Capítulo Doce

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Hope se estaba despertando, sintió unos brazos rodeándola. Por un momento por su mente paso que todo fue una pesadilla, que seguía en Francia. Pero no, ella no tenía tanta suerte.

— Bonita, ¿Estás bien? — Su novio estaba muy preocupado.

Hope no podía dejar de mirar a un pálido Damién. Pero aun así respondió. — Estoy bien. Debe ser la euforia por llegar a casa que me afectó y recuerda que no he probado bocado, eso debe ser. — Sebastian la ayudó a incorporarse del suelo, la sentó en las sillas de espera. Asegurándose que ella se sentía mejor. Y miró a las personas alrededor, que se interesaron por el estado de la chica desmayada, Sebastian se encargó de decirles que ella estaba bien y procedió a hablar con su amigo que los miraba fijamente.

— Voy a conseguirle algo de agua. Cuídamela por favor. — Ella quiso detenerlo, no quería quedarse sola con él, pero su novio no se dio cuenta y se fue de manera apresurada.

Damién la observaba fijamente, estaba muy impresionado, pensó que nunca más la volvería a ver. — Dios mío, Hope. No puedo creer que estas aquí. Han pasado dos largos años.

Ella le sonrío fríamente. — Sí, ha pasado mucho. ¿Cómo está Samantha?

El retrocedió como si lo hubiese golpeado. — Tenemos que hablar sobre eso. Yo no te engañe, yo...

Ella levantó su mano callándolo. — Eso no importa ya, Damién. Para mí, ya todo se acabó.

Desesperado y nervioso pasó su mano por el cabello despeinándoselo. Estaban pasando tantas cosas que lo tenían descolocado. En un momento, volvió a palidecer como si se percatara de algo.

— ¿Eres la novia de Sebastian?

— Sí, ¿No lo notaste cuando nos presentó? — Le respondió sarcástica

— Lo siento, es que estaba entre sorprendido por volverte a ver y nervioso por tu desmayo que no me detuve en los detalles. — Le espetó de igual forma.

— Somos novios, Damién.

— ¡Maldición Hope, es mi mejor amigo! — Dijo alterado.

Ella se levantó y hecha una fiera le gritó: — ¿Y yo como carajos lo iba a saber? Estoy tan sorprendida como tú. Nunca me presentaste a tus amigos, ni siquiera me dijiste sus nombres. ¿Acaso piensas que lo hice a propósito?

— Joder, discúlpame. Tenemos que hablar con él y explicarle. — Él estaba muy nervioso.

Ella lo miró sorprendida. — ¿Estás loco? Yo no voy a enturbiar mi relación por ti. ¿Qué le vamos a explicar? ¿Qué eres el imbécil que me rompió el corazón y no le importó?

— No fue así, escucha...

— ¡Cállate! No tengo que soportar tus tonterías. Así que escúchame bien. Tú y yo no nos conocemos, nunca nos hemos visto y lo nuestro no ocurrió.

Damién no se podía creer lo que estaba escuchando. — ¿Qué te pasa?, ¿Por qué reaccionas así?

Ella lo miró y sus ojos se llenaron de lágrimas, respiró profusamente para calmarse.

— Me dijiste que son mejores amigos, ¿no? — Él asintió. — No quiero hacerlos sufrir y no quiero que su amistad termine por mi culpa. Por eso es mejor guardar esto en secreto.

— No estoy de acuerdo, tenemos que decírselo, Preciosa... — Se acercó para tocarla y ella se alejó.

— No me digas así, no te atrevas. — Ella se alteró nuevamente. — Voy a ser cordial contigo por Sebastian, pero entiende esto. Nunca te acerques más a mí con otras intenciones, ni me veas como otra cosa que no sea la novia de tu mejor amigo. ¿Fui clara?

Él le iba a responder, pero vió que su amigo se acercaba a ellos y decidió callar. Él no quería perder su amistad, se lo prometió a su hermano Sawyer. Estaba entre la espada y la pared. Su amigo le dio botella de agua y un bocadillo a Hope. Decidieron que ya era tiempo de irse a casa.

En el camino iba pensativo y callado, cuando se enteró que ella se fue y vendió su apartamento, hizo lo posible por encontrarla. Les habló y les su suplicó a sus amigas que le dijeran de su paradero y obtuvo como respuestas miradas frías y comentarios hirientes, se lo merecía, él lo sabía y estaba desesperado por encontrarla. Él no ignoraba el hecho que ella estaba en París con su hermana, aunque fue y pasó varios días allí, no tenía una pista concreta. Le escribió y llamó, pero nunca recibió respuesta, decidió darse por vencido y continuar con su vida, pero en realidad no la olvidó. Que fuese ahora, la mujer de la cual su mejor amigo estaba enamorado lo tenía torturado.

Llegaron a la casa de Sebastian y subieron todo su equipaje, Hope descansaba en la sala. Su amigo invitó a Damién almorzar, él se negó diciendo que mejor se reunían el día siguiente, su amigo extrañado le iba a decir algo pero su teléfono sonó, se despidió y fue atender.

Ella que había salido en silencio, estaba mareada y perturbada por todos los acontecimientos se tapó el rostro con ambas manos. Él la encontró, no notó que se había movido de sitio. Estaba sentada en las escaleras afuera de la enorme casa con la mirada perdida. Y él no pudo evitar insistir.

— Tenemos que hablar.

— No tengo nada que hablar contigo, ya te lo dije.

— Pues yo no lo acepto. Y de una vez te digo que esto no se va a quedar así. — Se subió a su auto y arrancó enfurecido.

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