XXI

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Entró la maestra y nos miro.

-Señorita Yaritza, haga el favor de cambiarse de asiento, lo más alejada de las trillizas por favor

-¿Podría saber el motivo? -le pregunto confundida -Nunca le he dado motivos para que me aparte de ellas

-Son ordenes señorita

-¿Ordenes de quién?

-Del director, haga el favor de cambiarse o le resto puntos por indisciplina

Mis amigas y yo nos miramos confundidas pero no tengo más remedio, así que tomo mis cosas y me cambio al otro extremo del aula.

La dinámica se repitió en todas las clases. El director estaba a punto de que le recordara el 10 de mayo.
¿Cuál era su problema conmigo y mis amigas?

Al terminar las clases fuimos a la dirección. Esto no se iba a quedar así.

-¿En que puedo servirles? -pregunta la secretaria

-Quiero hablar con el director ahora mismo

-Claro, permiteme anunciarte

-Puedo hacerlo sola

Entre a la oficina sin tocar llamando la atención del director

-¿Yaritza, Sol, Luna, Estrella?, ¿Qué hacen ustedes aquí?

-Se puede saber que tiene en contra de nosotras -le digo

-¿A qué se refieren?

-¿Por que les dijo a los maestros que nos separará?, ¿En que le afecta a usted nuestra amistad?

-Estan equivocadas, son sus padres los que me pidieron que pusiera esa regla, al parecer están en desacuerdo en que ustedes sean amigas, sinceramente me desconcierta pero si sus padres me lo piden lo haré

Miré a las trillizas, vi en sus ojos que estaban echando chispas. Sus padres se habían prestado para esto y dolía.

-Gracias director -le digo y salgo de la oficina

Comenzaba a sentirme asfixiada, necesitaba aire y tranquilizarme.

-Esto no se va a quedar así -dice Luna

-Oye todo va a estar bien -me dice Sol mientras frota mis hombros

-Esto se complicó demasiado, sabia que mis actos tendrían consecuencias pero que me retiren su amistad eso sobrepasa los límites

-Nadie va a terminar con nuestra amistad, así tengamos que mudarnos hasta Alaska si es necesario -dice Estrella

-Te vamos a secuestras así que prepara tus cosas mujer -me dice Luna

-Gracias chicas, siempre saben como levantarme el ánimo

-Aunque estamos seguras de que tu comportamiento con tus padres cambiará

-Oh claro que cambiará, mis padres las metieron en esto así que no se quedará como si nada

-Cualquier cosa nos llamas

-Mil gracias chicas

Me despedí de ellas y salí de la escula sola. Miré a mi papá estacionado afuera del auto

-¿Por qué tardaste tanto en salir? -me pregunta

-Fui a hablar con el director

-¿Qué?, ¿Por qué?, ¿Qué pasó?

-Han cruzado la linea, tú, mi mamá y los padres de las trillizas

-Ya se de que hablas, entra al auto

-Se que mis actos tienen consecuencias pero involucrar a las trillizas papá, eso es injusto

-Injusto es que te taparan las mentiras que nos decías a tu madre y a mi, ¿Qué hubiera ocurrido si te pasaba algo?, ¿Cómo ibamos a saber donde estabas?

-Los entiendo, pero no me quites a las tres personas a las que quiero como unas hermanas

-Basta ya Yaritza, entra al carro

Entre al carro con un montón de emociones encima, quería llorar, queria gritar, quería golpear algo, pero también abrazar a alguien.

Mi padre condujo y me di cuenta de que no nos dirigimos a la casa cuando doblo en una esquina que iba en sentido contrario a la casa.

-¿A dónde vamos?

-Tienes cita con la doctora

-No es el camino para ir con la doctora Montoya

-Lo se, descubrimos que Montoya te resetaba agua, no medicamento, nos estuvo jugando el dedo en la boca, espero que tenga un buen abogado

-¿Qué?, ¿Cómo lo supieron?

-Tu madre sospechaba así que mando a hacer un análisis detallado y costoso, los resultados fueron sorprendentes pues solo era agua

Nos habían descubierto, otro peso más, Montoya estaba a punto de ir a prisión por engaño.

Llegamos al consultorio muy reconocido, una doctora de unos 40 años. Había dejado de venir con ella pues mis padres querían saber otras opiniones además de que salió de viaje por un largo tiempo. Pero lo que más me preocupaba es que ella era de las personas que por dinero hace lo que sea.
Mi vida podía depender de una decisión, mis padres confiaban ciegamente en ella, pero yo no. Sobre todo porque sabía que estaba sana, mi enfermedad solo existía en la mente de mis padres.

Entramos al consultorio y vi a mi madre platicando con la recepcionista

-Ya llegaron -dijo mi madre con una sonrisa -Vamos, nos está esperando

Entramos a un pequeño cuarto con todo lo esencial de un consultorio de doctor general.

-Que bueno es volver a verlos -dice la doctora con una sonrisa -¿Cómo va la Otitis? -pregunta mientras saca un cuadernillo

-Bueno según médicos ha progresado

-Sube a la camilla Yaritza, te revisare esos traviesos oidos

Gire los ojos y de mala gana me subí a la dichosa camilla.

Metió un aparatito en mi oído y estuvo escarmenando por un buen rato.

-¿Qué clase de especialistas estuvieron visitando estos meses?

-Ay doctora, si le contara -dice mi madre lamentandose -La doctora de confianza le daba un medicamento que resultó ser agua

-Pues me temo que la Otitis se ha prolongado, ya afecto una parte del timpano y puede quedar sorda para siempre

La mire con el ceño fruncido

-No puede ser -dijo mi madre horrorizada

-Tendremos que operarla de emergencia, antes de que se propague aún más

-No mienta -le dije enojada -Yo no estoy enferma, deje de mentir

-Querida estás enferma y que lo niegues no ayuda en nada

-No pueden dejar que me opere -le digo a mis padres

-Si es por tu bien Yaritza, solo queremos lo mejor para ti

-Van a dejar que me opere una doctora que miente una enfermedad con tal de que le paguen

-Basta ya Yaritza -dice mi padre -Es tu salud

-Exactamente -digo mientras me bajo de la camilla -No lo voy a permitir, está incompetente no va a tocarme nunca más

Y salí a toda prisa del consultorio, dejando atrás los grito de mi madre mientras me llamaba para que regresará. 

Sin ti, Soy nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora