Con un bebé en casa
Apenas había pegado ojo en toda la noche. No era lo habitual, por suerte, pero Luc se había pasado la noche llorando. Me costó sudor y lágrimas sacar a Ethan de la cama, pero lo había conseguido.
—Os veo para comer —me despedí de Tom y Amy entre bostezos.
—Siento que Luc no os haya dejado dormir.
No pude evitar sonreír al ver a Amy preparando el biberón para Luc, mientras Tom le cambiaba el pañal poniendo caras raras. Formaban un gran equipo.
—No importa.
Ethan ni siquiera se despidió, no estaba de buen humor. Me puse el abrigo, la bufanda, el gorro y salí de casa, entré corriendo al coche y me acomodé en el asiento del copiloto. Últimamente, nevaba bastante, así que Carol no cogía la moto e íbamos cada una en el coche de su pareja.
—Estoy agotado —Ethan se apoyó en mi hombro.
—No deberías conducir así, podemos coger un taxi, o caminar hasta la parada de bus.
—No es necesario —bostezó—. ¿Crees que sería capaz de poner tu vida en peligro?
Sonreí.
No, él nunca haría nada que pudiera perjudicarme, aun así estaba preocupada.
—Tampoco quiero que pongas la tuya en riesgo. Es decir, vas a dejarme al instituto y luego irás a la universidad solo, y quiero que llegues sano y salvo.
—Pequeña, no me perdería ni un segundo de mi vida a tu lado.
Fue instantáneo, ese comentario erizó cada centímetro de mi piel. Sentí que me deshacía mientras un sentimiento cálido invadía mi pecho. Me lancé a sus brazos para apoderarme de sus labios.
—Eres un tonto...
—Te amo —me susurró al oído.
Contuve el aliento durante unos segundos. Era la primera vez que me decía «te amo».
—Yo sí que te amo.
Nos miramos a los ojos y nos besamos. Adoraba sus labios: besarlos debía ser lo más parecido a estar en el paraíso.
—Luego discutiremos quién más, porque dudo que tú me ames más de lo que te amo a ti —besó la punta de mi nariz—. Pero ahora debemos ir al instituto, o llegaremos tarde, sobre todo yo.
Miré la hora, solo teníamos 20 minutos antes de que empezasen las clases, yo llegaría a tiempo, unos diez minutos antes, pero él llegaría muy justo, incluso unos minutos tarde. Nada más llegar al instituto busco a Carol y le enseño todas las fotos que le he hecho a Luc, que no son pocas.
—Sigo diciendo que son feísimos al nacer...
—¡Luc es una monada!
—Ahora sí, pero en esa foto que me has enseñado, en la que acababa de nacer, era bastante... No era mono precisamente.
—A mí me encanta —dije mirando una de las fotos—. Es súper achuchable, y huele muy bien... Me encanta cogerlo y que se duerma en mis brazos.
—¿Sigues siendo Nerea o te ha poseído un espíritu pederasta?
—Qué graciosa...
—Si te oyeras hablar...
Negué con la cabeza mientras sacaba las cosas de la mochila.
—¡Se me había olvidado! ¡Tom y Amy se casan en un mes, necesito un vestido ya!
—¿Y eso?
—No voy a ir desnuda a la boda —contesté como si fuera lo más obvio del mundo.
Carol se llevó una mano a la cara y negó con la cabeza.
—No, digo que por qué se casan. Se me olvidó preguntarles en Navidad.
—Porque se quieren, supongo.
—La gente ya no suele casarse, no es lo común, y menos si ya tienes un hijo.
—Pero es algo muy bonito. Yo espero casarme algún día.
Mi amiga sonrió de forma pícara y alzó las cejas.
—¿Por el vestido de princesa o por la noche de bodas?
Al principio negué con la cabeza, pero enseguida me entraron ganas de seguirle el juego.
—La noche de bodas la tengo siempre que quiero —digo con picardía.
Mi amiga me miró con la boca abierta, no se lo esperaba. Ese tipo de contestaciones no eran típicas en mí.
—Eres una pervertida...
—¡Pero si has empezado tú!
—Yo solo he preguntado. Tú has dado detalles.
Carol intentaba contener la risa, se notaba que solo quería molestarme.
—Eres terrible —admití—. No sé cómo puedo quererte tanto.
—Cambiando de tema, ¿qué vestido quieres? ¿Largo o corto?
—El que me quede bien —dije recostándome en la silla.
—¿No tienes pensado ninguno?
—Creo que corto, la celebración es durante el día, los vestidos largos son más de noche, ¿no crees?
—Sí, en eso tienes razón —hizo una breve pausa y dio un golpe en la mesa—. ¡Bien! ¡Mañana nos vamos de compras!
—¿Nos?
—¡Claro! Así yo también me compro algo.
—Siempre estás gastando por gastar...
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El amigo de mi hermano
RomanceNerea debe abandonar su hogar e irse a vivir con su hermano a casa de su mejor amigo: Ethan, del que está enamorada desde hace años. El problema es que él es un mujeriego y sabe que lo más probable yéndose a vivir con él es que salga lastimada... To...