Capítulo Treinta y uno

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"Qué difícil es secar la fuente inagotable del amor. Contar la historia de un momento de placer. Reír alegre cuando siente el corazón un gran dolor." Love Story, Andy Williams

Sophie miraba la calle a través de su ventana, cuando de pronto sintió que alguien la abrazaba por detrás, y no se sorprendió al escuchar a su hermana cantar. — ¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti!

No pudo evitar reírse ambas conocían el hecho de que Hope cantaba terrible. — Gracias, pero por favor no cantes.

— De acuerdo, ese va a ser mi regalo de cumpleaños para ti, dejar de torturarte con mis berridos. Aunque bueno, ese paquete que está en la mesa, es parte de tu regalo.

Sophie la miró. — Todo el día has estado enviándome regalos, creí que con la guitarra ibas a detenerte, no es por ser desagradecida, pero...

— Calla, que amo consentirte. — Murmuró, Hope fue a la cocina y a los segundos regresó con una taza en la mano. — Anda, ábrelo. — Su hermana destapó la caja y se encontró un vestido verde esmeralda largo muy hermoso, con corte sirena.

— No puede ser, ¿Una fiesta sorpresa?

Hope trató de ocultar una sonrisa tomando un poco de café. — No sé de qué hablas.

— No te hagas la tonta conmigo, soy mayor y me debes respeto. — Hope arqueó una ceja de forma burlona. — ¡Me debes respeto, he dicho!

— Te respeto. Ahora, ve a cambiarte.

— No me respondiste.

— ¿Qué me preguntaste? — Sophie rodó los ojos al escuchar eso, Hope era imposible.

— ¿Dónde es la fiesta?

— No tengo idea. — Claro que sabía. — Nuestros padres y las florecillas ya llegaron. Vamos arreglarnos, cariño. — Las hermanas se fueron cada una a su respectiva habitación, a alistarse. Hope terminó antes, usando un hermoso vestido largo azul claro, tenía escote de corazón, su favorito y una abertura mostrando una de sus piernas, y dejando ver unos hermosos tacones. Su cabello suelto, se lo había cortado un poco hacía un par de días. Se acercó a la ventana en la que estuvo su hermana hace un rato.

La diferencia es que ella no observaba el paisaje, ella pensaba insistentemente en él... Había hablado con Cassandra pocos días atrás, quería saber cómo le estaba yendo a Damién, por lo que le dijo la señora, estaba mucho mejor. Se había reintegrado a su empleo, a su amor, su pasión. Estaba mejorando en muchos aspectos, ya recordaba muchas cosas y salía, siendo más independiente... En una de las tantas conversaciones que tuvo, Cassandra le preguntó por qué no lo llamaba directamente a él. Ella respondió porque quería darle su espacio, lo entendió tanto, él había perdido la confianza y el respeto de su más antiguo amigo, un hermano.

Entendía que no la quisiese cerca, sus malas elecciones estaban pasando factura, ella se atribuía también la culpa del accidente, gracias a ella, él se quiso ir de su hogar, de su empleo y por ello sufrió las consecuencias. Cuando estuvo con él en el hospital no fue por culpa, sino por amor, ella lo amaba y sufría al verlo así, estaba consiente de qué cuando él despertara tendría que alejarse, pero lo ignoró. Tensó tanto la cuerda que no se sorprendió cuando se rompió. Emocionalmente estaba destrozada, ni siquiera cuando pensó que él le había fallado se sintió así. La certeza de una pérdida era desgarradora.

— Es mi cumpleaños y te ordeno que dejes de pensar y de estar triste. — Hope se giró para ver a su hermana, estaba hermosa.

— En lo único que estoy pensando es en la cantidad de pastel que comeré. — Mintió terriblemente.

Por siempre tuyo, mi amor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora