RománEstaba callada cuando se fue esta mañana, me dio un beso de despedida y me dejó desnudo y exhausto, tendido de espaldas mirando al techo.
Hoy es primero de abril. No lo mencionó, pero he tenido este día grabado en mi cerebro desde que me dijo sobre el ultimátum de Liz. No le he preguntado que ha pensado al respecto. Esperaba que haya confiado en Aly o en su terapeuta, porque escucharla hablar acerca de irse —especialmente, cuando sé que no es lo que quiere—, es más de lo que puedo soportar.
Sin embargo, voy a tener que tratar con ello, porque no tenemos tiempo. No totalmente, pero este es el día en que el reloj de arena se gira y la arena comienza a caer. Tendremos el verano. Debería estar bien con eso. Demonios, nunca he estado con alguien por mucho más tiempo que unos cuantos meses, y eso es solo si "con estar" significa exclusivamente follar. Cuatro meses es una eternidad. Excepto... que nunca he experimentado nada como lo que he experimentado con ella, donde hasta anoche, no habíamos tenido sexo más que la única vez, y el resto de ello ha sido más sobre quitar mis capas protectoras una por una. Eso y volverme más unido a ella con cada día que pasa.
Me levanto y voy a correr, luego a levantar pesas en el gimnasio, a quemar un poco del desasosiego removiéndose dentro de mí. Sé que va a tomar su decisión hoy. Tiene que hacerlo. Liz está básicamente amenazando con hacerle la vida horrible si no cruza la línea, y Kay solo tiene veintitrés años. ¿Cómo puede avanzar contra ese tipo de presión cuando nunca ha sido nada más que dependiente de sus padres? Corro a la casa del gimnasio, sudando y ansioso, y tomo una larga y fría ducha.
Sin pensar en lo que estoy haciendo, conduzco hacia la casa de mis padres. Mi madre está en el frente cuando me estaciono en el camino de entrada y frunzo el ceño cuando me bajo del auto. Tiene una carretilla de fertilizante a su lado y está de rodillas.
—¿Qué demonios estás haciendo? —le pregunto.
Empuja el ala de su sombrero de jardinería lo más alto en su frente. —Estoy plantando mis bulbos anuales de verano, y fertilizando y podando mis árboles, Román. Ellos no se podan solos.
—¿Dónde está papá?
Rueda los ojos. —En la casa gruñendo acerca de cómo estoy haciendo demasiado.
—Porque estás haciendo demasiado.
Se sienta sobre sus talones. —No comienzo la quimio hasta la próxima semana. ¿Esperas que me quede sin hacer nada hasta entonces?
—Sí, más o menos. —Miro alrededor del jardín—. ¿Puedo ayudar por lo menos?
—Por supuesto. Puedes ir atrás y traer todos los sacos de abono.
Enrollo mis mangas y me pongo a trabajar, con el sudor corriendo por mi espalda mientras hago el trabajo pesado. Pero se siente bien, trabajar de lado con mi madre, verla verse mejor de lo que se ha visto en un tiempo, a pesar de que sé que no durará. Alrededor de las tres, suena mi teléfono y paso mi mano por mi pantalón y saco el teléfono. Mi corazón se detiene... es Kay. Mamá ve mi expresión y frunce el ceño.
—¿Kay?
—Román dice, sonando sin aliento—. ¿Estás en casa? Quiero hablar contigo sobre algo.
Mi ánimo decae. Aquí vamos. —No estoy... estoy en la casa de mis padres.
—Ella puede venir —grita mi madre, lo suficientemente alto para que Kay escuche—. Haré la cena.
—No puede... —comienzo.
—Sí puedo —dice Kay—. ¿Me envías la dirección?
—No tienes que venir —le digo. ¿Qué demonios? No quiero tener esta conversación con ella aquí. Pero ahora mi madre se está poniendo de pie, viéndose toda emocionada—. Esta bien, pero... de acuerdo.
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Alas rotas a traves del cristal (Román Burki)
FanfictionSecuencia de por Amor al arte