Parte 2 - La Doctora

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La cabaña no es muy grande, y en la entrada descansan ya mis maletas. Echo un vistazo a mi alrededor; Una cama a la derecha, una especie de pequeña mesa rectangular toma el lugar de mesa de noche, una silla y una mesa de madera vieja como escritorio con un taburete a su lado. Ese parece ser todo el mobiliario del que dispongo. En las paredes desnudas, tan solo luce en una de ellas una pequeña estantería de cañas trabajosamente unidas por finas cuerdas. En realidad un poco falto de imaginación, pero todo parece limpio y ordenado.

Me tiro en la cama, no sin darme cuenta que esta acción descubre la rigidez de su base. Una especie de colchón de tan solo 4 dedos de espesor me separa de una rígida tabla bajo ella. Mientras contemplo el techo por uno leves momentos, mi pensamiento se dispara hasta Don y con él regresa el recuerdo de mi más preciado tesoro.

-¡El anillo! ¡Cielo santo!

No había comprobado si aún estaba ahí y rebusco desesperadamente en mi bota alzando mi pierna.

-¡Aja, aquí estás! –respiro aliviada al sentirlo de nuevo en mis manos

Lo sujeto entre mis dedos mientras contemplo su brillo y recuerdo el rostro de Don. Me sonrío ante este recuerdo y finalmente busco un lugar donde esconderlo. Mi mejor opción termina siendo una pequeña cajita de madera que debió portar alguna vez alguna hierba aromática, por el olor que desprende, y la sitúo en el estante más alto de la estantería. En la esquina derecha, justo tras la puerta, me había pasado desapercibida una mesa que soporta un gran cuenco y una jarra de madera tallada, llena de agua. Lavo mi cara y mis manos en él, mojo una pequeña toalla que descansa a su lado, y lo paso por mi cuerpo. Toda esta acción trae a mi mente una terrorífica pregunta.

-¿Y el baño? ¿Acaso...? .No, no puede ser, ¿dónde diablos se supone que...?

Mi vista da un ligero y desesperado repaso a las líneas del cuarto y confirmo mi observación.

- No, no puede ser verdad - me repito

Me tranquilizo a mí misma convenciéndome de que la Doctora Winsey dará remedio a mis problemas. "No obstante, ahora debo descansar"- pienso. Cambio mis ropas y me recuesto en el catre.

Mientras el sueño viene a mí hago una pequeña recopilación de los últimos acontecimientos. Aquel impertinente anciano, la arrogante y huraña mujer.

"Era extraño, - observé - una mujer blanca, joven. Seguramente había tenido estudios de algún tipo, pero era evidente que no guardaba de su cultura ningún modal y un ínfimo sentido del protocolo. Quizás mucho tiempo entre nativos. Ni siquiera mencionó su nombre, pero qué más da. Recuerda por qué estás aquí"-. Y me sumerjo en un dulce sueño.

No sé cuánto tiempo llevo dormida, pero de repente unos golpes en la puerta me hacen abrir un ojo, y tras tomar conciencia del lugar y situarme, el otro sigue su mismo ejemplo. De un salto me pongo en pie, mientras mi corazón se acelera bajo la perspectiva de que la Doctora Winsey había regresado ya de sus ocupaciones.

Consciente de que no tengo tiempo de arreglar mi atuendo, intento ganar tiempo preguntando a través de la puerta, y mientras, me meto la camiseta por dentro de mis bermudas.

-¿Sí? - pregunto

La voz de un niño replica desde el otro lado como respuesta. Por supuesto no entiendo nada de lo que me dice, sin embargo abro y mientras asomo mi cara por un lado de la puerta, una sonriente cara de un crío de unos 7 años de edad, espera que le abra. Lleva en sus manos una bandeja de frutas y me las ofrece mientras no deja de mirarme con enorme curiosidad.

-Oh, gracias, muchas gracias - le respondo a su gesto mientras la tomo y veo que sigue ahí mirándome con una enorme sonrisa y una extrema intensidad.

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