Capítulo Veinticinco

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Hope se sumergió totalmente en el ensayo, que no era otra cosa que el repaso de los eventos de la boda, desde la ceremonia hasta el momento en que los novios salen, claro, no necesariamente se va a repasar todo lo que va suceder como si de una obra se tratara, es solo enumerar los acontecimientos, dejando en claro quiénes son los encargados de ciertas tareas, midiendo así los tiempos de ejecución de cada cosa. Les indicó a los padrinos y damas de honor que tenían que caminar al son de la música, no muy lento pero tampoco a las carreras, ya se habían formado las parejas, Bianca lanzaba miradas nerviosas a su amiga y Hope observó a los novios caminando hacía lo que tenían pautado como el altar. Estaba furiosa, tenía la esperanza de nunca más volver a ver a Samantha, pero el destino fue cruel al reencontrarlas, de paso ella era la que habían elegido como pareja para Damién en el cortejo por petición especial de la novia. "Hacen una pareja hermosa." le comentó después de hacerle la sugerencia.

El salón en el que se encontraban actualmente era amplio y muy bonito, contratado especialmente para el ensayo de la boda que no demoró mucho, una hora después cada quien sabía lo que tenía que hacer. Dando inicio a la cena Bianca empezó a organizar a todos en su sitio y ellos empezaron a ordenar lo que querían del menú, Hope se retiró a la cocina para hablar con el chef y así cerciorarse que los platos estuviesen listos, iban a servir lasaña con ensalada césar, o pollo con diversos tipos de ensaladas, eso según lo que cada persona eligiera con su respectiva bebida, Hope probó el postre que era bolas de helados de chocolate, fresa y vainilla estaba delicioso, todo era delicioso.

Alguien entró a la cocina. — Hola, Hope ¿cierto?

La aludida se giró y trató de devolver esa sonrisa falsa. — Hola, sí.

— Yo soy Samantha, una gran amiga de Damién. ¿Te acuerdas de mí? — Como midiéndose con su adversaria mostró su pronunciado, sexy y corto vestido fucsia.

— Sí, ¿Cómo has estado?

— Muy bien gracias, es una gran sorpresa verte de nuevo. Damién no me dijo que estabas organizando la boda de mi amiga.

Sé profesional se recordaba Hope. — No sabía... Quiero decir... Él no sabía que yo estaba organizando la boda.

— O quizás sí, pero claro, cuando él y yo nos encontramos no tenemos tiempo de hablar mucho, no sé si me entiendes.

— Entiendo... ¿Necesitas algo?

— No. Solo deseaba saludarte, ya sabes. Espero que no haya resentimientos por lo de la otra vez, es que después de tantos años Damién y yo por fin decidimos darnos una oportunidad. — En ese momento Bianca entró a la cocina y las vió.

— Me alegra que por fin se den una oportunidad. — Hope perdió la paciencia. — Y espero que no te haga lo mismo, ya sabes. Lo que me hizo contigo. No es lindo ver al hombre que dice amarte inmensamente en brazos de otra.

— Estaba confundido cuando dijo que te amaba, estaba conociéndote y no importa ya, eso fue hace un par de años.

— Tienes razón, la primera vez que se me declaró fue hace dos años y quizás estaba un poco confundido...— Hope se cruzó de brazos, su vestido con escote de corazón y rosado de cóctel y resaltaba sus bellos ojos y sonrisa felina. —... Pero, hace cuatro meses cuando me reiteró su amor, no se veía nada confundido.

Samantha se tensó visiblemente, su rostro borró esa sonrisa de triunfo y se giró enojada saliendo de la habitación. Bianca miró a su amiga sorprendida, Hope fue implacable y la zorra de Samantha lo merecía.

— Lo que te haya dicho es mentira. — Saltó Bianca. Hope no respondió.

Los platos se empezaron a servir y las chicas estuvieron muy atentas de que todo saliera perfecto, un par de horas después todo terminó y Bianca le insistió a su amiga que se fuera, faltaban detalles que finiquitar, a una semana del matrimonio era normal tener cosas de última hora. Saliendo del lugar buscó su auto con la mirada y no se sorprendió al ver a Damién allí apoyado, no le había hablado en toda la noche, eso era extraño de por sí.

