Capítulo Trece

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Cuando Hope entró de nuevo en la casa de Sebastian, su ahora, nuevo hogar hasta que consiguiera un sitio, lo encontró en la sala hablando por teléfono. Se sentó pesadamente en el mueble. Oh Dios, ¿Qué voy hacer? Pensó abatida.

— Bonita, ¿Te sientes mal? Estás pálida. — La miró preocupado.

— Estoy mejor, solo deseo dormir.

— Necesito comprar unas cosas para la cena, sube y duerme un rato. Te despertaré con una deliciosa comida, ¿Te parece?

— Es una gran idea, mi amor. Mañana te consiento yo. ¿De acuerdo?

— Es un trato. Duerme. — Le dio un beso en la frente y salió de la casa.

Hope subió a la habitación, ni siquiera se deslumbró de lo hermosa que era la casa, su alma estaba destrozada. Las mentiras tienen patas cortas y ella lo sabía. Llamó a su hermana que contestó al segundo tono.

— ¿Cómo está la florecilla más hermosa del universo?

— Sophie, ha pasado algo horrible.

— ¿Qué ocurrió? — Le respondió exaltada.

— Damién es el mejor amigo de Sebastian. — Sophie se quedó varios segundos en silencio.

— ¿Estas de broma, verdad?

— No. Nunca haría algo así. — Y comenzó a llorar.

— Oh Dios mío. ¿Y ya Sebastian lo sabe?

— No. Damién me dijo para contárselo y yo me negué.

— Pero, cariño. ¿Qué te pasa? No puedes ocultarle algo así.

— Son amigos, los mejores amigos. ¿Cómo puedo decirle todo?, ¿Cómo me puedo interponer en una amistad de tantos años?

— ¿Tú le contaste detalles a tu novio acerca de tu relación fallida?

— No. Solo le dije que tuve una relación antes de él que me dejó muy herida.

— ¿Que sentiste al ver a Damién? — Preguntó su hermana con preocupación.

— Fue como si no hubiera pasado el tiempo, sentí rabia al verlo. Y además me dijo que quería hablar conmigo del pasado.

— No tienen nada que hablar.

— Eso dije yo.

— Trata de descansar y pensar mejor las cosas, florecilla. Mantenme informada de cualquier cosa.

— Lo haré. Te amo.

— Yo más.

Después de colgar, decidió dormir un rato. Daba tantas vueltas en la cama, le era imposible conciliar el sueño. Tantos pensamientos revoloteando en su cabeza la dejaron exhausta. Rato después, por fin, pudo dormir por lo que sintió horas. Se despertó descansada y con la mente un poco más despejada, fue directo a la ducha, cuando salió se vistió con una camisa de Sebastian, el aroma de su perfume la relajaba muchísimo, luego bajo las escaleras. Se dio cuenta que era de día, su novio la dejó dormir toda la noche. En la cocina lo encontró con unos jeans y su torso al descubierto, preparando el desayuno, levantó la vista, al verla sonrió ampliamente.

— Ésta es una maravillosa vista. Buenos días, bonita.

— Buenos días a ti.

— Anoche intente despertarte para la cena, pero estabas tan dormida que lo pensé mejor, y te dejé descansar.

— Gracias por eso. Me hizo bien dormir toda la noche, hoy me siento renovada.

— Me alegro, te hice el desayuno. Las cosas que hago por amor. — Dijo rodando los ojos bromeando.

— Sí claro, es que echarle leche al cereal es una gran prueba de amor. — Respondió ella bromeando. El entrecerró los ojos y le dijo. — Tienes tres segundos para correr. Uno... Dos... Tres...— Ella chilló y salió corriendo riéndose fuerte. Él, también riéndose, la alcanzó y la abrazó. Girándola la besó de una forma muy tierna.

— Hoy la espacialidad son waffles, listilla.

— Mis favoritos, ¡Gracias! — Se sentó en el comedor.

— Te voy a consentir bastante, me asusté mucho ayer. ¿Te habías desmayado antes? — Preguntó, viéndole preocupado.

— No. Pero pienso que fue más el cansancio que otra cosa. Estoy bien, en serio. — Él puso frente a ella un plato con su comida y un vaso de jugo. Se arrodilló frente a ella y le dijo suavemente. — Si te sientes mal de nuevo. O te desmayas te llevo al médico inmediatamente. ¿De acuerdo? — Ella lo miró muy sorprendida por su cara de preocupación y antes que le preguntará él dijo. — Hay algo que quiero contarte, y lo haré, pero hoy no. Te prometo que lo haré pronto, bonita. — Ella asintió y él se levantó, y puso su plato en la mesa, ella encendió la radio y así desayunaron entre risas y música.

Terminando de comer, se encargaron de limpiar la cocina. En la radio empezó a sonar "Sugar" de Maroon 5 y ella riendo lo tomó de las manos poniéndose a bailar suavemente, cantando, él la acompañó.

Sebastian la abrazó, la besó y luego susurró contra sus labios. — Te quiero, bonita.

Ella sonriendo le respondió. — Yo también.

Estaban tan inmersos en el otro que no escucharon cuando la puerta de la sala se abrió, y entró un Damién que al verlos apretó la mandíbula y musitó. — Lo siento, hermano, tengo que acostumbrarme que ya no vives solo. Disculpen la interrupción.

Hope se sobresaltó y luego se tensó, Sebastian por su lado la colocó detrás de él para ocultar sus piernas desnudas. Sonrió tensamente y le replicó — Un error lo comete cualquiera, no te preocupes, hermano. ¿Por qué no te das la vuelta para que mi chica se vaya a cambiar?

Damién sonrío pero no llegó a sus ojos. — Mejor los espero en el recibidor. — Y dándose la vuelta salió de la cocina.

Hope subió a cambiarse; se puso unos pantalones oscuros y una blusa manga larga vinotinto, se recogió el cabello en un moño desordenado. Cuando iba bajando las escaleras escuchó a su novio hablando por teléfono, luego de unos segundos colgó y le dijo. — Bonita, tengo que ir a la empresa a solucionar algo urgente, pero te quedas con Damién, después de tu desmayo no quiero dejarte sola mucho rato, él te cuidará si quieres llamas a tus amigas y salen todos juntos, avísenme donde estarán para ir después. — Subió a cambiarse también, bajó vestido con un suéter de color beige, Hope lo acompañó a la salida y se fue no sin antes darle un beso en los labios.

Cuando la puerta se cerró, sintió una presencia detrás de ella, cuando giró se encontró con Damién que echando chispas le dijo. — Ahora si vamos hablar tú y yo.

Por siempre tuyo, mi amor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora