Capítulo 43.

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James' POV.

Una venganza vale más que mil promesas.

James Smith aún no era del todo consciente de lo que le había sucedido

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James Smith aún no era del todo consciente de lo que le había sucedido. Probablemente por eso, no tenía ningún trauma como todos pensaban que sucedería. Aunque en parte era, porque ni siquiera había tenido tiempo para procesarlo todo. Se había pasado una semana entera ingresado en la enfermería, durmiendo casi todo el tiempo pues estaba demasiado cansado tras todo lo que le había pasado. Las pocas veces que había estado despierto, habían sido a causa de pesadillas donde las sombras reaparecían para atormentarle (como si no tuviera ya suficientes inseguridades de por sí) o cuando recibía alguna visita de sus amigos después de clase.

Realmente, no le gustaban nada las visitas. No porque no quisiera a sus amigos, sino por la manera en la que lo miraban: con pena. Le veían como si fuera débil, como si no fuera capaz de aguantarlo, como si no se mereciera lo que le había pasado. Le miraban de la misma manera en la que observas a un perro vagabundo que está apunto de morirse y sabes que no puedes hacer nada al respecto o como miras a niños en países pobres pidiendo en la calle desde la televisión. Le miraban con una mezcla de compasión y pena, como si ahora estuviera roto y no pudieran hacer nada para arreglarlo.

James odiaba eso. Por eso nunca le había contado a nadie sobre su padre o hermano y también, la mayoría de veces que se encontraba mal lo escondía para sí mismo. Se aislaba del mundo en su burbuja invisible dejando que la tormenta le cubriera y la lluvia solo le empapara a él. No le gustaba compartir sus miedos o inseguridades por el simple hecho, de que eran tan habituales en personalidad que si cada vez que se sintiera inferior lo dijera en voz alta, hubiera perdido a todos sus amigos hacia muchísimo tiempo.

Esa era una de las razones por la cuales siempre estaba gastando bromas. Prefería hacer a la gente reír, y ver que él era el causante le hacía sentir mejor. Además, era lo único en lo que sentía que era bueno de verdad y donde la gente lo valoraba. La gente le conocía por sus bromas, por muy pesadas que fueran. En parte, el que a veces se pasará tanto con sus víctimas o resultará ser tan rebelde era una de sus mil maneras de crear una capa a su alrededor. Creando una falsa apariencia que la gente veía como si fuera la real o incluso el sarcasmo como método de defensa para sonar borde, era solo una forma de asegurarse que sus inseguridades no afloraran en un mal momento. Sobretodo, cuando estaba rodeado de gente. Por eso, cada vez que le venía algún bajón, algún momento de debilidad, simplemente lo reprimía hasta poder estar consigo mismo en soledad donde lo soltaba todo se la forma que fuera: lágrimas o rabia. Pero al menos, sabía que nadie más se había dado cuenta de ello.

En definitiva, no soportaba que la gente lo mirara como si fuera un gatito abandonado al que no podían rescatar, porque sabía que solo era una empatía falsa, un egoísmo intelectual donde sentían que debían ayudarlo no para hacerle sentir bien a él, sino a ellos mismos mostrándole al mundo que estaban haciendo algo correcto. No necesitaba la ayuda de nadie para sobrevivir y nunca lo había hecho. Podía salvarse a sí mismo, porque al fin y al cabo eran sus problemas, no servía de nada compartirlos sin nadie salvo él podía solucionarlos.

El Renacer del Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora