Capítulo 50.

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Lucy's POV.

Y como en tiempos antiguos, las llamas azules lo arrasaron todo.

Lucy Evans soltó un grito cuando vio como aquella espada de clavada en el pecho de su mayor enemiga

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Lucy Evans soltó un grito cuando vio como aquella espada de clavada en el pecho de su mayor enemiga. Una mezcla de sobresalto y emoción la inundó. Incluso, estuvo a punto de felicitar a su compañero, Dylan Blake, ignorando sus diferencias. Sin embargo, toda esa energía desapareció al mismo tiempo que la silueta de Rose se distorsionaba, como si de una imagen se tratara.

—No puede ser —dijo Dylan sacando su espada, no había sangre ni nada.

—Dioses, sois más idiotas de lo que pensaba —se rió la Cazadora Suprema restaurando su forma normal—. ¿De verdad creías que iba a presentarme aquí? Era obvio que intentaríais algo así si me pillabais desprevenida. Lo que estáis viendo aquí es una proyección astral, mi verdadero cuerpo está muy lejos de donde nos encontramos.

—Eso no tiene sentido, yo vi como una lanza con tu fuego atravesaba toda la sala —contestó el Heredero confundido.

—Ah, eso. Sí, lo dejé preparado antes de irme —la mujer de negro hizo un gesto con la mano para restarle importancia—. De todas formas, eso no importa ahora. Os prometo que pronto volveréis a verme, en carne y hueso. Esta guerra aún no ha terminado. Aunque si yo fuera vosotros, huiría lo más rápido posible. Probablemente todos mis soldados ya hayan llegado hasta aquí, estaban avisados, así que ahora mismo vuestros amigos deben estar en serios problemas... sino muertos. Pero si os quedáis un rato más, ¡aún tengo una pequeña sorpresa escondida! —tras decir aquello, su figura se desvaneció por completo mientras sus carcajadas aún dejaban eco en el lugar.

De repente, vio como Dylan caí de rodillas al suelo junto con su arma y se agarraba el pelo con las manos visiblemente afectado murmurando mil cosas para sí mismo.

Lucy se acercó hasta donde estaba, se puso de cuclillas y le cogió el mentón con las manos obligándole a mirarla.

—¿Qué te pasa a ti ahora?

Él la miró como si aquella pregunta fuera absurda.

—¿Es que no lo ves? Llevo casi toda mi vida queriendo matarla, dar venganza a mi madre... Y solo con verla, sin saber que ni era ella de verdad, me he quedado paralizado. No he podido hacer nada, y ella solo se ha burlado de mi cuando he intentado atacarla.

En todo el tiempo que había estado con Dylan, en aquel momento fue el único en el que vio verdadera debilidad en sus ojos. Parecía destrozado, frágil... como si toda esa desesperación y tristeza que había ocultado durante todos años hubiera sido derribada por completo.

—Anda, levántate, Sirenito —habló con un ligero tono de burla alzando su mano para que se levantara con su ayuda.

—Espera, ¿no estás enfadada conmigo? Todo este tiempo sabía que no eras Rose, y aún así te odie.

El Renacer del Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora