Jugar con sus reglas

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Kaylen

Me despierto de un sueño, de caminar por la nieve con Roman para descubrir sus dedos entrelazados con los míos. Estamos en el nido. Debe haberme cargado de vuelta aquí después de que me quedé dormida, pero no estoy segura de cómo lo logró, porque tengo un sueño tan ligero. Arqueo la espalda y me estiro, notando lo caliente que está aquí. La calefacción se halla encendida. Tenemos electricidad de nuevo.

Lo que significa que se irá pronto, y esto habrá terminado.

Su agarre es firme, a pesar de que parece estar profundamente dormido. ¿Eso significa algo, o es solo algo impersonal, reflexivo? Está sobre su espalda con el brazo colgando de su cara, bloqueando la luz. Sin tirar mi mano de la suya, me apoyo en un codo y lo observo. Ayer, me besó. Me tocó de una manera que encendió fuego en el interior de mi cuerpo, y aún no he sido capaz de extinguirlo. He besado chicos, pero esas experiencias no eran nada como esto. El cuerpo de Román, duro, musculoso y potente, me sostuvo en el suelo y me pesaba en la manera más deliciosa. Su boca era suave, pero al mando, y sus manos... me sentí aterrorizada y segura a la vez, como si todo fuera nuevo, pero al menos uno de nosotros sabía lo que hacía, y yo estaba dispuesta a confiar en él completamente. Cuando dijo puedes decirme, si hago algo que te gusta, si quieres que lo haga de nuevo... todo lo que podía pensar era sí. Sí. Sí. Sí. Quería que me enseñe todo. No quería que se detuviera.

Pero entonces lo hizo. Lo hizo. Y eso fue todo. Demasiado bueno para durar.

Mi mirada se desliza sobre sus mejillas. Inspira el deseo, pero lo que desea no es tan claro. Dinero, supongo. Éxito. Sexo, tal vez. Sabe cómo hacer las tres cosas. Ni siquiera quiero saber con cuántas mujeres ha estado. Lo que quiero saber es qué esconde detrás de esa encantadora pared de aire travieso.

Ningún príncipe va a aparecer y romper este hechizo. Ningún chico normal me va a dar sentido mágicamente aquí y venir a mi encuentro, para llegar a conocerme. E incluso si lo hiciera, ¿por qué iba a querer quedarse encerrado conmigo?

No va a suceder.

Nunca.

Solo a pocos centímetros de mí, está este chico del que estoy empezando a enamorarme, y está tan lejos de mi alcance que es una broma que esté incluso aquí conmigo. Solo vino porque mi mamá le pagó. Tal vez también hizo otras cosas. Apuesto a que ella es buena en la cama. Ugh. Me muevo un poco y también mi mano, pero el agarre de Román se aprieta al instante.

Me pregunto con quién está soñando. ¿Mi mamá? ¿Alguna otra hermosa mujer que sabe como excitarlo? Porque una cosa es segura: yo no lo sé. También se dio cuenta. Es por eso que dijo lo que dijo, porque me había descifrado. Sabe que soy tan despistada y torpe sobre el sexo como lo soy con el arte. No sé cómo complacerlo; apenas sé cómo complacerme a mí misma. En esos pocos segundos gloriosos, pensé que no importaba, que estaba allí porque... porque le gustaba, supongo. Sé que piensa que soy divertida, y ahora que no estoy actuando como una psicópata furiosa, creo que disfruta de nuestras lecciones. Pero eso es un poco diferente a querer... ja. Querer salir conmigo. Como si salir siquiera posible.

Camino por el pasillo hasta mi habitación, donde me doy una ducha y me cepillo el pelo mojado. Su cuerpo era tan sólido, tan seguro, fuerte, correcto y perfecto. Podía oír su voz retumbando en su pecho mientras hablaba. Podía sentir los latidos de su corazón. Quería que me besara de nuevo, pero estaba claro que era la última cosa que él quería hacer. Debe pensar que estoy completamente loca, y no lo puedo culpar.

Mil euros. En mi familia, así es como hacemos las cosas. Si queremos algo, lo compramos. Los billetes son duros y nuevos, y hacen ruidos suaves mientras los barajo entre mis dedos. ¿Qué pasa si quiero algo? ¿Puedo usar esto para conseguirlo?

Alas rotas a traves del cristal (Román Burki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora