-Wen,...
-Estoy aquí -apretó la mano que le tenía sujeta.
-Wen, ¿dónde estamos?- dándose cuenta a pesar de su visión borrosa que no estaban ya en el jeep, sino acostada en una cama y que Wen estaba a su lado
-Estamos en casa de Abdul.-pasando su mano por su mejilla.
-Vaya, llegamos por fin.-dijo débilmente
-Hace unos tres días- le sonrió
-Tres días.
-Sí, estabas inconsciente y...
-Pero el barco...
-No te preocupes ahora de eso, necesitas reponer fuerzas, perdiste mucha sangre.
Joan miraba la preocupación reflejada en aquel rostro algo deteriorado, quizás de estar a su lado en ese tiempo.
-Wen ¿recuerdas lo que te dije?
-¿Mmm?-respondió mirando el vendaje con sus dedos.
-No tienes la culpa, nadie la tiene. Supongo que eso es la guerra, personas que se matan entre sí sin ser más culpables que de la propia sumisión al dolor o el odio... o al sufrimiento.
-Joan, casi...-con terror en su cara de lo que podía haber sucedido.
-No,.. Estamos aquí. Eso es lo que importa -la sonrió apretando ella ahora su mano entre la suya.
Wen hubiese podido llorar pero, el ver de nuevo aquellos ojos verdes y aquella sonrisa, que a pesar del dolor que escondía le pareció la más maravillosa, pero solo pudo acercarse para darle un suave beso en su frente y parar en su regreso a unos centímetros de sus labios.
La puerta se abrió y Mariah entró con algo de preocupación en su cara.
-Wen te necesitamos.
-Bien, ya voy -le respondió-. Descansa, pronto volveré.
-¿Adónde vas?- preguntó mientras Wen desaparecía tras la puerta y la dejaba sin respuesta.
-Veo que ya estás mejor -le dijo Mariah, mientras sacaba mantas de un pequeño armario.
-Sí, ¿qué pasa?
-Refugiados de Irán han hecho un campamento a las afueras del pueblo. Los que no están heridos, no tienen ni ropas, ni mantas,...han perdido todo.
-Yo...-intentando levantarse.
-No, quédate. Aún estás débil.
-Pero...
-No, además Wen ya casi tiene todo bajo control. ¿Sabes? Esa mujer tiene una fuerza increíble. Durante el día nos turnábamos yo y Abdul para cuidar de ti mientras ella acudía al campamento, y durante la noche no se separaba de tu lado. No la he visto dormir sino un par de horas en estos días.
Joan escuchaba a Mariah, estaba describiendo a esa mujer que tanto conocía. Si una palabra la definía a simple vista era "fuerza". Pero ella podía, a través de su propia reacción en su interior ante las palabras de aquella mujer, hacerlo con otra... "amor".
Cuando Mariah salió de la casa, la debilidad hizo que volviera a dormir. Cuando despertó, unas manos removían las vendas de su herida.
-Hola -dijo a Wen con sus ojos puestos en su herida.
-¿Cómo te sientes?
-Bastante bien. Ya es de noche -observó Joan
-Sí- poniendo gasas limpias y apartando las ensangrentadas
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Destino
RomanceNO ES DE MI AUTORIA Hace muchos años llego esta historia a mis manos, no tiene el nombre de la autora, pero considero que es una historia digna de compartir. Tiene un relato intimo y lento de las historias viejas Una periodista de Filadelfia (Joan...