Los siguientes dos meses en que se prolongó la estancia en aquel remoto lugar, Wen pudo recoger dos muestras diferentes de plantas que aún no habían llegado a adquirir. Al lado de Joan se pasaban horas investigando sus posibles aplicaciones al ámbito de la curación. Apenas se habían parado a pensar en ello, pero aquella vasta confrontación, solo había logrado madurar un poco más su relación.
Joan, en su fuero interno daba plena justificación a la reacción de la doctora, comprendía su actitud a través de los reveses que la vida le había dado. Sumándolo, por supuesto, a aquellas palabras que le confirmaban sin ninguna duda que era parte importante de su vida.
Por otro lado, Wen admiraba la manera en que Joan había llevado todo, casi enterrándolo en el olvido. No hablaba de ello, dejándolo fuera del suelo cada vez más duro en que caminaban hacia una amistad más firme.
La forma en que habían puesto orden de nuevo, aquellos mutuos gestos en aquella tienda, tampoco fueron motivo de palabras. Solo quedó de ellos el haberlos disfrutado... muy intensamente.
Después de cerca de un mes de aquello Tobir se les había unido por fin. El hombre no podía evitar dejar ver su sereno entusiasmo de que Wen le dejara quedarse. En realidad, era muy vago el cambio en aquellos aires, pero según la doctora la temperatura en la estación en la que habíamos entrado, bajaba en casi 2º del anterior durante el día .Y subido otro tanto en las noches.
-Wen, ¿me pasas las pinzas?
-¿Mmm?- Ten - se las ofreció después de romper su concentración en los apuntes ante los que estaba sentada.
-Creo que posee un grado de salinidad bastante elevado -dijo Joan observando el interior de una raíz de cactus poco corriente.
-Lo has notado. Es cierto. Según cuentan las leyendas del lugar esta planta era llamada "la mano del cielo" por las antiguas tribus.- Tras ver la cara de curiosidad de Joan, prosiguió -Decían que cualquier herida, por profunda que fuese, dejaba de sangrar si se frotaba alrededor de ella con su sabia.
-Es bastante probable, su contenido de sal es lo suficientemente alto como para que su efectividad sea indudable.
Wen sonrió a la observación.
-Bueno ¿me equivoco?-dijo ante su gesto
-No, más bien es que aprendes muy rápido- Joan sonrió orgullosa
-...para ser periodista -terminó su frase.
Joan cambió su gesto por otro totalmente distinto, frunciendo sus cejas.
-No te va a funcionar, estoy demasiado cansada para discutir contigo -se rindió.
-Es verdad, ni siquiera hemos cenado, y ya todos en la aldea deben de estar dormidos.
En ese momento, como si el aire hubiera llevado sus palabras hasta algún oído, entró Tobir portando un plato con comida.
-¡Tobir! Si no fuera porque es de noche juraría que eres un espejismo -exclamó Joan uniéndose rápido al hombre en la entrada y tomando de su mano el recipiente. Tomó una de las tortas y lo acercó a la mesa donde ambas trabajaban. Wen también tomó una.
-Trabajáis demasiado ¿creéis sensato no parar ni para comer? -dijo el hombre en reprimenda.
-Oh,oh -salió de la boca de Wen bajando su cabeza, sabiendo del inminente sermón del hombre.
Joan miró para otro lado, despistándose de la voz del anciano.
-A saber cuántas noches os habréis ido a la cama sin nada en el estómago cuando yo no estaba -siguió con el mismo tono.
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Destino
RomanceNO ES DE MI AUTORIA Hace muchos años llego esta historia a mis manos, no tiene el nombre de la autora, pero considero que es una historia digna de compartir. Tiene un relato intimo y lento de las historias viejas Una periodista de Filadelfia (Joan...