Capítulo Cinco

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— ¡Oh! Hola. Gracias, Damién. — Estaba apoyado en la puerta de su casa, ella sonrío y se acercó. Damién se apartó para dejarla entrar.

— Estaba esperándote, quería hablar contigo. — Hope entró a su casa y lo invitó a pasar.

— Claro, dime. — Le respondió con curiosidad. Le hizo una seña para que se sentara y dejó caer sus pertenencias al suelo.

— ¿Quieres tener una segunda cita conmigo? — Preguntó sentándose en el sofá.

— Te mueres por besarme, ¿no es así? — Dijo ella con picardía.

— Eso te lo responderé en nuestra segunda cita.

Ella arqueó una ceja divertida. — Está bien, saldré contigo.

— Paso por ti el sábado, ¿Te parece? — Dijo levantándose, y yendo hacia la puerta. — Se dio la vuelta y le preguntó. — Hope, si te hubiese besado. ¿Estarías molesta?

—Eso te lo responderé en nuestra segunda cita. Buenas noches. —Murmuró ella con una enorme sonrisa. Él negó con la cabeza con gesto divertido. Y le respondió saliendo de su casa. — Buenas noches, hermosa.

Joder, Bianca como siempre tenía razón. Pensó ella.

Esa semana Hope estuvo muy ocupada, no pudo pensar en su segunda cita con Damién, estaba organizando una boda y ya tenía todo listo, era el viernes y ella estaba ultimando detalles, amaba su trabajo, la emoción, la belleza de una boda, los arreglos, los vestidos, la comida. Las miradas cómplices enamoradas de los novios, el orgullo, felicidad de la familia y amistades. Todo era mágico.

La pareja a la que le estaba organizando la boda era hermosa. Sus nombres eran Sophia y David, destilaban amor además de ser muy, muy dulces. El matrimonio y la recepción se iban a realizar en un lago, mandaron a construir para la ocasión un arco hermosísimo colocándolo cerca del agua, ella había ayudado a la novia a escoger su vestido. Era de color perla y la cola no era muy larga, especialmente para una boda que se iba a celebrar en la tarde.

El viernes en la mañana ocurrió una fatalidad, estaban decorando el con unas telas preciosas, debajo iban a pararse los novios para pronunciar sus votos. De pronto, la madera cedió y colapsó, Hope quería llorar. Faltaban pocas horas y no sabía qué hacer, lo peor fue que, en su estrés dejó la agenda en la cual tenía el número de la persona que había construido el marco, tuvo que devolverse a su casa, con su vestido azul y su cabello recogido porque ya que ella supervisaba que todo fuera como debería se iba vestida para la boda desde temprano para no perder el tiempo, cuando llegó a su edificio iba subiendo las escaleras apresurada. Maldita hora que se estropeó el ascensor, llegando a la cima de las escaleras buscando sus llaves tropezó con alguien. Levantó la mirada y azorada habló.

— Discúlpame Damién, estoy volviéndome loca.

— Descuida, ¿Qué te pasó? ¿Necesitas ayuda? — Indagó siguiéndola que abrió y entró a su apartamento.

— Hoy tengo una boda, y estábamos decorando un arco para los novios, de pronto la estructura se desplomó, no tenía el número de la persona que lo hizo y faltan pocas horas para el matrimonio. — Dijo ella agitada, consiguió el número que buscaba y cuando llamó estaba apagado. Hope sintió una presión en el pecho, sentía que se iba a desmayar.

— Está apagado el teléfono. Oh Dios mío. ¿Qué voy hacer? — Murmuró para sí misma.

— Te puedo ayudar, en serio. — Él la miró preocupado, estaba muy pálida y nerviosa.

— No quiero molestar. — Trató de sonreírle para no preocuparle, pero sus manos estaban temblando. Carajo, su reputación se iba arruinar y lo que era peor, le iba a fallar a esa hermosa pareja, en su día tan importante.

Por siempre tuyo, mi amor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora