Convivencia
Amy estaba de cinco meses, y como ya sabía el sexo del bebé, le hacía ilusión empezar a comprarle ropa de chico, la que tenía hasta ahora era neutra. Tom había decidido ir a visitar la empresa de la que era director desde la muerte de su padre, hasta ahora la había dirigido desde Francia, pero aprovechando que estaba aquí quería ver cómo estaban las cosas personalmente. Había insistido en que Ethan le acompañase, quería que aceptara ser su mano derecha, pero él no quería saber nada de la empresa. Cuando su padre murió, a Ethan no le interesaba la empresa, de hecho, no le interesaba nada de la persona que los había abandonado, así que renunció a ser director junto a Tom. Y cuando su hermano decidió vivir en Francia, renunció a la casa familiar y se la cedió a Ethan. Así cada uno se quedó con una parte de la herencia, todo lo demás, que básicamente era dinero y algún coche, se lo repartieron a partes iguales.
—Conseguiré que dirijas la empresa conmigo tarde o temprano.
—Ni hablar —gruñó Ethan mientras salía por la puerta—. No estoy estudiando arquitectura para acabar dirigiendo una empresa de tecnología.
—Toma, el desayuno.
Le ofrecí un bocata de fuet y me subí al coche, por desgracia hoy teníamos clase. Una vez dentro se apoderó de mis labios, me agarró de la nuca para profundizar el beso y yo me aferré a su espalda. Nos separamos por falta de aire y sonreímos.
—Lo necesitaba con urgencia.
Me encantaba escuchar su voz después de un beso apasionado, sonaba más ronca de lo habitual.
—Yo también, últimamente a penas podemos estar solos.
—¿Te apetece ir al cine esta noche?
—¡Claro!
Hasta ahora no me había parado a pensarlo, pero nunca había ido al cine con Ethan. Me pasé todo el camino pensando qué me pondría. Al día siguiente teníamos clase, así que decidimos ir a la sesión de las ocho y media. Nos costó un poco ponernos de acuerdo en la película, pero finalmente decidimos que iríamos a ver una comedia. A él no le apetecía ver un drama romántico, y a mí no me convencía ver una de acción sin nada de romance... Así que cogimos una más neutral.
—¿A dónde vas con esa sonrisa?
Carol me miraba sentada sobre su pupitre. Me aproximé a ella intentando contener la emoción para no ponerme a gritar como una loca y dar saltitos.
—Tengo una cita con Ethan esta noche.
—¿Y por eso estás tan contenta? Si vivís juntos...
—Ya, pero nunca he ido al cine con él —le saqué la lengua—. Me hace ilusión.
—Eres como una niña —sonrió mientras se sentaba en la silla y yo dejaba mis cosas en la mesa de al lado—. ¿Cómo te va con tu cuñado?
—Muy bien, de momento es muy simpático. Y su novia es increíble, está embarazada y está decidida a tener al bebé pese a que sus padres están en contra.
—Tú también estás saliendo con Ethan, aunque tu hermano está en contra.
—Pero no es lo mismo...
Carol y yo teníamos que acabar un trabajo para mañana sobre genética, así que avise a Ethan de que vendría a casa después de clase. Tom se ofreció a hacer unos espaguetis con tomate para todos, así que no tuvimos que pasar por el supermercado de camino a casa.
—¿Y no te da miedo tener un hijo a tu edad?
Fulminé a Carol con la mirada, pero Amy le sonrió amablemente mientras se tocaba la barriga.
—Siempre he pensado que me daría miedo ser madre tan joven, pero desde que sé de su existencia me parece impensable separarme de él.
Tom le acarició la mejilla a Amy mientras Carol me miraba con cara de «esta tía está loca».
—Creo que voy a cerrarle el grifo a Fer, por si acaso.
—Como si tú pudieras hacer eso...
—¿Insinúas que soy una fresca?
—Pero con cariño —me reí mientras la miraba desafiante.
—Mira quién fue a hablar, os he visto comeros la boca —nos señaló a Ethan y a mí—, parecéis dos ventosas.
Puse cara de asco, pero Ethan parecía divertirse. Al ver que se aguantaba la risa le miré con reproche.
—¿En serio? ¿No vas a decirle nada?
—Lo siento, dulzura, pero quizá tiene razón —se levantó a dejar su plato y me susurró al oído—. Yo siempre te tengo muchas ganas.
Me puse muy nerviosa y me sonrojé por completo al notar que todas las miradas se centraban en mí.
—Sois unos guarros —sentenció mi amiga.
Tanto Tom como Amy soltaron una carcajada ante el comentario. Yo estaba roja como un tomate y Ethan me abrazó por detrás mientras intentaba cubrirme la cara con las manos.
—¿Entonces ahora dormís siempre juntos?
—Sí, aunque Tom y Amy duermen en la habitación que usaba mi hermano, así que solo hemos trasladado la ropa y poca cosa más.
Nos habíamos metido en mi habitación para hacer el trabajo, después de todo, allí tenía escritorio. Y no me apetecía quedarme en la planta de abajo con Tom y Amy, me daba vergüenza después de lo que había pasado. El trabajo no era complicado, así que a las seis de la tarde ya lo teníamos acabado. Me di una ducha rápida mientras Carol cotilleaba mi armario y decidía qué iba a ponerme para ir al cine. En cuanto salí vi que había escogido uno de mis vestidos favoritos: de color burdeos y manga larga, no muy escotado. Me coloqué unas medias y unos botines marrones. Delineé una fina raya negra sobre el párpado y bajamos a la planta principal.
—Llegáis justo a tiempo —Amy nos recibió con una sonrisa—, acabo de hacer galletas.
Ambas fuimos directas a la cocina, donde una bandeja de galletas con pepitas de chocolate adornaba la mesa. Cogí una y no me duró más de dos bocados.
—¡Están buenísimas!
—Será mejor que las guardes o se las comerán todas, sobre todo Nerea —Tom y Amy voltearon a verme—. Ahí donde la veis es un pozo sin fondo.
Le dí un codazo a Ethan, él sonrió. Me fijé en que aún llevaba la misma sudadera que había llevado a la universidad.
—¿Vas a ir al cine así vestido?
—No, y menos después de ver lo guapa que te has puesto —me cogió la mano y me hizo dar una vuelta sobre mí misma—. Pareces una princesa.
—¡Deja de decir tonterías!
Cogí otra galleta y me la comí para disimular la vergüenza que estaba pasando.
—Una princesa glotona.
Le fulminé con la mirada y salió corriendo hacia el segundo piso.
Cuando bajó vestía unos tejanos oscuros y una camiseta color burdeos. No me lo podía creer. ¡Íbamos a juego! Sonreí con las mejillas teñidas de rojo y me acerqué para abrazarlo. Me dio un beso en la punta de la nariz y luego en los labios.
—¿Nos vamos, princesa?
—¿No es un poco pronto?
—Os recuerdo que habíais prometido llevarme a casa —Carol estaba apoyada en el marco de la puerta—, por eso no he ido en moto esta mañana al instituto.
—Entonces vamos justos de tiempo —miré el reloj.
Cogí a Ethan del brazo y me aferré a él con una amplia sonrisa, me la devolvió y me besó en la frente mientras Carol negaba con la cabeza.
—Sois demasiado empalagosos...
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El amigo de mi hermano
RomanceNerea debe abandonar su hogar e irse a vivir con su hermano a casa de su mejor amigo: Ethan, del que está enamorada desde hace años. El problema es que él es un mujeriego y sabe que lo más probable yéndose a vivir con él es que salga lastimada... To...