Capítulo Diecisiete

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Sebastian abrió la puerta de su casa y al entrar se encontró con dos hermosas chicas viendo televisión en la sala. Primero, se sorprendió muchísimo, luego, entendió que eran las amigas de Hope.

— Oh, Hola chicas. Asumo que son las florecillas. Bianca y Fiorella ¿no?

Ellas sonrieron. Y la del cabello oscuro le dijo. — Hola, Sebastián. Es un gusto conocerte, yo soy Bianca y la del cabello rosa es Fiorella.

— ¿Qué tal? — Saludó la antes mencionada. Él observó unos segundos a Fiorella y luego sus ojos brillaron con reconocimiento.

— Todo bien. De verdad que es un placer conocerlas. Hope me ha hablado muchísimo de ustedes, siento que ya las conozco. Por cierto, ¿Dónde está?

— Durmiendo.

Sebastián se preocupó. — ¿Durmiendo? Que extraño. ¿Se siente mal otra vez? ¿Les contó que se desmayó en el aeropuerto?

Bianca murmuró por lo bajo. — Y como no, con semejante panorama que le tocó.

Él no la escuchó y Fiorella que si lo hizo, casi la golpea, en vez de eso le contestó a él. — Es que los viajes siempre la fatigan mucho. ¿No te dijo? Eso le genera mucho estrés, luego su cuerpo le pasa factura. Me comentó que no había comido, eso y el cansancio debieron ser las razones de su desmayo. — Mintió como una bellaca.

Él se relajó visiblemente. — De acuerdo. ¿Tienen hambre? Les puedo cocinar algo o si quieren pedimos de comer, ustedes me dicen que les apetece.

— Eres muy amable, pero seguro quieres descansar y nosotras debemos irnos, nos gustaría verlos el fin de semana para seguirnos conociendo, ¿Te parece? — Se encargó de la situación Fiorella.

— Bueno, déjenme preguntarle a Hope y si ella puede, con gusto nos vemos este fin.

Bianca aplaudió. — Perfecto, nos vemos, entonces. Nuevamente un gusto conocerte. — Se fue a la cocina a buscar su bolso, que allí lo había dejado, en la tarde.

Sebastián volvió a observar a Fiorella. — Está sí que es una gran sorpresa ¿Cómo has estado?

— Muy bien, ¿Y tú?

— He ido llevando la vida. — Le sonrío con cariño.

Fiorella dudó un instante, pero finalmente preguntó. — ¿Cómo está Sawyer?

Sebastián palideció y se tensó. Se sentó en el sillón como si no tuviese fuerzas. — Él falleció hace poco más de dos años, cariño.

A Fiorella se le detuvo el corazón — ¿Pero que le ocurrió?

— No sé si te contó, pero él tenía una enfermedad muy fuerte, para resumirte llegó a su etapa más avanzada... Y... La vida decidió que su tiempo había terminado.

— Oh Dios, ¿Por qué nunca me dijo nada?

— Imagino que no quería que lo vieras así.

— Yo no tenía idea, lo juro. Hubiese podido acompañarlo yo... Sebastian... ¿Él sufrió?

— No voy a responderte eso. — Ella estaba tan impactada que ni llorar podía.

— Siento mucho tu dolor, Sebastian.

— Gracias. — Bianca salió de la cocina, cuando miró a Fiorella iba a decir algo, pero su amiga negó con la cabeza y ella entendió porque no preguntó nada, salió. Fiorella iba detrás de ella para irse. Sebastián que seguía sentado en el sillón levantó la mirada y, habló de nuevo. — Él nunca dejó de amarte, ¿Sabes? No lo dijo, pero yo lo conocía mejor que eso. Estuvo siempre muy atento a tus triunfos como decoradora, todas las reseñas que veía acerca de ti, las conservaba. — Vió como Fiorella se estremecía. — No quiero lastimarte, pero si alguna vez pensaste en porqué te dejó, te aseguro que el amor fue la razón, intentó hacerlo conmigo y no pudo. Uno nunca quiere ver a las personas que ama sufrir, hace lo que sea para evitarlo, esa es la prueba de amor más grande que pueda existir.

Ella se había detenido para escucharlo, susurró. — Nunca deje de pensar en él.

— Lo sé. Y él nunca dejó de pensar en ti. No quiso arrastrarte con su sufrimiento. Espero que ahora que sabes sus razones lo puedas perdonar.

— Ya lo había perdonado. Gracias por decírmelo.

— Gracias a ti, por enseñarle el verdadero amor. Estaré contigo agradecido por siempre. ¿Me podrías hacer un favor?

— Claro, dime.

— Quiero ser yo el que le cuente a Hope sobre mi hermano.

— Entiendo, tranquilo. Es tu historia y tú eres el que debe contarla. No te preocupes por mí. — Salió del estupor y las lágrimas empezaron a caer.

— Gracias.

Ella no pudo contenerse más y llorando le preguntó. — ¿Cómo hizo para desaparecer así? ¿Dónde murió?

— Nunca salió del país, y me prohibió contactarte. Te juro que quería ignorarlo, pero yo solo te había visto una vez. No tenía nada, días después que te dejó se puso muy mal, imagino que el sufrimiento hizo mella en él. Años después, murió aquí en la capital. No supiste nada de él, porqué el dinero compra muchos silencios. Siempre le quise preguntar por ti, pero se cerraba cuando te mencionaba. ¿Cuánto tiempo se conocieron?

— Tres meses y te aseguro que fueron los más maravillosos de toda mi vida.

— ¿Las chicas lo saben?

— Les hablé mucho de Sawyer. Pero en ese tiempo Hope estuvo de vacaciones con su familia en Italia y Bianca con la suya en Florida. No se conocieron.

— Eso imaginé porqué Hope nunca dio signos de haberme visto en otro sitio confundiéndome con él. Ahora, nos vamos a ver frecuentemente, lo siento por recordártelo.

— Tranquilo, aunque físicamente se parecen... para mí son personas muy distintas. Desde que supe que tenía un gemelo y te conocí, lo sentí así. — Ella se giró para irse y cuando llegó a la puerta le dijo sin voltear. — Eres una gran persona. Sawyer siempre me lo dijo... Sebastian, no importa lo que pase. Cuida siempre tu corazón y no pierdas tu esencia, a veces la vida se empeña en hacernos sufrir inmensamente, pero nuestro corazón debe permanecer puro, recuérdalo siempre. — Y diciendo esas palabras ella salió y lo dejó solo con sufrimiento.

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¡Volvíííí! ¿Notaron lo de Fiorella y Sebastián? ¿Alguien se lo imaginó? Sawyer evidentemente dejó una gran huella en muchas personas, y quiero que Sebs tenga un gran apoyo para cuando todo estalle.

Les dejaré un próximo capítulo como regalo por la espera. Nos leemos, Bye. 

Por siempre tuyo, mi amor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora