Capítulo Treinta

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Semanas después Hope le estaba leyendo un libro a Damién, Cassandra le había comentado que él amaba el principito desde pequeño, ella se lo leía continuamente, una de sus manos tenía la de él tomada, sintió un movimiento y no le prestó atención... Siempre lo hacía, desde el tercer mes Damién se movía pero no despertaba, ella leyó y leyó hasta que el libro terminó. Al levantar la mirada sintió que su corazón dejó de latir por un momento y luego latió furioso. Dios. Los ojos verdes esmeralda más hermosos que había visto en la vida la observaban atentamente, otra vez. Después de ocho meses.

— Oh Dios mío, gracias. — Fue lo primero que salió de sus labios temblorosos. — Hola, cariño. Bienvenido...— Ella se levantó rápidamente para llamar a las enfermeras, pero él no soltaba su mano y aunque su agarre no era fuerte, su cara mostraba desesperación, él no quería que se fuera. — Tranquilo, mi amor. Tranquilo, voy a llamar al médico y volveré a ti. ¿Puedes entenderme? — Él asintió levemente. — Okey, ya voy a venir. ¿Está bien? — Ella lloraba y sonreía. Su felicidad era inmensa.

Corrió rápido a llamar a los médicos, ellos entraron a la habitación y le pidieron que esperara afuera. Que tenían que revisarlo concienzudamente. Ella por su parte llamó para avisarles a todos que había sucedido.

Damién logró despertar, y que felices se sentían las personas de su entorno. Lastimosamente, la vida no era como en las películas. Las personas que salían del coma no se levantaban a los dos días y continuaban su vida como si nada. En el caso de Damién tendría que hacer mucha rehabilitación por el tiempo que duró en ese estado, además su memoria tenía ciertas pérdidas, no recordaba el accidente y otras cosas. Los primeros días, él despertaba por poco tiempo y luego volvía a dormir estaba somnoliento y fatigado, su cuerpo tenía que volver adecuarse diferenciando al día de la noche. No hablaba mucho, lo que hacía era observar atentamente todo y todos a su alrededor.

Cada vez que dormía; Cassandra, Sebastian y Hope se tensaban, les daba terror que volviese a caer en coma, el médico dijo que por ahora estaba fuera de peligro porque estaba reaccionando muy bien, les recomendó decorar su habituación como en casa, así lo ayudarían a recordar mejor quién era, a sentirse él. Ellos siguieron todo al pie de la letra, decoraron su habitación con muchas fotos de sus viajes, de cuando era niño, estudiante de la universidad, con su madre, sus amigos y las maquetas que tenía en su casa, eran sus sueños. Su tío iba algunas noches llevándole sus platos favoritos, el olor impregnaba la habitación y a las enfermeras les molestaba que no estuviese comiendo la comida del hospital, pero eso lo ayudaba. Sebastian le conversaba anécdotas con Sawyer, le recordaba todos los planes que tenían y su madre le contaba parte de su infancia. La rehabilitación física empezó y fue muy duro, Damién estaba muy delgado y muchas veces le dolía todo, y aunque eran sesiones cortas fueron muy provechosas.

Damién hablaba poco, pero a veces preguntaba una que otra cosa. Con Hope solo la observaba muy atento, embelesado se podría decir, no le hablaba, solo la veía y a veces medio sonreía, después de varios días, él finalmente le habló, no a Sebastian, no a Cassandra, a ella, estaban solos en ese momento.

— Odio el principito. — Sonrió, eso lo recordaba. — Desde hace tiempo que lo odio, ¿Por qué siempre lo llevas contigo como si me fueses a leer?

— ¿Por qué lo odias? — Ella indagó, estaba emocionada por su oración tan larga.

— Es que de niño lo amé, pero lo leía tanto que con los años me empezó aburrir, cuando te aburres de algo; lo ves, lo escuchas, te hablan a cada momento y así empezó mi desprecio.

— Tu madre me dijo que te gustaba, que te lo leyera. — Ella sonrió avergonzada.

Él no entendió, por eso decidió cambiar el tema. — Han pasado ocho meses, ¿Cierto? — Ella asintió y el arrugó el entrecejo. — ¿Ya te casaste?

Por siempre tuyo, mi amor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora