Capítulo 16.

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Dylan's POV.

Que algo sea un sueño, no significa que deje de ser real.

Dylan Blake estaba cayendo del cielo

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Dylan Blake estaba cayendo del cielo.

Literalmente, descendía hacia abajo y no era capaz de ver contra lo que iba a chocar. Pues la presión del aire le impedía abrir los ojos mientras que al mismo tiempo sacudía su cabello y ropa. No tenía nada de lo que agarrarse para evitar al menos, ralentizar su caída: era un simple espacio vacío. Respiró hondo, decidiendo que esperaría a lo que viniera después.

Al final, su destino fue caer en el mar, hundiéndose así entre las olas. Tras conocer su destino, se tranquilizó, ese era su territorio. Hizo ademán de moverse para nadar: pero su cuerpo no le obedecía por mucho que lo intentaba. Los músculos no le respondían, estaban inmóviles provocando que se convirtiera en un peso muerto. Entonces, se dio cuenta de que tampoco podía respirar y ahí fue cuando empezó a aterrorizarse de verdad. ¿Cómo podía un Elemental de Agua ahogarse?

Se retorció, pataleó e intentó gritar a la nada, aunque en lugar de servir solo empeoró más la situación: sus piernas ya se movían, pero no le permitían realmente avanzar y cada vez que abría la boca el agua entraba en su garganta. No entendía porque estaba pasando todo aquello, él debería poder controlarlo todo. ¿Es que había perdido sus poderes? No. Eso era imposible, ni siquiera podía pensar en eso.

El agua salada empezó a inundar sus pulmones, la fría temperatura de ésta helaba su piel. Cada centímetro de su cuerpo se había vuelto a paralizar mientras se hundía cada vez más y más en las tinieblas, desapareciendo así el poco rastro de luz que había ahí dentro. Conforme pasaba el tiempo, todos sus sentidos iban desapareciendo también. Provocando que se formara un nudo en su estómago de impotencia, frustración y rabia.

¿Ya está? ¿Así se iba a morir? ¿Ahogado en el mar? Era tan irónico...

De repente, escuchó una voz.

Era la voz más dulce y bonita que había escuchado nunca. En un principio, venía de muy lejos pero rápidamente su intensidad y cercanía fueron aumentando. Al mover la mirada, pudo ver que un par de ojos de los que provenía aquel sonido ahora le observaban fijamente. Incluso, parecía que podían ver a través de él: vacíos y como de cristal, mostraban una embriagadora nostalgia o tristeza, no estaba seguro. Pero de todas formas era como si fuera un espejo en el que en lugar de reflejarse a sí mismo podía ver a otra persona...

—El hijo del mar vuelve a su hogar —cantó la voz.

Que llamara así a Dylan, le provoco un escalofrío recordando quien solía hacerlo.

El Renacer del Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora