Lucy Evans siempre consideró que tenía una vida afortunada. Exceptuando el hecho de los constantes accidentes que solían suceder cuando estaba cerca de un fuego y/o sus emociones se disparaban. Con el tiempo, se acostumbró a ello y los inevitables t...
❝Algunas criaturas dicen estar extintas, pero siempre hay excepciones.❞
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Al día siguiente por la mañana, tanto Dylan Blake como James Smith se levantaron temprano. Tanto, que casi no había nadie en el comedor.
—¡Por fin! —exclamó James viendo toda la comida de su alrededor.
Dylan negó con la cabeza divertido mientras su amigo comía como si no hubiera un mañana. Justo cuando se disponía a imitarle, oyó una voz que le puso los pelos de punta.
—¡Dylancito! —exclamó una chica acercándose al chico.
Tenía el cabello negro, y unos ojos del mismo color que resaltaban sobre su piel blanca debido al exagerado maquillaje que llevaba. No era algo que estuviera prohibido en Eternal, tampoco los tacones ni cosas así... pero para pelear, no eran cosas muy cómodas que digamos. Aunque a ella solo le importaba su apariencia, Dylan lo sabía perfectamente (más de lo que le gustaría).
—Hola, Tina —le sonrió él incómodo.
James siguió comiendo mientras intentaba pasar desapercibido.
—Te he extrañado tanto —dijo Tina sentándose a su lado y abrazándole—. ¡El curso pasado ni siquiera coincidimos en ningún evento fuera de aquí! ¡Qué injusticia! —hizo un puchero.
—Si, que mala suerte...
—¡Pero ahora estás aquí! ¡No sabes lo feliz que me puse cuando mi padre me contó que vendrías! —sonrió ella ampliamente.
El padre de Tina, Simon Cooper, era el Líder del Consejo de Prodigios. Básicamente, era como un micro gobierno que se encargaba de controlar todos los asuntos que tuvieran que ver con ellos, en America del Norte, claramente. El Consejo, estaba formado por todos los lideres de los seis clanes (aunque los de Fuego llevaban años sin ser representados) y un Líder, que siempre debía ser representado por un Talento. Ese puesto, aunque muchos lo negaran, era aún más importante que el ser el líder de un clan, ya que de alguna manera, era como ser el Presidente de los Prodigios, aunque técnicamente el Líder no podía hacer nada sin la aprobación del resto de miembros del consejo.
