Capítulo 42

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Otro tipo de resaca

En cuanto se fue todo el mundo, incluidas Jenny y Carol, cerré la puerta y fui directa hacia mi hermano.

—¿Se puede saber a qué juegas?

—¿Perdón?

Cuando se hacía el loco me sacaba de quicio.

—¿Te lías con mi amiga y luego con tu exnovia? ¿De qué vas?

—Primero, no tengo por qué darte explicaciones de nada, y segundo, no tengo nada con tu amiga, puedo liarme con quien quiera.

Fui a reprocharle, pero Ethan me agarró del hombro y negó con la cabeza. Miré un par de veces a mi hermano antes de subir a mi habitación hecha una fiera. Eran las cuatro de la mañana, así que me puse el pijama y me metí en la cama. Pocos minutos después, apareció Ethan, se sacó la ropa y se metió en la cama. Agradecí cuando me abrazó por la espalda, lo necesitaba.

—No me lo puedo creer, ¿ves como no podemos montar fiestas?

—¿Quién iba a pensar que podía pasar esto?

—Nadie, pero siempre que hacemos una fiesta pasa algo.

Me desperté poco antes de las ocho de la mañana con un impresionante dolor de cabeza. No podía dejar de pensar en lo que pasó con Carol, mi hermano y Jenny. Intenté volver a dormirme varias veces, pero al final desistí. Salí de la cama sin hacer mucho ruido para no despertar a Ethan, me di una ducha rápida, me puse ropa cómoda y bajé a preparar unas crepes de chocolate.

Casi me dio un infarto al notar la vibración del móvil sobre la encimera, vi que era Carol y descolgué enseguida. Al parecer ella tampoco había podido dormir mucho. Empezó a hablarme sobre lo ocurrido ayer, parecía bastante afectada, así que decidí que era mejor hablarlo en persona y le propuse que viniera a desayunar, puesto que ya había preparado las crepes.

A pesar de pedírselo por activa y por pasiva, Carol no quiso venir a casa, era comprensible, así que decidí ir yo a la suya. Subí a mi habitación a cambiarme mientras ella venía a buscarme en moto. Si tuviese que ir yo hasta su casa en transporte público tardaría una eternidad.

Dejé una nota a Ethan explicándole que estaba en casa de Carol y pidiéndole que pasara a buscarme por la tarde.

—Podrías haber entrado al jardín al menos, he tenido que cruzarlo entero, y no es pequeño.

—¡Sí hombre! Para que me vea tu hermano.

Puse los ojos en blanco mientras me colocaba el casco y subía a la moto.

Como la mayoría de días, Carol estaba sola en casa, y según parecía hacía mucho que su madre no se dejaba caer por ahí.

—Tienes la casa hecha un desastre.

A medida que avanzabas por el pasillo te ibas encontrando algún que otro calcetín sucio, y al final del mismo había una pequeña montaña de ropa en el suelo. Al entrar en el comedor vi un cúmulo de ropa, aparentemente limpia, en el sofá hecha un higo.

—¿Y qué quieres que haga? He estado deprimida por lo de Fer, y ahora por tu hermano.

—Tienes un problema con los chicos.

—El problema son ellos.

—El problema eres tú, deja de ir tras ellos como un perrito faldero, tú antes no eras así. ¿Fer te ha dejado? Pues que le den, que intente reemplazarte si puede. ¿Mi hermano prefiere a su exnovia? Pues él se lo pierde.

—¿Prefiere a Jenny?

—No lo sé. Pero si es así, pues él sabrá lo que hace... De todos modos dudo que ella vuelva con él.

—Igual sí lo hace. ¿Te dijo algo sobre mí?

—Que no teníais nada, y que podía liarse con quien quisiera.

Carol se quedó boquiabierta. Podría no habérselo dicho, pero mejor que sepa la verdad y no se ilusione con mi hermano.

—¡Ni que yo quisiera algo serio con él, acabo de salir de una relación! —Carol estaba hecha una fiera—. Pero no veo normal que se lie con su exnovia cuando me acaba de besar. ¿Tú lo ves normal?

—No.

—Pues eso.

Carol no paraba quieta, llevaba como cinco minutos de pie dando vueltas por el comedor.

—¿Seguro que no te habías hecho ilusiones?

—Claro que no, pero me da rabia. Tú te ponías hecha un basilisco cuando Ethan se besaba o acostaba con otras.

—No es lo mismo. Yo llevo años enamorada de Ethan... Obviamente, me sentaba fatal que estuviera con otras.

Puso los ojos en blanco y se dejó caer sobre el sofá.

—Dicen que las mujeres somos complicadas, pero los hombres tela también.

—No acabo de comprender por qué llevamos casi dos horas hablando del tema cuando dices que no te has ilusionado.

—Porque me ha ofendido. Pero esto no va a quedar así, ya lo verás.

—¿En serio? ¿Otra vez vamos a empezar a poner en práctica tus extravagantes planes?

—Mucho te quejas, pero conseguí que Ethan admitiera que sentía algo por ti.

—Ethan ya sentía algo por mí antes de que empezáramos a poner en marcha tus planes absurdos de seducción, lo que pasaba es que le había hecho a mi hermano esa promesa tonta y no me lo decía.

—Lo que tú quieras, pero tu hermano se va a arrepentir de haberme humillado.

El amigo de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora