Parte 14 Sincronía

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 Joan despertó al sentir un ruido cerca. Al abrir un ojo vio a Milcoh que, de puntillas, se aproximaba a la puerta para salir.

-Eh, ¿y tú de donde sales? -dijo perezosa y con un ojo cerrado.

El niño levantó sus manos y le mostró una hoja de papel.

-Pequeño ladronzuelo -ladeó su boca en una sonrisa.

El niño le sonrió ampliamente y, sin mediar palabra, salió corriendo por la puerta.

Joan se giró boca arriba y bostezó con un intento vago de abrir sus ojos. Con ambas manos en su cara, frotó sus ojos y luego peinó su pelo hacia atrás. Tras un respetable tiempo con sus ojos verdes clavados en el techo el pensamiento de Wen vino a su mente, durante un momento dudó si quedarse allí a recordar sus ojos azules o levantarse e ir a ver que se ocupaba en esos momentos. Finalmente optó por levantarse sin poder apartar de su mente aquellos ojos y aquella sonrisa. Arrastró su cuerpo por el colchón hasta quedar sentada en el borde. Se levantó con otro bostezo, alzó sus manos hasta su nuca y la sujetó mientras dejaba caer su cabeza hacia atrás.

Caminó descalza hasta la ventana y vio como la noche había caído de lleno. La cabaña de Wen mantenía la luz encendida y se sonrió con el solo pensamiento de que estaba detrás de aquellas paredes.

Se acercó hasta la palangana y lavó su cara. Metió la camiseta dentro de sus pantalones, se calzó y salió rumbo a la cabaña vecina.

Atravesó la calle, muchos de los aldeanos que pasaban por la zona se le acercaban para darle la bienvenida. Los hombres estrechaban su mano, y las mujeres la besaban en su mejilla. Joan no podía dejar de expresarles la alegría de verles de nuevo con su maravillosa sonrisa. Solo un aldeano pareció romper el molde, el desdentado se acercó tan efusivamente nada más verla, como luego la estrechó en un fuerte abrazo. Joan se dejó estrujar entre sus brazos.

-Yo también me alegro de verte -dijo riendo entre dientes.

Solo cuando la hueca sonrisa del hombre estuvo frente a ella utilizó su idioma para agradecer su gesto. El hombre se marchó tan efusivamente como se había abalanzado sobre ella. Cuando estuvo fuera de su vista tocó con gesto de dolor en su herida y emprendió de nuevo el camino hacia la cabaña de Wen.

Una vez en la puerta, la golpeó suavemente.

-Wen, ¿puedo pasar?

-¿Mmm? ¡Sí Joan, claro!-con su ojo en la lente.

Cuando Joan se coló por la puerta la vio sentada ante innumerables hojas esparcidas por toda la mesa. Hizo un recorrido con su mirada por el lugar y vio su bolso aún allí intacto, además de la ropa sucia esparcida por el suelo.

-No pudiste evitar caer en la tentación.

-¿Mmm?- Sí -respondió sin dejar de atender su tarea.

Joan se acercó al bolso y comenzó a sacar su contenido para poner un poco de orden. Recogió la ropa del suelo

Luego se acercó por detrás a Wen para echar un vistazo a su trabajo. Apoyó su mano en la mesa y bajó su cabeza para leer las últimas letras de Wen.

-¿Encontraste algo interesante?

-¿Mm? -por fin sacó su mirada de allí sintiendo la voz de Joan cerca, Al hacerlo se encontró con el perfil de Joan que aún ojeaba sus notas, a solo unos centímetros de su cara.

Miró la piel tan cercana, quedándose parada por un instante.

-Sí -dijo finalmente-. Hay dos sustancias dignas de estudiar en la raíz.

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