Capítulo Cuatro

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El día siguiente llegó, Bianca y Fiorella azotaron la puerta y casi se caen en su afán por entrar, tenían llaves de la casa de Hope, ella ya las estaba esperando, amaba a sus amigas y las conocía perfectamente. Querían saber detalles de su cita. Divertida, les señaló el reloj que colgaba en el salón de su casa.

— No son ni las ocho de la mañana, ¿Qué hacen tan temprano aquí?, ¿Las puedo ayudar en algo?

— No te hagas la tonta que sabes para que vinimos. — Contestó Bianca.

— No, no lo sé.

— ¿Cómo te fue en tu cita? — Exigió saber Fiorella. Hope rió.

— ¡Excelente! — Y les contó con lujos y detalles lo que ocurrió.

— Pero mira que es audaz, tratando de besarte en la primera cita. — Se rió Fiorella.

— ¡Me encanta! Es decidido y le doy mi aprobación. — Cantó Bianca.

— Es atrevido y un donjuán. — Les respondió Hope. — Pero me agrada, tiene algo, que no sé explicar, un encanto que me atrae como una polilla a la luz. — Espero no quemarme, pensó. No estaba segura de cómo sentirse, aunque si le pareció un poco atrevido, le gustó el hecho de que fuese sincero acerca de si tuvo o no relaciones serias anteriores, pero durante la noche se quedó pensando y preguntándose que esperaba el de ella, que claro, aunque le dijo lo que le dijo, ella no estaba segura si creerle, él le gustaba, pero la dejó muy confundida.

— Bueno, pero tienes que conocerlo más para decidir si quieres o no cometerte a ese bombón. — Bianca movió las cejas de arriba abajo sugerente.

— Le cerré la puerta en la cara.

— Y se lo merece por atrevido. — Dijo Fiorella con una sonrisa.

— Eso lo mantendrá interesado. — Dijo Bianca.

— Cambiando de tema, ¿Cómo te sientes, cariño? — Preguntó Hope, mirando a Fiorella.

— En distintos estados de ánimo, hay momentos en los que quiero volver con él y hay momentos en que pienso lo que me hizo y quiero matarlo.

— ¿Te ha llamado? — Preguntó Hope, abrazándola.

— Se apareció en mi casa con un ramo de flores, en cuanto lo vi, lo tome y se lo destruí encima, luego me encerré en mi cuarto y lloré toda la noche.

— ¿Por qué no nos llamaste?, ¿Cuándo fue?

— El miércoles. No quería molestarlas con mi inútil drama.

— Eres nuestra amiga y estas pasando por una ruptura, ¿Qué rayos te hace pensar que nos vas a molestar? —Exclamó indignada Hope.

— ¿Y qué te hace pensar que es inútil? — Secundó Bianca. — Danos más crédito, que para eso, somos tus mejores amigas, es nuestro deber estar en las buenas y malas, no lo olvides.

— Gracias florecillas, las amo.

— Y nosotras te amamos a ti. — Dijeron al unísono sus amigas.

— Bueno, ya que todo está aclarado, propongo algo. ¡Vámonos a la playa!

— ¿Hoy? — Preguntó Hope.

— Sí, hoy. Vamos a celebrar la vida y la amistad, ya que el amor es una mierda. — Fiorella río y Bianca avergonzada dijo. — Bueno, no todos, pero ya saben a qué me refiero.

Reunieron las pertenencias necesarias y se fueron rumbo a la playa Kitsilano Beach, en el auto de Fiorella, amaban hacer estos viajes sorpresas ya que siempre les ocurrían cosas divertidas. Llegaron a su destino, cada una se colocó su traje de baño para disfrutar el día. Divertidas se bañaron, jugaron vóleibol en la arena, hicieron grupo con otras chicas que estaban jugando, hasta fueron a una fiesta en una fogata que hicieron unos chicos esa noche, se quedaron en un hotel cerca de la playa, Hope y Bianca no durmieron sino que se quedaron viendo series hasta el día siguiente, que fueron a broncearse de nuevo.

Horas después, acostadas en la arena, escucharon que el celular de Fiorella sonó, al revisarlo notó que era una llamada de Max, su ex. Ella no contestó y él le envió un mensaje pidiéndole que hablaran que todo había sido un malentendido y lo podían solucionar.

— Es Max, quiere hablar. — Dijo Fiorella incómoda.

Bianca le arrebató el teléfono, apagándolo dijo. — Estamos en día de chicas el cual es sagrado, y no se le puede contestar a idiotas.

— Es cierto. — Apoyó Hope. — Además tú no tienes nada que hablar con él, te hirió y no le importó, ahora que se fastidie.

— Está muy insistente. — Les dijo Fiorella y luego se quedó pensativa.

Hope y Bianca se vieron entre ellas y Bianca explotó. — ¡Aunque se arrastre tal cual serpiente! ¿Me oyes? No lo puedes perdonar porque te seguirá haciendo lo mismo. Eres inteligente, hermosa y si me gustaran las mujeres iría por ti sin dudarlo. — Hope rió, ese tipo de comentarios eran propios de Bianca, su amiga continuó con su diatriba — Te mereces a un hombre mejor, que te respete y te valore, no a un idiota que está esperando que te des la vuelta para engañarte.

— Si quieres volver con el no podemos obligarte a rechazarlo. — Habló Hope esta vez. — Pero es nuestro deber como amigas hacerte ver que él no es una buena idea, solo queremos lo mejor para ti.

— Lo sé, chicas. Gracias. ¿Nos podemos ir? Necesito pensar que voy hacer con esto.

—Claro. — Las chicas tomaron sus cosas y fueron hacia el hotel, pagaron y se marcharon, condujo Fiorella porque sus amigas no habían dormido, se pasaron cantando todo pulmón y llegaron al anochecer a la ciudad. Primero dejaron a Bianca, luego a Hope que se despidió, le hizo prometer a su amiga que les llamaría cualquier novedad, hambrienta y cansada iba subiendo las escaleras hacia su apartamento, iba buscando las llaves, estaba muy concentrada y se sorprendió al escuchar:

— La piel bronceada te queda fantástica. Buenas noches, Hope. 

Por siempre tuyo, mi amor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora