XXXIV

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Me desperté porque el sol de la ventana me daba de lleno en la cara. Mire el reloj de la pared 10:30 a.m.

Tome lo primero que encontré, tenía que encontrar a Guille para regresarle su teléfono. Lo escondi bien por si mi madrina llegaba a sospechar algo.

Hate mi cabello en un chongo despeinado y moví el mueble que bloqueaba la puerta.

La abrí y baje a la sala.

Vi a mi madrina preparando algo en la estufa

-¿Dónde está Guille?

-¿Para que lo necesitas?

-Quiero hablar con él, ya ni siquiera puedo contar contigo, veamos si tengo suerte con un extraño

-No digas eso Yari

-No, es que parece que todas las personas de mi familia me traicionan y están en contra de mi felicidad, al parecer ni humillandome postrandome a sus pies logro tener compasión

Salgo de la casa y una briza de lluvia me golpea en mis brazos desnudos.

Escuche un martillo golpear contra algo, seguí el ruido y vi a Guille reparando una ventana

-Te estaba buscando -le digo

-¿A mi?

-Tengo algo que te pertenece -saco el celular y se lo entrego

-¿Todo bien?

-Nada está bien Guille cuando pienso que la vida no puede ir peor algo surge y me remata más

-Lo siento mucho

-Gracias

-Ni una palabra, ¿Verdad?

-Ni una

Asiente con la cabeza

-¿Quieres un abrazo?

-No te vas a poner en mi contra después

-Nunca, Somos amigos ¿no?

-Ni siquiera se que es eso

-Bien, yo te enseño

Se acercó a mi y me abrazó. Pase mis manos por su cintura y me apretó aún más fuerte.

-Yaritza a la casa -escucho la voz autoritaria de mi madrina

-Gracias Guille -le sonrío y entro a la casa

Me siento en el sillón y mi madrina se puso enfrente de mi

-¿Qué? -le pregunto mientras la miro

-¿Qué no piensas desayunar?

-Ah no sabía que tenía derecho a desayunar, disculpe por hacerla esperar su majestad

Me dio una cachetada tan fuerte que sentí la mejilla roja.

-A mi no me faltas al respeto

La mire incredula de que me haya levantado la mano.

Pareció tomar conciencia y tapó su boca.

-Lo siento querida -trato te acercarse pero me aparte

-No vulevas a tocarme jamás en tu vida

-Yari

-No, Yaritza a partir de este momento

-Cielo...

-No, mi nombre no es cielo, soy Yaritza aunque te cueste más

Subí las escaleras y entre al baño. Me mire al espejo y no pude identificar a la chica que reflejaba el espejo.

Tenía los ojos hinchados lo cual los hacía ver pequeños, mis ojos eran rojos todas las venas tan marcadas que parecía que brotaria sangre en cualquier momento.
Mi nariz estaba como una esfera de Navidad roja.

Mis labios partidos y descuidados. Y mi mejilla completamente roja y con la mano marcada de mi madrina.

Mi cabello era un completo asco.

Abrí la llave de la regadera y me di una ducha.

Después fui a mi habitación a ponerme el uniforme, tome mis zapatos y mi mochila. De una caja escondida tome un poco de dinero para comprar algo para comer.

Subí a la camioneta en silencio y mi madrina subió después del mismo modo.

Al llegar a la prepa me baje sin decir nada y cerrando más fuerte de lo normal la puerta.

Estuve igual o peor que el día anterior. Romina volvió a llamarme para informarme que las clases habían terminado.

-¿Estás bien? -me pregunta -Luces cansada y acabada

-Estoy acabada Romina, ni siquiera tengo un propósito para mi futuro

-Te dio fuerte la depresión

-¿Te has sentido sola en el mundo?

-Si a todos nos ha pasado

-Tengo semanas con esa sensación, no desaparece, ni se hace pequeña al contrario aumenta y me martiriza cada vez más, supongo que estoy esperando a morir y ya

-¿Qué?

-Ya no quiero vivir Romina, quiero que esto que siento dentro me deje en paz, no tengo ni un solo segundo se compasión

-Lo siento mucho

-Tengo que irme

Sali de la prepa y subí a la camioneta. Mi madrina decía cosas pero estaba perdida en el cielo de la noche. Había una que otra estrella.

De la nada comenzó a llover a cántaros, al llegar fui a la cocina, me preparé un sándwich y jugo de naranja.

Subí a mi habitación y me encerre con el seguro y el mueble por si las dudas.

Me sente en mi cama. Termine el sándwich y el jugo.
Mi mente comenzó a pasar como una película de cuando conocí a Matías.

Aquel chico coqueto, con sonrisa encantadora y mirada traviesa. Aquel que se alejo en cuanto vio a mi madre.
Jamás me visualice saliendo con un tipo como él. Y al final terminé perdidamente enamorada de él.

Después recorde cuando jugabamos a las princesas Sol, Estrella, Luna y yo. Soñabamos con nuestros príncipes azules. Dorian era amigo suyo y conocido mio, jamás me gusto que le gustará Sol y la apartara de nuestro lado.

Después el tiempo pasó, ellos se hicieron novios y yo fui feliz, luego Dorian nos presentó a Dario el cual se enamoró de Estrella. Luna y yo estabamos felices siendo solteras y nos unió más ese aspecto.

Mis ojos se cerraron, esta vez mi mente no me atormento antes de dormir, todo lo contrario me hizo recordar que fui feliz y no supe valorarlo como se debía.

La lluvia no se detuvo así que tuve que dormir con ese relajante sonido. Y todo se volvió negro mientras caía rendida.

Escuche un pequeño crujido, pero estaba tan cansada que no podía abrir los ojos. Escuche que algo se deslizaba. Me removi en la cama.

Comencé a escuchar pasos y me levante, vi una sombra negra al lado de mi cama. Iba a gritar pero me tapó la boca.

Todo estaba oscuro, seguía lloviendo porque podía oír la lluvia aparte de mi respiración ajitada y la de el hombre que tapaba mi boca.

Estaba muy mojado, mire la ventana y estaba abierta, había entrado por ahí

-No hagas ruido -me susurro -No queremos que nadie escuche

Sin ti, Soy nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora