Capítulo 13

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Miro mi reflejo en el gran espejo de la habitación. Estoy pálida y tengo notables ojeras, como si no hubiera dormido nada. Me quito la remera de Theo quedando en ropa interior. Giro un poco para ver el reflejo de mi espalda en el espejo. Tengo toda la espalda cubierta de gasas y mis brazos de vendas. Espero que esto no deje marca. Estoy sin maquillaje, alguien lo habrá quitado mientras no despertaba. Me veo completa en el espejo y siento una extraña sensación en el estómago, como si no me satisfaciera lo que veo.

Estoy tan absorta en mis pensamientos que no me doy cuenta que alguien entra en la habitación hasta que lo veo por el espejo. Está detrás mío y me observa fijamente a través del espejo.

—Sigues siendo igual de hermosa. Te hace más fuerte tener cicatrices, ¿sabes?—le doy una mirada confundida—es la primera vez desde que te conozco, que te veo lanzarte una mirada de rechazo a vos misma. Estás hermosa así, sin maquillaje y vendada por haber sufrido la explosión. Nada cambia.

Al escuchar sus palabras siento mi corazón latir desbocado y puedo jurar que lo siento saltarse algunos latidos. No reacciones así, seguro se lo dice a muchas. No sos una más. Y entonces me doy cuenta de que estoy en ropa interior frente a él, cuando veo sus ojos oscurecerse. Tiende su mano mostrándome una especie de crema.

Es un nuevo invento de los científicos de la mafia—me explica—. Cicatriza las heridas rápido y no deja marcas en el cuerpo. Es bastante efectiva, la usé muchas veces y es muy buena. Debes pasartela todos los días hasta que no te queden heridas.

Tomo la crema y la miro unos segundos para después dirigir mi vista a él.

—Entonces voy a necesitar varias. Gracias.

—Oh, y venía a decirte, que te quedarás en mi casa unos días. No puedes volver a la tuya hasta que estés bien. Es por precaución. Órdenes de Nate.

Dicho esto se retira, cerrando la puerta. Entrecierro mis ojos. ¿Órdenes de Nate?. No estoy muy segura, pero no hago ni digo nada. Tomo la remera y me la pongo, salgo de la habitación para buscar comida. Tengo mucha hambre.
 
  
***
 
 
Llevo tres días en casa de Theo y Christian. Estos días fueron muy aburridos y gracias a dios tuve a Cassandra conmigo, porque ya me habría tirado de la ventana sino.

Estoy en la habitación de huéspedes que me asignó el dueño de la casa. Todos fueron a descansar y yo estoy intentando ponerme la crema. A decir verdad, Theo tenía razón. Llevo apenas tres días poniendomela y ya perdí varias heridas sin dejar cicatrices.

Paso la crema por mis brazos heridos y siento que golpean la puerta. Digo un adelante y la puerta se abre dejando ver a un Theo sin camisa. Oh dios mio, tremenda vista tengo adelante. ¡Qué buena creación!

—¿Te sientes bien? No bajaste a cenar hoy.

—No tenía hambre. Estuve toda la tarde comiendo lo primero que me dejaban adelante.

Él asiente y me mira dudoso, como si temiera decirme algo.

—¿Necesitas que te ayude con eso?—señala la crema. Suspiro aliviada.

—Si, por favor. No quiero molestar a Cassandra para que me ayude nuevamente.

—Y no es recomendable. Pasé por su puerta y parece ser que está disfrutando la noche con su novio—sonríe burlón y me río. Él cierra la puerta y se coloca detrás mío. Quito mi remera y desabrocho mi sostén para que él pase fácilmente la crema por mi espalda. Me pone un poco nerviosa su cercanía pero trato de disimularlo.

Me siento en la cama dándole la espalda y él se sienta para estar más cómodo. Empieza a pasar la crema por el centro de mi espalda y mi vello se eriza al sentir la fría crema hacer contacto con mi piel. ¿Segura que es la crema? ¿O no será la mano de determinada persona?. Callo a mi voz interior y me concentro en sus movimientos sin voltearme. Pasa lentamente la crema por toda mi espalda y a medida que se va moviendo, siento punzadas en mi pecho y una sensación extraña en mi estómago.

Termina y pasa sus manos por mis hombros. Cierro los ojos inconscientemente y él comienza a hacer masajes en ellos. Tiro mi cabeza hacia atrás y siento su aliento en mi cuello. Suelto un suspiro involuntario y de un momento a otro siento su boca dejar besos húmedos en mi cuello. Deja besos en mis hombros y vuelve a mi cuello nuevamente. Jadeo al sentir sus labios en el punto más sensible y me giro rápidamente. Ahora estoy arrodillada sobre la cama enfrentándolo. Veo que sus pupilas están dilatadas y en un impulso, rodeo su cuello y lo acerco a mi. Lo detengo cerca mío, sus labios rozando los míos y nuestras respiraciones mezclándose.

De un segundo a otro, nuestros labios se juntan uniéndonos en un beso lento y suave. Sus labios carnosos se mueven sobre los míos con lentitud y su lengua se abre paso en mi boca para entrelazarse con la mía. Lo acerco más a mí y él aprieta mi cintura, levantándome y sentándome a horcajadas sobre él sin separar nuestros labios. Me abraza por la cintura y me aprieta contra él mientras el beso se vuelve más rápido. Nos fundimos en un beso profundo y siento un cosquilleo en mi estómago que llega a resultar molesto.

Y en la oscuridad de la noche, Theo me besa con intensidad, como si fuera algo que estuviera esperando desde hace muchísimo tiempo. Nuestras bocas se mueven expertas sobre la otra y me siento llena, como si esto también estuviera esperándolo.

Theo va a volverme loca en cualquier momento y tengo miedo de lo que pueda resultar de eso.
 
  
  
   
  
 



Amaia©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora