Capítulo Catorce

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Ella se tensó y le replicó. — No quiero hablar contigo.

— Pues, mala suerte. Porqué yo sí.

Hope respiró profundamente. — ¿De qué quieres hablar?

— De nosotros.

— No hay un nosotros, ya no.

— Es cierto. Pero lo hubo y hubiese seguido así, sino fueses tan terca.

Ella no podía creer su desfachatez. — ¡Ah!, o sea, ¿que ahora es mi culpa que tú seas un imbécil infiel?

Él la miró dolido. — Yo nunca te fui infiel.

— No seas mentiroso, ¿Quién me vas a decir que era?, ¿Un gemelo? Ahora yo estoy loca, según tú.

Él se tensó y la miró muy serio. — No tengo un gemelo y en ningún momento he dicho que estás loca. Pero tengo una explicación para lo que ocurrió.

— No quiero saberlo, llegó dos años tarde y no me interesa.

Él se alteró y alejándose de ella gritó. — ¡Pues por ti! Maldición. Te llame, te busqué, le rogué a tus amigas para saber de ti. Nadie quiso decirme nada. ¡Te amaba, Hope! Y, aunque entiendo que no fue fácil para ti. Nada te costaba escucharme.

— ¿Qué no me costaba? — Gritó de vuelta. — Me costó ver al hombre que creía el amor de mi vida, besarse con su supuesta "amiga". En tu egoísmo, ¿Has pensado lo duro que fue para mí? ¡Me entregué a ti! Y dos semanas después, desapareciste. Estabas con ella, ¿Verdad?

— Joder, Hope. Un amigo tenía un problema y no podía dejarlo solo.

— Ah, ¿Pero a mí sí? Me dijiste que amabas y quede sola.

— Era algo de fuerzas mayores.

— Esta discusión es inútil. Ya todo eso no me importa, y no te creo.

Se miraron a los ojos retándose. — ¿Tú no has hablado con Sebastian acerca del problema que tuvo hace dos años?

— ¿Por qué lo incluyes en esto?

— ¡Porque estaba con él! Tuvo problemas y yo lo acompañe.

— Eres el hombre más multifacético que existe, acompañas en los problemas y te sobra tiempo para ser un jodido infiel. ¿Cómo hacías para acostarte con ella y ayudar a tú amigo? Necesito tu método de organización. — Dijo de forma sarcástica. Damién palideció.

Ella se arrepintió inmediatamente de sus palabras. Damién la miró duramente, nunca la había visto así, abrió la boca para disculparse y él la interrumpió hablándole fríamente. — No puedo creer que hayas dicho eso.

— Lo siento, estoy a la defensiva. No era mi intención ser cruel.

— No te reconozco, ya no eres esa mujer de la que me enamoré.

— El dolor me cambió. — Le respondió ella alzando la barbilla.

Él le sonrió cínicamente. — Tú no tienes idea de lo que es el dolor.

Ella camino hasta el sillón y se sentó. Estaba agotada de esa discusión y no estaban arreglando nada, por momentos era peor.

— Por favor, vete.

— ¿No te agrada la verdad?

— No me agrada que creas que puedes juzgarme después de todo el daño que me has hecho.

Él se acercó, se agachó mirándola fijamente, tomó un mechón de su cabello y ella se apartó bruscamente. — ¿Qué haces?

— Estoy tratando de encontrar a la mujer de la cual, un día, me enamoré profundamente... Pero, cariño. Mientras más te observo, puedo notar con dolor que esa mujer, ya no existe. —Levantándose se fue a la puerta, pero antes de irse le dijo: — Has cambiado tanto...— Negó la cabeza lentamente, estaba muy decepcionado. — Te voy a decir esto una sola vez. No se te ocurra hacerle daño a Sebastian, es un gran hombre y mi mejor amigo. Ha sufrido mucho y no merece más tristezas en su vida.

Ella sintiéndose fuertemente atacada le replicó. — Me sorprende que precisamente tú hables de no hacerle daño a los demás.

— Yo soy la única persona que le queda en esta vida y voy hacer lo que sea para protegerle, y espero que tú estés a la altura de lo él que necesita.

Ella no quiso responder algo acerca de eso, cambiándole el tema le dijo. — No estás aquí para hablar de él.

— Cierto, pero ya que a ti no te importa lo que tengo que decir, eso te lo quería dejar claro, haré lo que sea para que él esté bien, y si eso significa tenerte como "cuñada" lo aceptaré. No te preocupes que lo que hubo entre nosotros no lo mencionaré nunca más. Tenías razón, no vale la pena.

Ella giró la cara para que el no viera que sus ojos se empezaban a llenar de lágrimas. Pero él no había terminado. — Ah, y ¿Hope? Yo cometí mis errores, los acepto y siempre cargaré con las consecuencias. Pero, recuerda que tú fuiste la que condenó nuestro amor al fracaso. Por no escuchar y por un berrinche, Que tengas un buen día— Salió de la casa dando un portazo.

Hope por fin pudo derramar las lágrimas que estuvo luchando por contener. Dios, se había convertido en una bruja.

Por siempre tuyo, mi amor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora