recuerdos.
—Si te dejó por eso, es porque no era el indicado, seguro que encontrarás a alguien mejor.
Ethan podía ser muy serio cuando quería, y éste era uno de esos momentos. Mi tía dejó escapar una leve sonrisa antes de mirarme.
—Me gusta este chico, no lo dejes escapar.
—No lo haré.
Ethan y yo nos miramos con una sonrisa en el rostro y nos fundimos en un beso muy tierno.
—Hablaré con Derek, no sufras por eso, entrará en razón —la voz de mi tía era firme y transmitía seguridad—. Yo me encargo.
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El amigo de mi hermano
RomanceNerea debe abandonar su hogar e irse a vivir con su hermano a casa de su mejor amigo: Ethan, del que está enamorada desde hace años. El problema es que él es un mujeriego y sabe que lo más probable yéndose a vivir con él es que salga lastimada... To...