— Samantha ya se fue, debiste acompañarla, noté que bebió mucho. — Damién se había quitado la corbata quedando con la camisa azul oscuro.

— Se fue con su prima.

— Que pésimo novio eres dejándola sola. — Intentó abrir la puerta de su coche y él se lo impidió.

— No vamos a pasar otra vez por eso, Hope.

— Es que soy muy tonta y se me había olvidado que eres un infiel. — Él suspiró pesadamente y ella decidió seguir atacando, no había notado lo celosa que estaba hasta ahora. — Se ven muy lindos yendo al altar, deberías proponerle matrimonio de una vez antes que la pobre chica pierda los nervios.

— ¿Tú crees? ¿Y nos ayudarías a organizarlo? — La bofetada le giró a él el rostro y los sorprendió a ambos, pero ella estaba tan celosa, tan molesta, tan herida que no se detuvo a pensar, solo reaccionó.

— Eres un imbécil, ¿Cómo se te ocurre?

— ¿Y cómo se te ocurre a ti hacerme una escena de celos? Joder, Hope. ¿Acaso se te olvida que eres la novia de mi mejor amigo?, ¿Se te olvida todo lo que te rogué y supliqué para que no llegáramos a esto? — La tomó por los hombros, y aunque su agarre no la estaba lastimando, era firme. — ¿Cuántas malditas veces tienes planeado romperme el corazón para sentir que te vengaste?

Ella se sacudió violentamente. — No te hagas la víctima conmigo, que para romperte el corazón primero tendrías que tener uno. Por eso es que prefiero a Sebastian por encima de ti. — En cuanto lo dijo se arrepintió. Sólo buscaba lastimarlo y cuando miró en sus ojos eso y más fue lo que consiguió.

El dolor dio paso inmediatamente a la furia. — ¿Sabes qué? Me cansé. Estoy harto de todo; de humillarme, de suplicarte, de pagar con creces por una tontería. ¿Quieres quedarte con Sebastian? Hazlo. Ahora soy yo el que no quiere saber una mierda. Espero que sean muy felices juntos. — Damién se fue a buscar su coche para irse de allí, tensión y enojo estaban notables en su postura.

— Damién... — Hope estaba muy arrepentida, lágrimas bañaban su rostro. Él detuvo su andar un momento, pero luego continuó su camino sin importarle lo que ella tenía que decir y lo entendía, no se había comportado nada bien.

Sintió que la abrazaban por detrás y la voz de Bianca le susurró. — Él también tiene dignidad, cariño.

Se subieron en el auto, Bianca conduciendo y Hope hecha un mar de lágrimas. Nunca lo había visto así de molesto y tenía toda la razón, ella definitivamente perdió la cabeza. Esa noche lloró muchísimo, por Damién, por Sebastian y por ella.

La semana pasó y el día del matrimonio llegó, todo iba perfecto. Pero el que haya dicho que lo personal no debe afectar en lo profesional, no tuvo un problema en la vida. Por primera vez ella no disfrutó de una boda, no sentía nada. Estaba en piloto automático. Su pasión se había vuelto un fastidio, eso aunado a que Damién ni la miraba, ella lo entendía, fue cruel y despiadada, se lo merecía.

En la fiesta vio que Damién bebió mucho, bailaba y sonreía con las solteras allí presentes, menos con Samantha. La rubia estaba molesta y eso se le notaba, eso la alivió, parecía que ninguna de las dos pasaba por su mente.

El infierno dentro de ella se desató cuando Damién abrazó a una pelirroja, la chica estaba encantada, Hope se acercó a él y le dijo: — Estás ebrio, cálmate.

— Estoy feliz, no ebrio.

— No la conoces, ten cuidado con quien te vas.

Él levantó su copa llena de champaña e hizo como un brindis. — Eso es lo bueno de estar soltero, que puedo irme donde quiera, con quiera. Aléjate de mí, Hope. — Recordó todas las veces que ella le dijo eso, y ahora sintió en carne propia lo que tanto él aguantó. En definitiva... El karma era una perra.

Por siempre tuyo, mi amor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora