Epílogo

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La vida y las personas son muy irónicas, muy impredecibles. No por eso dejan de ser maravillosas, cada día es digno de ser vivido al máximo y cada persona merece ser disfrutada el tiempo que permanezca, ambos nos van dejando enseñanzas a su paso.

Fiorella y Bianca admiraban y tomaban fotos a su amiga, hoy de entre todos los días se veía deslumbrante, y no era sólo por su atuendo, o su maquillaje y peinado, el brillo de sus ojos y grandeza de su sonrisa era lo que le hacía resplandecer, se veía como la felicidad la colmaba. Un golpe en seco se escuchó en la habitación. Las chicas entre risas invitaron a pasar a la persona del otro lado, al abrirse la puerta las risas desaparecieron abruptamente.

Sebastian Rutledge vestido con un traje gris caminó dentro de la habitación, observando a las tres chicas, Fiorella y Bianca se miraron entre sí, Hope estaba totalmente en blanco.

- ¿Nos pueden dar un momento a solas? - Preguntó fríamente el recién llegado. Las chicas asintieron y salieron lentamente de la habitación, las miradas de Hope y Sebastian se conectaron, él no pudo evitar mirarla de arriba abajo. - Hola. Te ves hermosa.

- Gracias. - Hope temblaba. - Yo... Es... Que... - Negó. - Lo siento. ¿Cómo estás?

- Bien. Cassandra me dijo lo de hoy y no pude evitar venir a darte mis felicidades. - Hope cerró los ojos avergonzada. - No te pongas así, de verdad. Mis felicitaciones son sinceras... Eres su mundo.

Decir gracias iba a sonar muy cínico. Abrió su boca pero no supo que decir. Él la miró atentamente. Hasta que ella habló. - ¿Has podido perdonarme?

- No. - Su contestación fue rápida. - Pero eso es debido a que todavía te amo. Algún día lo haré, serás pasado. Y podré sentirme muy feliz porque ustedes estén juntos. - Se acercó a ella y tomó su mano temblorosa, depositando en el dorso un beso, solo un roce, nunca dejándola de ver a los ojos. - Quisiera secuestrarte y hacer que me ames. Pero eso es solo una idea tonta de un alma despechada. Sé cuándo pierdo y lo acepto. - Soltó su mano y se fue alejando. - Les deseo momentos maravillosos en su vida, aunque parezca absurdo que se los desee, yo sé que ambos lo merecen. - Dicho eso salió de allí.

Las chicas volvieron a entrar y se encontraron a una muy turbada Hope. Bianca preguntó. - ¿Está todo bien?

Hope sonrió sinceramente. - Sí.

Fiorella también sonrió. - Bueno, es hora.

Las tres salieron de la habitación, Fiorella y Bianca con hermosos vestidos largos de seda, de color rosa pastel sin mangas, Hope por su parte, vestía un hermoso vestido largo de encaje blanco con mangas largas transparentes, media espalda descubierta y era muy ceñido al cuerpo, la cola no era larga, sus tacones blancos altos y su cabello semi-recogido con las puntas enruladas.

Era su boda con Damién, decidieron hacerla de día y fueron pocos invitados, irónicamente la chica que era organizadora de bodas fastuosas decidió hacer la suya sencilla y con los más allegados, porque así era ella, sencilla y cuidadosa con las personas que entraban su vida, Damién agradeció mucho esa idea, concordaban muchísimo en que debían estar la familia y los amigos.

Fue en su hermoso y espacioso jardín, era lo suficientemente grande para que celebraran la boda allí. Las mesas estaban dispuestas, los familiares y amigos de pie esperando por ella.

Su padre estaba a su lado y caminaba lentamente con ella hacía el altar que habían creado con un hermoso marco rodeado de flores, al igual que la alfombra por la que caminaba la novia. Se escuchaba el "Ave María" y todo se veía magnifico. Pero lo que le robó el aliento y centro toda su atención era Damién, que la esperaba con una sonrisa enorme, con amor reflejado en los ojos.

Por siempre tuyo, mi amor ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora