La noche había sido más que maravillosa, era difícil suponer que mis esfuerzos por agradar a la familia de Don, habían surtido efecto. De algún modo quería, deseaba, necesitaba que fuese así, al fin y al cabo, de ello dependía, en gran parte, el futuro de nuestra relación. Él me había advertido durante días el qué o no convendría hacer o decir para ser aceptada en su clan. Por su actitud optimista de regreso a casa sabía que todo había ido bien.
Aparca el coche ante mi puerta y noto como él, con su rostro risueño. y sin mirarme siquiera, rebusca algo entre sus ropas tanteando a través de ella en cada uno de sus bolsillos aunque es en el pequeño interior de su chaqueta, en donde por fin parece encontrarlo. De entre sus dedos saca una pequeña cajita negra que, sin ninguna ceremonia, ofrece a mis ojos mientras la abre.
Su sonrisa, segura de sí misma dibujada en su cara, y en la mía, una tremenda sorpresa.
-¿Qué significa esto?
-¿Qué crees que significa? –preguntó sonriente esperando que eso fuera una respuesta.
-Pero, pe...
-Es lo que querías ¿no?
-Sí, pero...
Mi voz desea salir pero mi deseo es en vano, mis ojos se llevan toda la fuerza de mi ser mientras contemplo aquella flamante joya que gritaba que entre nosotros ya existía un compromiso, un compromiso real.
Miro de nuevo el rostro de Don y su expresión complacida y segura. Podría decir que demasiado en realidad, como si pareciera que ese regalo fuera más para mí que para él mismo y que el presente más que aquel anillo que debiera ser señal de amor y compromiso mutuo, fuera él. Y en realidad tenía razón.
Él nunca había tenido ninguna prisa por comprometerse, sin embargo, yo parecía aferrarme a él como si fuese la única salida a mi vida.
No sé, al fin y al cabo me había ayudado bastante en el transcurso de mi carrera periodística. Si bien mis padres con mucho sacrificio económico, habían encaminado mi rumbo, Don había logrado desde el momento en que le conocí, introducirme en los ambientes adecuados donde contactar con gente destacada del gremio de los cuales tarde o temprano obtendría algún beneficio. Le debía mucho y creía que tenía mucha suerte de tenerlo a mi lado. Eso, sumado a la insignificante idea de que pertenecía a una de las familias más influyentes de Filadelfia.
Tomo el anillo de la caja mientras espero algo de él, quizás un pequeño ritual donde lo encaje en mi dedo, pero con esa sonrisa perpetua en su cara, no da muestra de que la idea fuera mutua. Tampoco importaba mucho, no quiero darle importancia, es una noche decisiva en mi vida, en realidad ese anillo era la bienvenida a otra vida no muy lejana y al mismo tiempo una hermosa despedida, ya que mañana partiré hacia la India. Posiblemente ese viaje había adelantado los acontecimientos, y la verdad, pese a todo estoy entusiasmada, feliz de marcharme con ese paso por delante.
"En este año que estaré fuera, de seguro me extrañará y será más fácil ver salir de él gestos un poco más... bueno que sé yo".
Me coloco el anillo en mi dedo mientras por fin rompe su sonrisa para hablar.
-¿Te gusta? - pregunta
"Como si fuera fácil despreciar la enorme piedra, que supongo está iluminando mi cara en este momento". - Sí, es realmente precioso - respondo.
Mientras levanto mis ojos siento el deseo de abrazarle, como si mentalmente ya estuviera echándole de menos. No había afrontado la idea del todo, pero ese viaje me empezaba a dar cierto pavor, que estaba dispuesta a afrontar. Era necesario que lo hiciera, mi tesis iba dirigida a cierta doctora que, por algunos de esos influyentes amigos de Don, había descubierto que recientemente se encontraba en una remota aldea de ese vasto país.
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Destino
RomanceNO ES DE MI AUTORIA Hace muchos años llego esta historia a mis manos, no tiene el nombre de la autora, pero considero que es una historia digna de compartir. Tiene un relato intimo y lento de las historias viejas Una periodista de Filadelfia (Joan...