Capítulo Dos

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Hope Davis una chica muy dulce, es organizadora de bodas. Creció en una hermosa familia. Ella, sus padres y su hermana eran muy unidos aunque últimamente no se reunían tanto como querían, esto debido a los viajes que continuamente emprendían sus padres, su hermana viviendo lejos y ella misma que se estaba haciendo un nombre en su ramo, aunque absortos en tantas ocupaciones y responsabilidades buscaban momentos para reunirse. Hope siempre había sido el tipo de chica encantadora, las personas le tomaban cariño rápidamente ya que su nobleza los dejaba embobados. En su casa fue muy consentida por sus padres y hermana, no fue una niña traviesa, pero sí muy torpe, esos recuerdos siempre traen risas a ella y sus familiares. Con amigas muy cercanas que son su segunda familia, tiene una vida muy afortunada y lo sabe. Se esfuerza y trabaja por lo que quiere, lucha hasta que logra. No se detiene en sus objetivos, siempre evita lastimar a los demás, así la criaron sus padres y así es su naturaleza. Una bella persona en toda la expresión de la palabra; con grandes ojos azules claros y cabello largo oscuro, rostro ovalado, nariz respingona y labios gruesos, es el sueño muchos hombres. Una hechicera podría decir, su risa encantaba e hipnotizaba.

Un viernes en la noche entró en su apartamento, estaba exhausta después de un día especialmente duro en el trabajo. Su cabello recogido en un moño estaba a punto de soltarse, y su vestido arrugado gracias a estar yendo de aquí para allá en la boda de ese día. La cabeza le estaba empezando a doler, no veía la hora de darse una ducha e irse a dormir. Falta poco, poco. Pensó. Encendió las luces de su vivienda y casi sufre un infarto al ver alguien sentado en el sofá.

— Buenas noches, florecilla. — Su mejor amiga Fiorella estaba muy pálida, su cabello de color rosado largo estaba en una trenza, sus ojos marrones mostraban una gran tristeza, y se abrazaba a sí misma mostrando su delgadez.

— ¿Estas demente? Menudo susto. — Gritó Hope con la mano en el pecho. — No te di una llave para que me mataras.

— Lo siento, no era mi intención asustarte. — Se iba a levantar ayudarla a recoger su bolso de mano que se le había caído, Hope le hizo un gesto para que no se parara.

— Tranquila, ¿Por qué estaban las luces apagadas? — Recorrió con la mirada toda la habitación.

— No me importan las luces, ni mi trabajo, ni mi vida, ni nada. Quiero morir. — Fiorella se veía descompuesta, sus ojos acuosos daban fe de su estado de ánimo.

— Oh no, ¿Pasó algo malo? ¿Tienes algún problema con Max? — Hope se empezó a preocupar, y se fue a sentar en el sofá con su amiga.

— Se acostó con otra y lo descubrí, ¡Los vi! Lo confronté, lo golpeé y ni siquiera le importó, fue un alivio para él que lo sorprendiera con otra ¡Soy una tonta! ¿Cómo me pude enamorar de semejante idiota? ¿Cómo me puede equivocar tanto? — Se echó a llorar Fiorella

Hope la consoló inmediatamente — No es tu culpa, solo tuviste mala suerte con ese cerdo y sé que ahora no lo notas y probamente no quieras escuchar esto, pero que bueno que lo descubriste antes de casarte o tener hijos con él. — Dijo Hope abrazando a su amiga.

— En eso tienes razón, mi lado racional sabe que no debo llorar la pérdida de semejante idiota, pero mi parte irracional quiere morir, Hope, yo lo amo.

— Lo sé y siento muchísimo que estés pasando por esto, ¿Sabes que sería una gran idea? Decirle a Bianca que venga ella sabrá que hacer para animarnos... No lo sé, tengo ganas de tomar unos tragos sin salir de casa, ¿Qué te parece? — Ellas tres eran mejores amigas desde la infancia, cada logro lo han celebrado y cada corazón roto lo han llorado, su amistad es a prueba de todo.

— Una gran idea. — Le respondió Fiorella aún con los ojos llenos de lágrimas, sabía lo que su amiga intentaba hacer, distraerla.

Veinte minutos después apareció Bianca una bellísima morena su cabello cortado a la altura de sus hombros, sus ojos verdes relampagueaban con furia, ella intuyó desde el principio de la relación de su amiga con Max, que ese hombre no era trigo limpio, pero se guardó su opinión y sus dudas por lo feliz que vió a su amiga. Mala idea. Pero se prometió a sí misma nunca más callarse acerca de esos temas, odiaba ver a sus amigas sufrir, con varias botellas de alcohol, tocó la puerta de la casa de Hope, Fiorella abrió la puerta y Bianca al ver su rostro se dio cuenta que iba a ser un fin de semana muy largo.

Por siempre tuyo, mi amor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora