XXXI

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Mi madrina se sentó en la cabecera de la mesa, mis padres a un costado uno cerca del otro y yo enfrente de ellos.

-¿Y como has estado hermana? -le pregunta mi padre

-Estupenda, Yari me ayuda a despejarme

-¿A si? -pregunta mi mamá amablemente

Simplemente comía callada, porque si llego a abrir la boca ya no voy a cerrarla.

-¿Y no te ha molestado verdad? -pregunta mi padre refiriendose a mi

-Por dios, es un encanto de niña

-Si, lo es -dice mi madre

Levanto mi vista para toparme con sus ojos. Frunci el ceño pero volví a bajar la mirada para tratar de calmarme.

-Yaritza se ha adaptado muy bien -dice mi madrina con una voz dulce

-Más le vale -dice mi padre

Esas palabras me producieron un botón de alerta

-Ha seguido todas las reglas, me consta

-Bien es su deber

¡PELIGRO!, ¡PELIGRO! gritaba mi subconsciente

-Es una niña adorable

-Lo tiene que ser, adaptarse a su nueva vida es su deber

Ya no puedo más

-Porque no me has dejado opción -dije sin levantar la voz pero con las palabras golpeadas

-¿Disculpa?

-Querida aún no sirvo el postre -dice mi madrina con la mirada suplicante

Suspire profundamente y me deje caer al respaldo de la silla.

-¿Qué preparaste? -pregunta mi mamá

-Un pay de nuez, delicioso

Se paró para repartir el postre y darnos a cada uno una rebanada.

Mire a mi papá que estaba mirándome fijamente. Mientras mi mamá y mi madrina conversaban y comian pay.

Le sostuve la mirada, ambos esperabamos lo mismo, que terminaran el postre para empezar a gritarnos. Éramos muy parecidos en el carácter, estaba segura de que él sabía que esperaba lo mismo que él.

Nuestras rebanadas de pay estaban intactas, y mi madre y mi madrina terminaban la suya.

-Bien acabaron ya -dijo mi padre -Tu y yo vamos a hablar

-Oh por supuesto que vamos a hablar, tenemos tanto de que hablar que la noche va a ser corta

-Perfecto empieza

-¿Tienes alguna mínima idea de cuanto te odio?

-Lo supongo

-No lo supones, porque lo que supones es una miseria al odio que te tengo realmente, tu y mi madre están enfermos

-¿Por qué dices eso? -dice mi madre aterrada por mi vocabulario

-Y todavía tienes el cinismo de preguntar

-NO SE A LO QUE TE REFIERES -me gritó

-Me arrebataron mi vida, sin consultarmelo, ¿Qué clase de padres hacen eso?

-Solo queremos lo mejor para ti -dijo mi madre

-No, ustedes solo quieren tenerme prisionera, como un maldito titere al que pueden manejar a su antojo -les dije con odio -Cambiaron todo, hicieron que me operaran porque tienen una obsesión con que estoy enferma y no es así

-Ahora ya no estás enferma gracias a la operación

-Solo les quitó su dinero, no me hicieron nada, me siento igual que siempre

-Yatitza

-Nada, me quitaron a mis amigas y me separaron de mi novio cuando más me necesitaba

-Él ni se acuerda de que existes -bramo mi padre

-Mientes, te desases de todo lo que te estorva o no cumple con tus lineamientos, amo a Matías y ni la distancia ni ustedes van a separarme de él

-Ese bastardo ya se olvido de ti

-MIENTES -les grite

-Miralo por ti misma -mi papá saco su celular

Vi una imagen de Matías muy pegado de una chica de cabello rubio. No era sólo un abrazo, había otra en donde estaba besandola en la frente y la estrujaba

-¿De dónde sacaste eso? -le digo confundida

-Fueron hace dos días, él ya te olvidó no te aferres de algo imposible

-¿Imposible? Imposible es hasta donde pueden llegar ustedes, no les importa cuanto o de cuantas maneras puedan lastimarme lo hacen, son detestables, los peores padres que pude haber merecido

-Mi niña -dijo mi madre con un llanto en la voz

-No, nada de mi niña, olvidense que tienen una hija

-No digas eso -dijo mi madre y se soltó llorando

-Pero no pensaron en lo que iba a sentir su hija al cambiarla de casa, de escula, que le iban a quitar a sus amigas que son como hermanas para ella y que la separaron de su novio sin remordimientos

No se en que momento me puse de pie, pero comencé a caminar hasta mi cuarto, le puse seguro a la puerta y por fin pude desmoronarme en el piso.

Sola sin que nadie viera todo el sufrimiento en mi rostro y todas las lágrimas que brotaban sin parar de mis ojos.

Abracé mis piernas convirtiéndome en un pequeño bultito en la enorme habitación.

Escuche que el auto arrancaba y se alejaba.

No podía estar molesta con Matías, él tenía todo el derecho del mundo de ser feliz y yo no era quien para impedirselo. Después de todo me fui sin despedirme y estoy segura de que mis padres habían contado su versión distorsionada sobre lo que había pasado realmente.

Escuhe que golpeaban la puerta

-¿Yari?

-Quiero estar sola -dije en susurro y apenas audible

-Cariño dejame entrar

-No, por favor -digo llorando más fuerte

No me importaba nada, si me escuchaba o que pensara que era una infantil al no querer verla.

-No me gusta verte así -dijo cerca de la puerta

-Quiero estar sola -dije con el llanto más fuerte

Cada palabra me desgarraba la garganta y me quitaba el aliento.

-Si me necesitas estaré abajo, si me necesitas voy a estar, si quieres llorar o abrazar a alguien, aquí voy a estar Yari, no estas sola en esto

Se lo agradecía de corazón, pero la verdad no era esa. Si estaba sola en esto, siempre lo estuve solo que vivía en un mundo tan perfecto que no me di cuenta.

Ni siquiera sabía lo que era sufrir y ahora que mi mundo se había convertido en simples escombros, hechos nada, sabía lo que realmente es llorar, tener un nudo en la garganta, sentir tanta impotencia, tener que tragarte tus cosas para ti sola porque nadie está ahí para consolarte y decirte que todo saldrá bien y que cuentas con ella para lo que sea.

Sin ti, Soy nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora