Capítulo 12.

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James' POV.

Nunca subestimes el poder de una reliquia, todas tienen un legado.

—¡No!

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—¡No!

Esas fueron las primeras palabras de Dylan Blake, el Heredero de los Aguas en cuánto vio a Lucy Evans, la Heredera de los Fuegos y su archienemiga mortal (por así decirlo).

—No, no, no, no, no, no, no y no —repitió varias veces con diferentes tonos de voz.

La pelirroja, su amiga Olivia Grace y la directora Catherine Morgan se le quedaron mirando raro.

James Smith quien estaba al lado del chico, soltó un bufido.

—¿Nos disculpáis un momento? —pidió el moreno y sacó a Dylan de ahí cerrando la puerta del despacho detrás suya.

—Ni se te ocurra pedírmelo —declaró Dylan en cuánto estuvieron fuera.

—Vamos, no me jodas, tío —se quejó su amigo.

En realidad, James ya supuso que algo así pasaría, desde que escuchó la conversación de Lucy y Olivia (podía sonar muy de acosador, pero simplemente fue porque se encontró en el lugar equivocado durante el momento equivocado). Había estado rezando para que no coincidieran porque no quería aguantar a Lucy y Dylan juntos tanto tiempo, pero al mismo tiempo una pequeña parte de él quería poder estar con Olivia (aunque tampoco sabía muy bien qué hacer al respecto), aunque eso no lo admitiría en voz alta.

Ahora, había pasado justo lo que se imaginaba y no sabía exactamente como sentirse al respecto. Pero tenía una cosa clara: iba a hacer esa misión pasará lo que pasará. Necesitaba salir de ahí y respirar aire fresco. Estaba harto de quedarse en la escuela encerrado con la misma monotonía de siempre.

—¡No pienso trabajar con tu noviecita sabelotodo y mucho menos, con esa endemoniada pelirroja! —exclamó Dylan.

«¿Por qué ahora a todos le han dado por llamar a Olivia mi novia? Casi ni hablamos», pensó James.

Entonces, notó algo raro. Dylan estaba nervioso. Bueno, más bien, asustado. Como si no se atreviera a estar al lado de Lucy más tiempo del necesario: pero aquello no tenía ningún sentido considerando que estaban continuamente peleándose cada vez que se veían. Ahí cayó en la cuenta de que su amigo le estaba ocultando algo, algo grave; y tenía la ligera sensación de que tenía que ver con aquello que pasó en el Lago semanas atrás, sobre lo cuál él nunca le dio más detalles que una absurda mentira.

—¡Me da igual! Me prometiste que me ayudarías, eres mi mejor amigo y vas a hacerlo. Además, ¿quieres una espada nueva, no?

Dylan gruñó en respuesta. Solía hacer eso cuando estaba molesto o enfadado por algo o simplemente de mal humor. A James no le importó pues sabía que la razón era bastante estúpida y ambos entraron de nuevo al despacho de Catherine Morgan.

El Renacer del Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora