Empezaba a caer la noche cuando el jeep paraba ante las cabañas. Joan salió primero portando su bolso. Wen desconectaba el motor, no sin antes tocar el claxon, avisando a Tobir de estar ya de vuelta. El viejo no necesitó de ello para darse cuenta, estaba sentado en una silla en el descansillo de su cabaña, fumando tranquilamente de su pipa. En medio de la penumbra solo era visible la brasa candente del tabaco. Cuando el vehículo paró, se levantó para ir a su encuentro.
-Tobir ¿cómo estás?-se acercó contenta Joan para besarle la mejilla
-Veo que te ha sentado bien el aire de la montaña.-notándola con más energía y dinamismo que antes de marchar.
-Sí, es un sitio maravilloso. Es una pena que no te hayas decidido a venir.
El anciano la miró con una de sus misteriosas sonrisas dibujada en su cara, levantando al momento la exasperación de Joan... Conocía su gesto y conocía... el porqué de él.
-¿Y tú? -preguntó a Wen, preocupada por sacar su bolso del asiento trasero.
-Bien - respondió sacándolo por fin - pero la pesca no es como en primavera -lo miró.
-¡Bah! Lo dice por justificarse -replicó Joan sonriendo.
El viejo sonrió mientras podía hacerse una idea de lo que había acontecido allí, a través del tono de sus comentarios y sus caras desafiantes. Desafiantes, pero sonrientes.
-¿Cómo has estado? ¿Alguna novedad?- preguntó Wen terminando con el juego y con cierto matiz de seriedad ante la idea de que alguien hubiera necesitado de ella.
-No, ninguna que Bernal no pudiera solucionar.
-Estupendo -sonrió tomando su bolso del suelo
-Por cierto Joan, el correo está sobre la mesa - el viejo recordó de repente.
-Oh, gracias - le sonrió y se encaminó ligera hacia la cabaña.
Una vez dentro, encendió la lámpara y no tardó en ver un pequeño montón de unos diez sobres sobre el lugar donde había dicho Tobir.
Wen seguía hablando con Tobir fuera. Narrándole como había encontrado el lugar y explicándole su lucha con cierto pez. El viejo escuchaba divertido sus explicaciones, sonreía más por la mirada de la mujer relajada e inusualmente sobria, a pesar de su entusiasmo, que por su narración.
Mientras, Joan buscaba entre las cartas la de su editor, el Sr. Buster. Allí la encontró en medio del montón, entre algunas cartas más a las que no puso demasiada atención, y otra que iba a nombre de la doctora Winsey. La apartó y se dispuso a abrir la suya.
En las letras sobre aquel papel, su editor le comunicaba que el evento seguía la fecha prevista. Tal y como le había pedido, le adjunto dos pasajes. A pesar de ello Joan no mostraba ningún entusiasmo por la idea.
Tenía la esperanza de que se suspendiera, o como poco, que se atrasara un poco más. Cerró el sobre guardándolo en el bolsillo de su viejo bolso, mientras pensaba que ya era el momento de comunicárselo a Wen. Tomaba esa decisión mientras su vista quedaba clavada en aquel sobre a nombre de la doctora, aún apartado en un lado de la mesa.
Su curiosidad innata la llevó a tomar de nuevo la carta. En su remite un tal Doctor Robert Jones.
Arqueando sus cejas, de lo totalmente desconocido que aquel nombre le resultaba, la volvió a dejar sobre la mesa y se acercó a la cama soltando su bolso sobre el colchón. Momentos después Wen entró.
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Destino
RomantikNO ES DE MI AUTORIA Hace muchos años llego esta historia a mis manos, no tiene el nombre de la autora, pero considero que es una historia digna de compartir. Tiene un relato intimo y lento de las historias viejas Una periodista de Filadelfia (Joan...